¿Cómo apoyan los Gobiernos a la industria del vino?

Los países productores refuerzan la promoción exterior, la innovación y las medidas frente a excedentes.

Martes 25 de Noviembre de 2025

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EU Allocates Over €1 Billion Annually to Wine Sector as Global Public Support Rises in 2025

El apoyo público a la industria vitivinícola sigue siendo un elemento central en las políticas agrícolas y comerciales de los principales países productores. En la Unión Europea, la Política Agrícola Común (PAC) mantiene una dotación anual de más de 1.000 millones de euros para el sector, cifra que se ha mantenido estable en 2025. Italia, Francia y España concentran cerca del 80% de estos fondos, que se destinan principalmente a la reestructuración de viñedos, inversiones en bodegas y promoción en mercados internacionales. La PAC exige además que al menos el 5% del gasto se oriente a objetivos medioambientales.

En Francia, el presupuesto anual ronda los 280 millones de euros, con una distribución similar a años anteriores: un tercio para reestructuración de viñedos, otro tercio para inversiones en bodegas y cerca del 18% para promoción fuera de la UE. Ante la crisis por exceso de producción y caída del consumo interno, el gobierno francés ha sumado ayudas extraordinarias: un fondo de emergencia de 80 millones de euros, un programa estructural de 150 millones para arranque de viñas y otros 200 millones para destilación de excedentes. Para 2025 se prevé mantener el presupuesto base y recurrir a medidas adicionales si persiste el desequilibrio.

Italia recibe el mayor presupuesto europeo, con unos 324 millones de euros anuales. El grueso se destina a reestructuración y reconversión de viñedos (45%) y promoción internacional (30%). El resto financia inversiones en activos tangibles e intangibles, destilación y cosecha en verde. El reparto regional ya está fijado para la campaña 2025/26. Italia ha utilizado la flexibilidad europea para financiar destilaciones extraordinarias ante problemas puntuales de mercado.

España cuenta con un presupuesto anual fijo de 202,15 millones de euros hasta 2027. La distribución prioriza la reestructuración (30%), promoción internacional (27,5%) e inversiones en bodegas (27,5%). La destilación absorbe el 15%. Un problema recurrente ha sido la infrautilización del presupuesto: en 2023 quedaron sin ejecutar entre 30 y 45 millones de euros. Para corregirlo, el gobierno ha simplificado procedimientos y reforzado la gestión para maximizar el uso efectivo de los fondos.

Alemania dispone de unos 37 millones anuales, centrados en modernización y reestructuración de viñedos, inversiones en bodegas sostenibles y seguros agrarios. Portugal mantiene su asignación en torno a los 65 millones anuales, con alta ejecución y medidas adicionales como líneas de crédito nacionales o fondos europeos extraordinarios para destilación cuando hay excedentes.

Fuera del ámbito europeo, Estados Unidos no tiene un sistema centralizado como la PAC. El apoyo federal se canaliza mediante programas como el Market Access Program (MAP), que financia actividades promocionales en mercados exteriores. En 2025 el Congreso duplicó los fondos disponibles para estos programas hasta los 570 millones de dólares anuales; se estima que la parte destinada al vino puede superar los 15 millones anuales. Además, existen subvenciones estatales para investigación vitivinícola y créditos fiscales permanentes que suponen un ahorro estimado superior a los 150 millones anuales para las bodegas.

Chile orienta su apoyo principalmente a pequeños productores mediante INDAP (con una inversión directa superior a los 1.500 millones de pesos chilenos en Maule y Ñuble) y a la promoción exterior a través de ProChile. El modelo chileno es selectivo: prioriza asistencia técnica, infraestructuras y acceso al crédito para pequeños viticultores, así como financiación parcial para presencia internacional.

Argentina basa su apoyo en líneas de crédito subvencionadas (300 millones de pesos argentinos en préstamos blandos en 2024), incentivos cambiarios temporales (“Dólar Vino”) y exención fiscal a las exportaciones. La Corporación Vitivinícola Argentina (COVIAR) coordina acciones estratégicas financiadas por aportes obligatorios del sector privado; el Estado colabora puntualmente con fondos o programas específicos.

China aplica una política activa desde las administraciones regionales: Ningxia es ejemplo del impulso público mediante cesión barata de tierras, inversión masiva en infraestructuras hídricas y subsidios directos a plantaciones y bodegas. No existen cifras presupuestarias públicas detalladas, pero planes como el anunciado por Ningxia prevén inversiones conjuntas público-privadas superiores a los 4.600 millones de dólares en diez años. El respaldo político incluye incentivos fiscales, préstamos preferenciales e impulso institucional al consumo interno y exportaciones.

Sudáfrica combina gravámenes obligatorios sobre uva/vino (150-200 millones de rands anuales) con fondos públicos nacionales e internacionales orientados a transformación social e inclusión racial. En junio se lanzó un fondo específico dotado con 15 millones de euros financiados por la Unión Europea para proyectos liderados por productores negros o iniciativas comunitarias. El gobierno también apoya la participación internacional mediante reembolsos parciales por asistencia a ferias comerciales.

Australia mantiene un modelo mixto: cofinanciación pública-privada para I+D (20-25 millones AUD anuales), subvenciones directas al enoturismo (10 millones AUD anuales hasta 2028) y desgravaciones fiscales vía Wine Equalisation Tax Rebate (hasta 350.000 AUD por bodega). El presupuesto federal incluye partidas menores para acceso internacional a mercados agrícolas; tras finalizarse un paquete extraordinario anterior, el sector reclama más apoyo específico ante problemas coyunturales como la pérdida temporal del mercado chino.

En todos los casos analizados se observa una tendencia común: los gobiernos han respondido al exceso mundial de oferta con medidas excepcionales (destilación subvencionada o arranque incentivado), mientras refuerzan las partidas destinadas a promoción exterior e innovación tecnológica. La sostenibilidad ambiental gana peso como criterio obligatorio en Europa y como argumento central en las nuevas líneas estratégicas fuera del continente.

Para el próximo año se prevé continuidad generalizada tanto en los presupuestos base como en las medidas extraordinarias si persisten desequilibrios comerciales o climáticos. Los profesionales del sector deben tener presente que estos apoyos públicos influyen directamente sobre costes operativos, capacidad inversora y acceso a mercados internacionales. La política presupuestaria seguirá siendo determinante para la competitividad global del vino durante los próximos ejercicios.

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