Vino y religión, dos historias que se entrecruzan desde la antigüedad

El recorrido muestra cómo griegos y romanos lo asociaron a sus dioses mientras que las religiones monoteístas le otorgaron un profundo valor espiritual

Martes 14 de Octubre de 2025

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En un artículo anterior en Vinetur se preguntaba a qué se debía la importancia del vino y se apuntaba a las religiones como una de las causas. La transformación del mosto de la uva en vino es un proceso natural que no precisa de la acción humana. Desde antiguo, las religiones y primeras civilizaciones se han interesado por esta bebida propia de las clases dominantes a la que se le atribuía origen divino. Según la Biblia, Dios creó en el tercer día la vid junto al resto de plantas. Para los griegos el vino su invención se debía al dios Dionisio. El conocimiento de sus efectos tiene profundas raïces en el tiempo, desde la Epopeya de Gilgamesh, relato sumerio (Mesopotamia, 2100 aC) o en el relato de Noé del diluvio universal en el Génesis (600 aC), primer libro de la Biblia. Vino, religión y poder han estado siempre entrelazados, comparten una larga historia común que se manifiesta desde las civilizaciones antiguas: mesopotámica, egipcia, griega, romana, judaísmo, cristianismo o islam. También en el budismo, si bien el vino tiene una importancia menor.

Mesopotamia

La cultura mesopotámica, coincidente en el tiempo con la cultura egipcia, se desarrolló en torno a los ríos Éufrates y Tigris. Su existencia está documentada desde el Neolítico, aunque su periodo más importante se sitúa entre el 3100 aC y el 637 dC, coincidente con la conquista musulmana. De esta civilización quedan muchos testimonios escritos debido al uso de las tablillas de arcilla muy bien conservadas. El vino tenía una gran presencia social, era la bebida de prestigio de los poderosos: reyes y sacerdotes, la cerveza, en cambio, era la bebida de las clases populares. El cultivo abundante de cereales facilitaba la producción de cerveza, mientras que el cultivo de la viña era más escaso. Incluso muchos vinos se importaban y, por tanto, eran más caros. Era usado en las ceremonias oficiales y religiosas. Los templos mesopotámicos disponían de viñedos y elaboraban sus vinos gestionados por los religiosos. Se conoce su uso en grandes banquetes para homenajear a personas importantes o para acrecentar la relación entre reyes y sacerdotes que de este modo reforzaban su conexión con los dioses. En el Código del rey Hammurabi (Babilonia, 1750 aC), una de las leyes más antiguas que existen, en el que se regulaba la vida, obligaciones y deberes de esta sociedad, respecto del vino se establecía la prohibición a las sacerdotisas de beber en las tabernas que eran un lugar de reunión muy popular en la época. Tiene especial importancia de esta época la Epopeya de Gilgamesh (2100 aC), ya citada, relato precursor del diluvio de Noé. Para los amigos de las coincidencias, cerca del monte Ararat, situado en la zona geográfica mesopotámica, donde se supone que embarrancó el arca de Noé, se descubrieron los restos arqueológicos más antiguos conocidos hasta el momento destinados a la elaboración de vino.

Egipto

Se tiene información de la cultura egipcia desde 4000 aC, pero se considera como periodo histórico desde el primer faraón 3100 aC hasta la conquista de Alejandro Magno en el 332 aC. En los primeros tiempos el vino era prácticamente desconocido, fue a partir de 1600 aC que fue adquiriendo una mayor presencia en la vida pública. La relación con el vino presenta coincidencias con la cultura mesopotámica. No existía una separación entre el poder religioso y el administrativo. Siempre eran las clases más elevadas las que estaban frente al control de la sociedad, las cuales disfrutaban de la posibilidad de consumir vino, un producto de lujo. Se consumía principalmente en las ceremonias y ofrendas religiosas a los dioses. El vino se asociaba a la sangre de Osiris, dios de la muerte y la resurrección. En este hecho, ya podemos ver un antecedente del cristianismo.

