La Queimada, una historia de "sapos e bruxas"

En 1974 el creador del conxuro añadió las referencias a Satán y Belcebú y comenzó a representarlo en la discoteca Fausto de la Ciudad de Vigo

Redacción

Lunes 09 de Agosto de 2010

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En 1974 el creador del "conxuro" añadió las referencias a Satán y Belcebú y comenzó a representarlo en la discoteca Fausto de la Ciudad de Vigo

Queimada

Conjuro de la Queimada

El conjuro o "esconxuro" tradicional de la queimada fue inventado en Vigo en 1967 por Mariano Marcos Abalo para una fiesta de juegos florales de las muchas que entonces tenían lugar en un barco decomisado amarrado en el puerto de la ciudad. En 1974 su creador le añadió las referencias a Satán y Belcebú y comenzó a representarlo en la discoteca Fausto de la Ciudad Olívica. Por esa misma época, una imprenta viguesa empezó a vender copias del conjuro, inicialmente sin su autorización y luego pagando una peseta por ejemplar vendido. El éxito hizo que otras empresas empezaran a vender copias por su cuenta, sin ninguna autorización y sin citar su nombre, lo que puede haber contribuido a la creencia de que el conjuro era de un autor anónimo. En 2001, Mariano Marcos Abalo decidió registrar la propiedad intelectual del conjuro.


Versión Original en Gallego:

Mouchos, coruxas, sapos e bruxas. Demos, trasnos e dianhos, espritos das nevoadas veigas. Corvos, pintigas e meigas, feitizos das mencinheiras. Pobres canhotas furadas, fogar dos vermes e alimanhas. Lume das Santas Companhas, mal de ollo, negros meigallos, cheiro dos mortos, tronos e raios. Oubeo do can, pregon da morte, foucinho do satiro e pe do coello. Pecadora lingua da mala muller casada cun home vello. Averno de Satan e Belcebú, lume dos cadavres ardentes, corpos mutilados dos indecentes, peidos dos infernales cus, muxido da mar embravescida. Barriga inutil da muller solteira, falar dos gatos que andan a xaneira, guedella porra da cabra mal parida. Con este fol levantarei as chamas deste lume que asemella ao do inferno, e fuxiran as bruxas acabalo das sas escobas, indose bañar na praia das areas gordas.

¡Oide, oide! os ruxidos que dan as que non poden deixar de queimarse no agoardente, quedando así purificadas. E cando este brebaxe baixe polas nosas gorxas, quedaremos libres dos males da nosa ialma e de todo embruxamento. Forzas do ar, terra, mar e lume, a vos fago esta chamada: si e verdade que tendes mais poder que a humana xente, eiqui e agora, facede cos espritos dos amigos que estan fora, participen con nos desta queimada.

Es uno de los rituales más difundidos del aguardiente. Sin el componente mágico-religioso, heredado de civilizaciones antiguas y transmitido a través de los distintos pueblos colonizadores, ni el aguardiente podría ser el espíritu del vino, ni la queimada otra cosa que la simple combustión de una sustancia orgánica, el alcohol etílico.

Origen

Los orígenes de la bebida son desconocidos. Popularmente, a la queimada se le atribuyen orígenes celtas, pero, según afirmó en 1972 el catedrático de prehistoria de la Universidad de Santiago, Carlos Alonso del Real esto sería imposible, ya que la destilación del aguardiente en Galicia no puede ser anterior a la introducción del alambique (de origen árabe) a partir del siglo XII o XIII, ya en la edad media. Así mismo, siempre según Alonso del Real, el azúcar de caña, uno de sus ingredientes fundamentales, también lo introdujeron los árabes en la península ibérica (la difusión de su equivalente de remolacha es muy posterior, correspondiendo a las Guerras Napoleónicas).

Esto le llevó a atribuirle orígenes medievales a la bebida. Establece sus orígenes en los siglos XI o XII, coincidiendo con la construcción de la Catedral de Santiago. Las llamas de la Queimada son la expresión de la cultura de un pueblo milenario, que ha sabido integrar en su seno conceptos y actitudes que provienen de los albores de la civilización humana.

Posteriormente, el antropólogo Xosé Manuel González Reboredo, afirma que el consumo de aguardiente (sin quemar) era habitual en la Galicia rural tradicional, donde tenía fama como medicina contra el catarro y que en un momento dado (mediado de los años cincuenta del siglo XX) gallegos residentes en el exterior empezaron a tomar esta bebida en las fiestas o después de las comidas.

En reuniones de este tipo habría surgido la costumbre de acompañar el consumo de la queimada de conjuros compuestos ex-profeso para el momento. Esta costumbre se difundió tan rápidamente que ya en el año 1955 el alfarero de Mondoñedo Tito Freire, creó los recipiente de barro cocido, con forma de tartera y patas en los que se suele preparar habitualmente.

{typography legend_gray}Cómo se hace||

    El aguardiente se hace arder añadiéndole azúcar, cáscaras de naranja y limón, café o vino tinto al gusto del quemador. Con buen pulso se prende fuego y, mientras la queimada se remueve con un cucharón se recita algún conjuro, a la vez que se levantan las llamas.

    Ingredientes

    • Aguardiente de Orujo de Galicia
    • Azúcar blanco fino
    • Cortezas de limón y/o naranja
    • Puñadito de granos de café

    En varias zonas de Galicia, la forma tradicional de prepararla es dentro de una calabaza, a la cual se le corta la parte superior y se le limpian las hebras interiores. De esta forma, la queimada acaba adquiriendo el sabor de la calabaza, que resulta ser ingrediente y recipiente.

    Preparación

    En un recipiente de barro cocido se vierte el aguardiente de orujo de Galicia y el azúcar, en la proporción de 120 gramos por cada litro de líquido o al gusto si se quiere menos dulce. Se añaden mondaduras de limón/naranja (en algunos sitios también añaden manzana y otras frutas cítricas) y los granos de café. Se remueve bien con un cazo de barro. A continuación se le planta fuego en el cazo, en el que previamente habremos colocado un poco de aguardiente. Muy despacio, se acerca al recipiente hasta que el fuego pase del cazo al recipiente de barro. Se remueve hasta que el alcohol se consuma (también al gusto, cuanto más queme menos alcohol contendrá la queimada). En el mismo cazo se echa un poco de azúcar, esta vez seco, y colocándolo sobre la queimada se mueve hasta convertirlo en almíbar, que se vierte sobre las llamas y, removiéndolo, esperamos a que las llamas tengan un color azulado.

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