Úrsula Marcos
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El vino rosado está cada vez más de moda, en algunos países, como Francia, es una bebida muy popular. Popularmente se caracterizan por ser vinos a medio camino entre el tinto y el blanco, conteniendo lo mejor de ambos, al ser un vino fresco y agradable de beber, a la vez que posee aromas y sabores más complejos característicos de uvas tintas. Se trata además de una bebida que ha sido valorada por su sabor diferenciado desde hace muchos siglos.
En la actualidad, el vino rosado es producido en todo el mundo, desde Francia hasta California, desde Sudáfrica hasta Chile, y se elabora en una variedad de estilos que pueden ser disfrutados por todo tipo de paladares.
Los vinos rosados son vinos tintos que se han elaborado con las pieles (hollejos) en contacto con el mosto durante un período de tiempo limitado durante la maceración, es decir antes de la fermentación. Este proceso permite que el vino adquiera su color rosa característico, sin llegar al color tinto, y le da un sabor fresco y afrutado. Tomando características del vino blanco y del tinto, como acabamos de ver.
Existen diferentes tipos de vinos rosados, cada uno con su propio estilo y sabor distintivo. Alguno de los tipos más comunes son:
La elaboración de vinos rosados es un proceso complejo que requiere una gran cantidad de habilidad y experiencia por parte del enólogo. El proceso comienza con la selección cuidadosa de las uvas que se utilizarán para la elaboración del vino. En general, las uvas que se utilizan para elaborar vinos rosados son uvas tintas de piel delgada, como la uva Pinot Noir, la uva Garnacha o la uva Tempranillo.
La elaboración de los vinos rosados es un proceso que combina técnicas utilizadas en la producción de vino blanco y vino tinto.
Una vez que las uvas han sido seleccionadas, se prensan suavemente para extraer el mosto. El mosto se deja macerar en contacto con las pieles durante un período corto de tiempo, generalmente de unas pocas horas a un día, dependiendo del estilo de vino que se esté elaborando.
Durante la maceración, los pigmentos de la piel de las uvas se transfieren al mosto, lo que le da al vino su característico color rosa. El enólogo puede controlar la intensidad del color del vino rosado ajustando el tiempo de maceración. Una vez que se ha alcanzado el color deseado, el mosto se separa de las pieles y se somete a un proceso de fermentación.
El color del vino rosado puede ir desde los tonos muy pálidos, como el piel de cebolla, hasta los más oscuros, como los violáceos o granate, pasando por toda la gama intermedia, a saber: salmón, frambuesa, cereza... Cuanto mayor sea el tiempo de contacto de los hollejos con el mosto durante la etapa prefermentativa, mayor tonalidad oscura adquirirá el vino rosado.
La fermentación puede tener lugar en tanques de acero inoxidable o en barricas de roble, dependiendo del estilo de vino que se esté produciendo. Durante la fermentación, las levaduras transforman el azúcar del mosto en alcohol, lo que da lugar a un vino seco. Si se desea un vino más dulce, se puede detener la fermentación antes de que se haya consumido todo el azúcar.
Después de la fermentación, el vino se somete a un proceso de clarificación y filtrado para eliminar cualquier impureza o sedimento. Finalmente, el vino se embotella y se deja envejecer durante un período de tiempo variable antes de ser comercializado.
El vino rosado es un vino versátil que se puede maridar con una amplia variedad de alimentos. Debido a su acidez y frescura, el vino rosado es particularmente adecuado para acompañar platos ligeros y refrescantes, como ensaladas, pescados y mariscos. Sin embargo, también puede maridar con platos más sustanciosos, como carnes rojas y platos de pasta.
Recomendaciones de maridajes para diferentes tipos de vinos rosados:
Rosado seco: El rosado seco es un vino versátil que se puede maridar con una amplia variedad de alimentos. Este tipo de vino es particularmente adecuado para acompañar platos ligeros y refrescantes, como ensaladas, ceviches, sushi y pescados a la parrilla. También se puede maridar con platos más sustanciosos, como carnes blancas, aves de corral y platos de pasta con salsas ligeras.
Rosado semiseco: El rosado semiseco es un vino ligeramente dulce que es ideal para maridar con comidas picantes y sabrosas. Este tipo de vino es particularmente adecuado para acompañar platos de comida mexicana, como tacos de carnitas o enchiladas. También se puede maridar con platos de comida asiática, como curry y arroz frito.
Rosado espumosos, de aguja y frizzantes: Son perfectos para beber solos en una tarde calurosa. Pero también este tipo de vino es ideal para acompañar platos de comida ligera, como ensaladas de frutas y quesos suaves. También se puede maridar con platos de mariscos y pescados, como ceviches y sushi. Además, son perfectos para acompañar postres ligeros, como tartas de frutas y sorbetes.
Rosado con cuerpo: El rosado con cuerpo es un vino intenso y con un mayor grado de alcohol que los rosados más ligeros. Este tipo de vino es ideal para maridar con platos más sustanciosos, como carnes blancas y rojas, cordero y platos con salsas más pesadas. También se puede maridar con quesos más intensos, como quesos azules y maduros.
El vino rosado es un vino versátil que se puede maridar con una amplia variedad de alimentos. Desde platos ligeros y refrescantes hasta platos más sustanciosos, hay un vino rosado adecuado para cada tipo de comida. Al elegir un vino rosado para maridar con su comida, debes fijarte en el estilo del vino, el grado de dulzor y la intensidad del sabor para encontrar la combinación perfecta.
La diferencia entre un vino rosado y un clarete puede ser sutil, y en algunos casos, los términos se utilizan indistintamente para describir vinos con un color rosado claro. Sin embargo, en general, hay una diferencia técnica en cómo se elaboran los vinos rosados y los claretes.
El vino rosado, como hemos visto, se elabora a partir de uvas tintas que se dejan en contacto con sus hollejos durante un corto período de tiempo. Este contacto da al vino su color rosado característico. Después de la maceración, se separan las pieles de las uvas y el mosto fermenta en ausencia de las pieles para producir un vino rosado ligero y fresco.
En cambio, un clarete es un vino que se elabora a partir de una mezcla de uvas tintas y blancas que se prensan juntas y se maceran por muy breve tiempo, produciendo un mosto ligeramente rosado. La inmediata fermentación posterior también se realiza en presencia de las pieles, lo que produce un vino más oscuro que el vino rosado, pero más claro que la mayoría de los vinos tintos, de ahí su nombre: un tinto clarete.
Si bien, originalmente los claretes se presentan como vinos más oscuros que los rosados, por el motivo que acabamos de ver, actualmente esto no siempre es necesariamente así, ya que la mano del enólogo puede producir vinos rosados con mucho cuerpo, casi como tintos y claretes muy pálidos.
La principal diferencia entre el vino rosado y el clarete es que el vino rosado se elabora a partir de uvas tintas con una breve maceración, mientras que el clarete se elabora a partir de una mezcla de uvas tintas y blancas y con una fermentación en presencia de las pieles.
Esta mezcla, como es obvio, dará un vino rosado, es decir un vino coupage rosado elaborado con la mezcla de dos tipos de vinos, blanco y tinto.
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