Donde se ha obtenido mayor información y se puede colegir la importancia del vino es por su presencia en los monumentos funerarios. Se colocaba vino en las tumbas para que el difunto pudiera disfrutarlo en la vida eterna y se han encontrado pinturas en los enterramientos de personajes ilustres, en los que se puede observar imágenes de la vendimia y del proceso de pisar las uvas. En la tumba de Tutankamón se encontraron ánforas que habían contenido vino tinto y vino blanco hecho de uvas y otra de vino elaborado mediante frutos no identificados. En las ánforas estaba registrado el lugar de origen del vino, el tipo, el año de producción y el nombre del productor, lo que da idea del cuidado que ponían en su elaboración.

Grecia

Hablar de Grecia y vino es hablar de Dionisio, el dios del vino y el teatro y, por supuesto, hablar de religión tal y como lo entendían en aquella época. Dionisio era hijo de Zeus, el dios más poderoso, y de la humana Sémele, la cual murió asesinada por el mismo Zeus, mientras estaba embarazada de Dionisio. Muerte exigida por la esposa legal, Hera. Zeus pudo salvar el embrión y culminar su formación al insertarlo en su propio muslo. Cuando nació vivió en un lugar apartado donde desarrolló el conocimiento del cultivo de la viña y la elaboración del vino. Se dedicó a difundir su saber en diversas tierras: Egipto, Mesopotamia, Roma y, por extensión, a toda la humanidad. Grecia representa el inicio de la difusión del cultivo de la viña y elaboración del vino en el Mediterráneo, aunque ésta tenga más que ver con el comercio que con los dioses

Vino y religión estaban muy ligados a Grecia, nada extraño teniendo en cuenta el origen divino del vino. Los rituales estaban muy ligados a la fiesta en la que se mezclaba teatro, música, danzas, fertilidad y éxtasis religioso bien estimulado por unas borracheras impresionantes.

Entre estas fiestas cabe destacar las Dionisíacas, en honor del dios Dionisio, celebradas siguiendo los ciclos de la agricultura y que representaban la culminación de la relación entre los humanos y las divinidades.

El vino influyó en toda la vida del mundo griego y son muchas las referencias que encontramos en los textos literarios y filosóficos. Aparece en la Ilíada y la Odisea de Homero. Eurípides afirma que si el vino no fluye no hay danza, ni música y eso hace que se pierda la comunicación con Dionisio. Platón y Aristóteles, en textos que también reconocen a los dioses, piden moderación en el consumo del vino. Es obligado hacer referencia a los simposios, reuniones celebradas por hombres después de los banquetes en los que el consumo de vino era el protagonista. En ellos se empezaba evocando a Dionisio y se cantaban himnos en su honor para luego pasar a la bebida sin moderación. El libro más conocido sobre estos simposios es El banquete de Platón

Roma

En el imperio romano siguió la enorme importancia del vino, mostraba cultura y civilización y más importante aún era el símbolo de la comunicación con los dioses. Se consumía en los hogares y en los banquetes oficiales, religiosos o públicos. Roma popularizó el vino haciendo que estuviera disponible para todas las clases sociales, se consideraba una necesidad vital. Por tanto existe una diferencia notable respecto de las culturas anteriores en las que el vino solo estaba disponible para las élites.

Se ofrecía vino a Baco (continuidad de Dionisio) y a otros dioses. Se practicaba su culto en fiestas y orgías, llamadas bacanales que debían ser de tal intensidad que fueron prohibidas durante un tiempo. Un hecho importante es que en este periodo de tiempo se formaron las religiones monoteístas: judaísmo y cristianismo, que son la cima máxima de relación entre vino y religión.

Plinio el Viejo y el cordobés Columela son los máximos difusores de la cultura y conocimiento del vino.

