La fermentación en barrica: un refinado proceso para vinos de alta calidad

Cómo la fermentación en barrica define la calidad del vino

Úrsula Marcos

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La enología moderna ha revolucionado las técnicas de vinificación, fusionando la sabiduría tradicional con la precisión de la ciencia. Entre estas técnicas, la fermentación en barrica, que no la crianza en barrica, es un arte meticuloso que se destaca en la elaboración de vinos blancos de gama alta. Este proceso, a menudo reservado para los blancos más que para los tintos, implica retos específicos debido al manejo de los hollejos y la limitada apertura de los barriles, típicamente con una capacidad de unos 225 litros.

El proceso comienza con la fermentación del mosto en toneles de roble, que no es otra cosa que la transformación de los azúcares en alcohol y dióxido de carbono por acción de las levaduras. Pero la magia de la fermentación en barrica va más allá de la simple conversión química; busca extraer compuestos aromáticos y de sabor de la madera, así como fomentar la complejidad en el perfil del vino. Este objetivo se logra mediante el bastoneo de las lías, es decir, el removido de las heces y levaduras muertas, que libera sustancias que enriquecen el vino.

La elección del tipo de roble es fundamental en este proceso. El Quercus Sessilis, conocido como roble francés, es preferido por sus complejos aromas, mientras que el Quercus Alba, de origen americano, aporta aromas más potentes aunque menos complejos. También se utiliza el Quercus Pedunculata, aunque su aporte aromático es menor y su astringencia más pronunciada. Estos toneles se escogen con un tostado mediano a fuerte, y el tamaño del barril es crucial para asegurar un contacto óptimo entre las lías y el vino.

La gestión de las barricas es una ciencia en sí misma. Se prefiere el uso de barricas seminuevas, que han tenido un año o dos de uso para moderar la transferencia de astringencia o de compuestos aromáticos al vino. Es esencial mantener un equilibrio entre barricas nuevas y antiguas para evitar una oxidación excesiva o la aparición de olores desagradables de reducción. La renovación de las barricas se mantiene entre el 30 y el 50% anualmente, asegurando que ninguna supere los 2 a 3 años de uso.

En la fermentación en barrica de blancos, se evita el uso de sulfitos. La madera nueva se emplea directamente como la entrega el tonelero, solo enjuagada con agua fría, mientras que las barricas usadas requieren una limpieza exhaustiva para eliminar cualquier residuo de anhídrido sulfuroso. Este meticuloso proceso asegura que los vinos retengan su pureza y expresión varietal.

La temperatura de fermentación es otro factor clave, manteniéndose entre los 16° y 18° C. Las barricas se llenan hasta un 90% de su capacidad con mosto limpio y desfangado, y pueden ser inoculadas con levaduras secas activas o con mosto que ya ha iniciado su fermentación en depósitos de mayor tamaño.

El 'batonnage', o bastoneo, es una técnica que se aplica una vez finalizada la fermentación alcohólica. Consiste en remover manualmente las lías y el vino dentro de la barrica para fomentar un intercambio más intenso de sustancias entre ambos. Este proceso no solo mejora la textura y el cuerpo del vino, sino que también incrementa su complejidad aromática y gustativa. La duración del bastoneo varía según el criterio del enólogo y el estilo de vino deseado, pudiendo extenderse más allá de tres o cuatro meses.

Los beneficios de la fermentación en barrica son indiscutibles. Los vinos blancos sometidos a este proceso adquieren características sensoriales únicas y una mayor estabilidad para el envejecimiento. La autolisis enzimática de las levaduras libera compuestos que añaden volumen y sensación grasa en boca, mientras que la interacción con la madera suaviza los taninos y evita una excesiva astringencia.

La crianza sobre lías y la fermentación en barrica también influyen en la coloración del vino, resultando en tonalidades más pálidas y reduciendo el riesgo de oxidación. A nivel aromático, se favorece la presencia de notas de coco y frutos secos, diferenciándose claramente de los aromas de tostado y vainilla característicos de los vinos sometidos únicamente a crianza en barrica.

La fermentación en barrica es una técnica que, pese a su complejidad y demanda de precisión, recompensa con vinos de extraordinaria calidad y profundidad. Es una práctica que subraya la importancia de la paciencia y la atención al detalle en la búsqueda de la excelencia enológica.

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