Viernes 24 de Octubre de 2025
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El debate sobre la fiscalidad del vino vuelve a la agenda política en Francia con la llegada del otoño. En el primer Proyecto de Ley de Financiación de la Seguridad Social para 2026, se han presentado enmiendas que buscan ampliar las cotizaciones de la seguridad social a todas las bebidas alcohólicas, gravar la publicidad de estas bebidas e indexar el impuesto sobre el alcohol a la inflación. Estas propuestas, impulsadas principalmente por grupos parlamentarios de La France Insoumise y ecologistas, se suman a una serie de medidas que, según los representantes del sector, se repiten cada año sin tener en cuenta la situación actual de la viticultura.
Samuel Montgermont, presidente de Vin & Société, ha explicado que estas iniciativas no parten del Gobierno, sino que son enmiendas añadidas en la primera lectura de la comisión de asuntos sociales. Montgermont considera que no se tiene en cuenta la realidad que atraviesa el sector, que sufre una crisis profunda y que ya ha reducido de forma considerable el consumo de vino en Francia. Según sus palabras, la insistencia en este tipo de medidas resulta incomprensible para quienes trabajan en el sector y para los territorios donde la viticultura es una actividad fundamental.
El presidente de Vin & Société señala que la mayoría de los diputados no parecen ser conscientes del impacto que tendría una subida de impuestos sobre el vino. Recuerda que el 93% de los departamentos franceses cuentan con actividad vitivinícola y que una decisión de este tipo, tomada sin estudios de impacto previos, podría causar graves daños económicos. Montgermont insiste en que la lucha contra el consumo excesivo de alcohol es una prioridad para el sector, pero subraya que el consumo de vino en Francia es actualmente muy moderado y que nuevas cargas fiscales no tendrían efecto sobre los comportamientos problemáticos.
En un momento en el que el presupuesto del Estado francés está sometido a fuertes presiones, Montgermont advierte del riesgo de que se utilicen nuevas tasas sobre el vino como una vía rápida para aumentar los ingresos públicos. Explica que la vigilancia debe ser máxima, ya que la situación es muy inestable y cualquier decisión precipitada podría tener consecuencias negativas para la economía vitivinícola. Añade que, aunque estas enmiendas no cuentan con una mayoría clara, el sector permanece atento y movilizado para explicar a los diputados la realidad de la viticultura y la importancia de no tomar medidas que agraven la crisis.
El debate sobre la fiscalidad del vino se produce en paralelo a una discusión internacional sobre el consumo moderado de alcohol. La Organización Mundial de la Salud ha reconocido recientemente la importancia de diferenciar entre consumo excesivo y consumo moderado, una posición que, según Montgermont, debería ser tenida en cuenta por los responsables políticos franceses. El presidente de Vin & Société considera que la lucha debe centrarse en los excesos y no en el consumo responsable, que forma parte de la cultura y la tradición francesa.
En relación con la comunicación sobre los beneficios del vino, Montgermont responde a las críticas del doctor Michel de Lorgeril, quien ha publicado un libro en el que reprocha al sector no hablar del llamado "paradoja francesa". Montgermont afirma que no corresponde a los productores de vino presentar su producto como un medicamento y que su responsabilidad es promover un consumo responsable y moderado, dentro de las recomendaciones de salud pública. Considera que entrar en debates científicos sobre los efectos del vino sería poco efectivo y difícil de sostener en el entorno mediático actual.
La ley Évin, que regula la publicidad de bebidas alcohólicas en Francia, también ha sido objeto de debate. Una petición procedente del departamento de Gard pide modificar la ley para facilitar la comunicación sobre el saber hacer vitivinícola. Montgermont reconoce que la normativa se ha clarificado en lo relativo al desarrollo de los territorios y que existen herramientas legales para comunicar sobre los destinos y viñedos. Sin embargo, duda de la eficacia de separar legalmente las bebidas alcohólicas y considera que la clave está en renovar la forma de presentar el producto, más allá de la publicidad tradicional.
Por último, Montgermont se refiere al llamamiento realizado desde Estrasburgo por 23 regiones europeas para defender una Europa orgullosa de su tradición vitivinícola. Subraya la necesidad de coordinación y coherencia entre los productores franceses y europeos para hacerse oír en las instituciones comunitarias. Recuerda que la unidad ha sido fundamental para influir en organismos internacionales como la OMS y que la opinión pública francesa sigue valorando positivamente al sector. Montgermont concluye que es necesario que los responsables políticos escuchen a los ciudadanos y permitan a la viticultura francesa afrontar sus propios problemas sin nuevas cargas fiscales.
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