Mariana Gil Juncal
Martes 20 de Mayo de 2025
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La provincia de Entre Ríos supo ser la cuarta productora de vinos argentinos argentinos, pero tras 60 años de prohibición de actividad vinícola, hoy renace con más de 50 proyectos distribuidos en 11 de los 17 departamentos de la provincia.
En el marco del 1º foro de termalismo y enoturismo llevado a cabo la semana pasada en San José, Entre Ríos, la actividad vitivinícola de la provincia estuvo a la orden del día para contar que actualmente están experimentando una revitalización de la industria con un constante incremento en las áreas implantadas y la apertura de bodegas.
Para el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), una de las fortalezas más grandes de Entre Ríos en materia vitivinícola es que en su mayoría los productores son propietarios de las tierras donde ubican sus viñedos, proporcionando así, estabilidad y trazabilidad de la inversión a largo plazo.
Por otro lado, el INTA destaca la adaptación de la variedad Marselan a las condiciones de Entre Ríos, motivo por el cual se ha convertido en un distintivo clave favoreciendo la diferencia de Entre Ríos sobre las demás regiones vitivinicultoras a nivel nacional.
Pero claro, no todo es color de rosa ya que en Entre Ríos la cadena vitivinícola enfrenta varios desafíos. Ya que la obtención de insumos de bodega dentro de la provincia suele representar un obstáculo que produce interrupciones en la producción, aumentando los costos de la misma. En tanto, los productores enfrentan dificultades vinculadas a la infraestructura logística, lo que se evidencia en que, la comercialización se concentra mayoritariamente, en la venta individual del establecimiento. Por si todo eso fuera poco, Entre Ríos tiene la necesidad de comprar plantas fuera de la provincia por lo que es vital desarrollar viveros locales que produzcan variedades adaptadas a las condiciones regionales. Por último, el incipiente crecimiento del sector vitivinícola, plantea la necesidad de especialistas en enología, generando así, programas educativos y formativos para la vitivinicultura en Entre Ríos; como también, la implementación de protocolos de calidad en las bodegas, para mejorar el producto final.
Para conocer cómo evoluciona el enoturismo en Entre Ríos conversamos con Jorge Satto, secretario de Turismo de Entre Ríos, Argentina.
En Entre Ríos el enoturismo surge a partir del renacer de la actividad vitivinícola en la provincia, luego de un largo impasse de 60 años. En su momento Entre Ríos supo tener muchas hectáreas de viñedos y era la cuarta provincia productora de vino del país. Así que a partir de 1993, derogada la ley de Justo, se fue recuperando la actividad productiva y el turismo. Así que hoy estamos en la búsqueda de encontrar nuevos productos enoturísticos, lo que es un gran desafío y al mismo tiempo una necesidad. Ya que el enoturismo en Entre Ríos volvió de a poco, ya que muchas de las bodegas o emprendimientos viñateros están cerca de ciudades con mucho turismo como Colón, Concordia, San José, Villa Elisa, Gualeguaychú o La Paz. Entonces no había que hacer demasiado esfuerzo para que quiénes venían por la pesca, los carnavales o las termas descubrieran que también estábamos produciendo vino.
Entre Ríos tiene una ubicación geográfica privilegiada porque está muy cerca de Rosario, Buenos Aires y Córdoba, los grandes centros urbanos; de hecho el 70% de la población del país está ahí. Y los tenemos a todos, en el peor de los casos, a 500 kilómetros de Entre Ríos, es un viaje de auto no muy largo. Buenos Aires es nuestro gran emisor, de donde provene el 80% del turismo de la provincia aunque también siempre hay un flujo de la República Oriental del Uruguay, ya que tenemos tres puentes internacionales que nos vinculan de forma directa.
El gran diferencial es que dado el nivel de desarrollo y el estadío en el que se encuentra el enoturismo, las bodegas abiertas al turismo están atendidas por sus dueños. Y eso marca una diferencia porque la persona que te explica es la que se levanta todos los días a ver cómo amaneció la viña. Y eso también genera una comunicación diferente.
Nosotros tenemos que crecer mucho en la formación de especialistas, más allá que estamos nutriéndonos de enólogos y especialistas con los hermanos uruguayos que viajan y nos dan sus saberes. Así diría que en la vitivinicultura el recurso humano es un punto flaco porque el turismo abre una puerta que genera una gran actividad productiva. Además de la comercialización y el marketing para que el entrerriano y el turista descubran nuestros vinos.
Es cierto que la potencialidad que tiene el enoturismo en Entre Ríos es que puede aprovecharse todo el año, porque tenemos un clima muy templado que permite hacer actividades al aire libre que en definitiva es lo que hoy la gente elige. Así que cuando el atractivo principal sea el carnaval, en el que nosotros llegamos a tener hasta 23 propuestas de carnaval en simultáneo, también se puede visitar una bodega. Cuando el atractivo sean las termas también se pueden visitar bodegas. La idea es combinar productos, pero el primer objetivo es desarrollar el producto porque como decía la abuela no se puede vender la piel antes de cazar la liebre. Y salir a vender un producto cuando no está del todo desarrollado no es un buen consejo.
Lo gastronómico en Entre Ríos tiene que ver mucho con el componente demográfico y su historia. Ya que a Entre Ríos vinieron todas las corrientes migratorias que llegaron al país. Acá en San José vinieron los francosuizos, pero también vinieron los alemanes, los judíos, los gallegos y los tanos. Pero si tuviera que distinguir algo que es fuerte en Entre Ríos diría el pollo porque el 60% de la actividad avícola nacional sale de acá. El pollo se prepara en mil variedades: al disco, a la parrilla, a la plancha, al spiedo, en empanadas, en tartas, en sándwich y en versión agridulce. Así que el pollo es un producto típicamente entrerriano. Y si hablamos de maridajes es ideal acompañarlo con las variedades distintivas y locales, como lo son el Tannat y el Marselan.
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