Viernes 21 de Noviembre de 2025
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La imposición de nuevos aranceles a las importaciones en Estados Unidos, anunciada por el presidente estadounidense el pasado mes de abril, ha generado cambios importantes en el comercio del vino. La medida afecta a casi todos los países exportadores y busca reducir el déficit comercial del país. Según fuentes del sector, estos aranceles aportan cerca de 30.000 millones de dólares mensuales al Tesoro estadounidense, lo que ayuda a paliar el déficit público. Sin embargo, muchas empresas, sobre todo las pequeñas, se ven amenazadas por este nuevo sistema fiscal.
Victor Owen Schwartz, importador de vinos y fundador de VOS Selections en Nueva York, ha liderado una acción judicial para intentar anular estos aranceles. Tras dos sentencias favorables en tribunales inferiores, el caso llegó a la Corte Suprema el pasado 5 de noviembre. Aunque aún no hay fecha para la decisión final, se espera que la resolución llegue pronto debido a la rapidez con la que se ha tramitado el caso.
Andrea Nappi Conforme, presidenta de la Asociación Nacional de Importadores de Bebidas (NABI), explica que todos los operadores sienten el impacto de estos aranceles porque deben pagarse por adelantado, independientemente de si luego pueden trasladar ese coste al precio final. Este pago anticipado genera problemas de liquidez y muchas empresas han evitado realizar grandes inversiones en este periodo. Algunas compañías lograron adelantar envíos antes de la entrada en vigor de los aranceles el 7 de agosto para productos europeos, pero esta decisión también supuso un esfuerzo financiero considerable.
La situación se complica por la subida de los tipos de interés y por la paralización parcial del gobierno federal estadounidense. Aunque los puertos siguen operativos y los agentes aduaneros continúan trabajando, los importadores no están recibiendo devoluciones fiscales previstas en la ley Craft Beverage Modernization Act. Además, se han suspendido las autorizaciones para nuevas etiquetas (COLA), lo que supone pérdidas para las empresas que planeaban lanzar nuevos productos.
El tipo de cambio también ha influido en el mercado. En los últimos meses, el dólar ha perdido valor frente al euro, pasando de una paridad casi total a un cambio entre 1,17 y 1,20 dólares por euro. Esto supone un aumento adicional del 15% en el precio de los productos europeos en Estados Unidos y eleva el incremento total hasta un 30%.
Para hacer frente a estos cambios fiscales y monetarios, las empresas han adoptado varias estrategias. El uso de almacenes aduaneros o zonas francas permite retrasar el pago de impuestos y mantener los productos disponibles en destino. También se están optimizando los costes logísticos y recurriendo al sistema “duty drawback”, que permite recuperar parte de los aranceles si se exportan productos similares. Cada vez más operadores apuestan por marcas propias (“private labels”) para controlar mejor sus márgenes y costes.
El envío de vino a granel es otra opción que algunos exportadores europeos están considerando como solución a largo plazo. Serena Campbell, directora operativa de USA Wine West, señala que ahora existe una ventaja arancelaria para vinos europeos a granel con más del 14% de alcohol y un valor comercial inferior a 1,50 dólares por litro. Antes estos vinos soportaban tasas más altas; ahora pagan lo mismo que hace décadas. Las exportaciones francesas de vino a granel hacia Estados Unidos han aumentado un 59% en siete meses.
Aunque estas medidas aún no son generalizadas y muchas empresas siguen adaptándose, las importaciones totales muestran cierta resistencia. Según datos provisionales de la NABI hasta julio —fecha hasta la que hay registros debido a la paralización administrativa— las importaciones estadounidenses de vinos tranquilos crecieron un 5,7% en volumen durante los primeros siete meses del año; los espumosos subieron un 13,4%. En el caso francés, las subidas fueron del 9,2% y del 14,9%, respectivamente.
Los vinos importados siguen siendo difíciles de sustituir por productos locales y ofrecen una relación calidad-precio apreciada por los consumidores estadounidenses. Adam Schulz, corredor especializado en vino a granel en Estados Unidos, afirma que los aranceles no han tenido un efecto importante porque los precios del vino a granel son muy bajos y siguen siendo atractivos incluso con incrementos del 10 o 15%. Según Schulz, vendió más vino en una semana reciente que durante todo el año anterior.
En cuanto al valor medio del vino importado, apenas ha subido un 1% en siete meses considerando todos los países proveedores. Sin embargo, según algunos operadores como Schulz, las tendencias actuales son más positivas que hace un año.
La decisión final sobre la legalidad de estos aranceles está ahora en manos del Tribunal Supremo estadounidense. Nicolas Boissonneau, productor bordelés cuyos vinos llegan a una treintena de estados norteamericanos desde hace años, considera poco probable una anulación total aunque reconoce que sería una sorpresa positiva para el sector. Andrea Nappi Conforme opina que incluso si se anulan estos aranceles actuales, es probable que la administración busque otras vías legales para mantenerlos.
Más allá del debate jurídico sobre quién tiene autoridad para imponer estos impuestos —el presidente o el Congreso— esta situación muestra cómo el sector vinícola internacional debe adaptarse constantemente a cambios políticos y económicos para seguir operando en mercados clave como Estados Unidos.
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