Judaísmo, cristianismo e islam

Judaísmo, cristianismo e islam son las religiones monoteístas, es decir, comparten la creencia en un solo dios y son las más extendidas actualmente. En la Biblia, libro básico de las tres religiones, el vino es citado más de doscientas veces en el Antiguo Testamento. El viñedo y el vino están en el centro de la espiritualidad judía y cristiana. Noé, al salvarse después del diluvio, es el padre de la viña y de toda la humanidad. Sus descendientes, Sem, Isaac e Ismael, son los referentes de las tres religiones. El Corán, el libro sagrado de los musulmanes recoge las historias de Noé, Abraham, Moisés y Cristo (nombrado Isa en el islam) y en sus primeras suras considera el vino un excelente alimento en la tierra y una delicia en el paraíso.

En el judaísmo el vino representa la alegría y la abundancia unido a la santidad. Reconoce el valor espiritual del vino, pero advierte sobre el consumo en exceso y la embriaguez. Está presente en muchos ritos, como al inicio y al final del Shabat, día de descanso semanal, en las bodas o en la circuncisión. En el Pésaj, Pascua judía, se consumen cuatro copas de vino en recuerdo de la liberación de los israelitas de su cautiverio en Egipto. El vino representa la sabiduría y el conocimiento al compararlo con el zumo que contienen las uvas que en un proceso se transforma en vino como símbolo del conocimiento profundo sobre las cosas y los hechos.

En el cristianismo el vino alcanza su mayor simbolismo e importancia. Es el elemento sagrado establecido en Última Cena y repetido en cada Eucaristía en que el vino se transforma simbólicamente en la sangre de Cristo como recuerdo de su sacrificio en la cruz.

Una situación distinta la encontramos en el mundo musulmán en el que está prohibido su consumo. Mahoma nació en el seno de una familia de ricos mercaderes de La Meca en la que el vino era la bebida más preciada y prestigiosa como símbolo de la hospitalidad. Pero parece que cansado de ver escenas de gran embriaguez prohibió su consumo y decidió castigar a los consumidores con cuarenta latigazos. Contrasta esta prohibición con la promesa de la vida eterna en la que en el paraíso habrá ríos de delicioso vino que no embriagará. Pero estos preceptos ahora vigentes no fueron aceptados de forma automática, sino que se llegó a ellos de manera progresiva. Han existido diversas tendencias en el islam, como la sufí, tolerantes con el vino, representado como un vehículo que les permite llegar a la cima del misticismo y poder percibir la grandeza de Dios. Han existido periodos permisivos como los Abassi de Bagdad o durante el califato de Córdoba en los que se permitía su consumo privado.

La situación actual de la aplicación de las leyes islámicas (sharia) en las leyes civiles de los países de mayoría musulmana es muy variable. Desde la separación total, caso de Turquía, Albania o Túnez. Países en que la legislación está marcada absolutamente por las leyes islámicas (sharia) en las leyes civiles de los países de mayoría musulmana es muy variable. Desde la separación total, caso de Turquía, Albania o Túnez. Países en los que la legislación está marcada absolutamente por las leyes islámicas: Arabia Saudí, Irán, Sudán y Afganistán. Y países de leyes que recogen partes de los preceptos islámicos de formas muy variables como Marruecos, Argelia, Emiratos, Egipto o Mauritania entre otros.

Sin embargo, a pesar de las prohibiciones de consumir alcohol, más o menos estrictas, en los países ribereños del Mediterráneo cada vez se elabora más vino y de mayor calidad.

Budismo

En los países orientales de mayoría religiosa budista la importancia del vino es muy inferior a la de los países occidentales, aunque cada vez es más consumido. El budismo prohíbe su consumo a los religiosos, monjes y monjas. Del resto de población no hace referencia, pero no considera su consumo como pecado ni punible mediante leyes civiles.

Este artículo se publicó en catalán en Balears Vadevi

Un artículo de Antoni Bennàsar Roig
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