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El vino no es más que fruta líquida y fermentada. La receta para la transformación en vino es en líneas generales la siguiente:
En su forma más básica, la elaboración de vino es así de simple. Una vez que las uvas estén machacadas, las levaduras (organismos diminutos unicelulares que habitan de forma natural en la viña y, por consiguiente, en las uvas) entran en contacto con el azúcar del zumo liberado de las uvas y lo convierten gradualmente en alcohol. Las levaduras también producen dióxido de carbono, que se evapora en el aire .Cuando éstas hayan culminado su trabajo, tu zumo será vino, el azúcar que contenía el zumo habrá desaparecido y, en su lugar, aparecerá el alcohol. Cuanto más maduras y dulces sean las uvas, mayor cantidad de alcohol tendrá el vino. Este proceso se llama: fermentación.
¿Qué podría ser más natural?
La fermentación es un proceso totalmente natural que no requiere para nada la participación humana, excepto para colocar las uvas en el recipiente y liberar su zumo. La fermentación también tiene lugar en la fruta, cereales y en general allí donde haya azúcar.
La sidra, por ejemplo procede de la fermentación de la manzana, la cerveza de varios tipos de cereales (cebada, trigo,...), el pan de la fermentación de la harina de trigo, el queso de la leche, etc.
Giros modernos en la elaboración de vino
En la actualidad, si todos los enólogos (se llama así a la persona que hace el vino) hicieran el vino de la forma que acabamos de describir, siempre estaríamos bebiendo lo mismo, y probablemente muy, muy ácido. De hecho antiguamente, para evitar esta acidez se usaban varios métodos, como rebajar con agua o mosto el vino, o simplemente fermentarlo paracialmente, para que mantenga mayor proporción de azúcar.
Sin embargo, los enólogos de hoy en día tienen un montón de técnicas, trucos, y tecnología, lo que hace que los vinos tengan diferentes sabores y sean menos ácidos.
Al elaborar el vino se puede controlar el tipo de recipiente que se utiliza para el proceso de fermentación (acero inoxidable y barricas de madera son los materiales principales), así como el tamaño del recipiente, la temperatura del jugo o zumo durante la fermentación, los tiempos, el empleo de aditivos (sulfitos), etc. Todas estas elecciones pueden marcar la gran diferencia en el sabor del vino.
Además, después de la fermentación, se puede escoger el tiempo que se deja al vino madurar y en qué tipo de recipiente.
La fermentación puede durar tres días o tres meses, y el vino puede madurar desde un par de semanas a un par de años o más. Si eres una persona indecisa a la que le cuesta tomar decisiones, no pienses en hacerte enólogo.
El ingrediente principal
Las uvas, la materia prima del vino, no crece en el vacío. El lugar en el que crecen, el suelo y el clima de cada región vinícola, así como las tradiciones y especialmente los trabajos de las personas que cuidan las uvas (los viticultores) afecta a la naturaleza de las uvas maduras y en consecuencia al sabor del vino elaborado de la mismas.
Sin lugar a dudas, uno de los factores más importantes a la hora de elaborar un vino es la naturaleza y el trabajo de la materia prima: las uvas. La uva es el principal ingrediente del vino, y todo lo que hace el viticultor, desde la viña y el cuidado de la uva repercutirá en el vino que nos beberemos.
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