El misterio de la última copa de vino

Más que un misterio, una ciencia

Úrsula Marcos

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El mundo del vino, con sus matices y complejidades, a menudo nos ofrece experiencias sensoriales que desafían nuestra comprensión. Una de las observaciones más intrigantes para los aficionados y expertos por igual es la percepción de que la última copa de vino de una botella suele ser la mejor. ¿Es esto un fenómeno psicológico, o hay una explicación científica detrás de esta experiencia? Para comprender este fenómeno, debemos examinar las dinámicas de cómo el vino evoluciona desde el momento en que se abre la botella hasta que se termina la última gota.

La botella de vino, un equilibrio entre conservación y oxidación

La botella de vino no es solo un contenedor; es un sistema diseñado para preservar sus contenidos mientras los protege del aire exterior. El oxígeno, componente crucial del aire, es tanto un aliado como un enemigo del vino. Cuando el vino y el oxígeno se encuentran, se desencadena un proceso de oxidación. Este proceso puede ser beneficioso en pequeñas dosis pero perjudicial si es prolongado o excesivo.

Curiosamente, el aislamiento del vino en la botella puede, en ciertas circunstancias, ocultar algunas de sus mejores características. Esto es especialmente cierto para las botellas selladas con corcho, ya sea natural o sintético, así como con otros tipos de cierres.

La oxigenación, clave para liberar el potencial del vino

La oxigenación, el proceso de exponer el vino al aire, es esencial para realzar sus características. Contrario a lo que se podría pensar, una vez que la botella está abierta, el vino no se deteriora de inmediato. De hecho, el contacto breve con el aire puede revitalizar el vino, especialmente en el caso de los tintos. Sin embargo, esta interacción debe ser controlada, ya que una exposición prolongada puede tener efectos negativos.

Métodos para airear el vino

  • Abrir la Botella Anticipadamente: Una técnica común es abrir la botella un tiempo antes de su consumo. Sin embargo, esta práctica es limitada en efectividad, ya que la superficie de contacto con el aire es mínima. Se recomienda servir una o dos copas inmediatamente después de abrir la botella para aumentar esta superficie de contacto.
  • Uso de Decantadores y Jarras: Trasladar el vino a un decantador es una práctica habitual en el ámbito de la restauración. Este proceso, conocido como decantar o jarrear, aumenta significativamente la superficie de contacto del vino con el aire. Los decantadores no solo son funcionales sino que también añaden un toque de elegancia a la mesa.
  • Aireadores: Estos dispositivos se utilizan para oxigenar el vino mientras se vierte en la copa. Ofrecen una manera rápida y efectiva de airear el vino, ideal para situaciones donde se sirve una sola copa. A pesar de su utilidad, pueden ser algo incómodos de manejar y, en algunos casos, costosos.

No todos los vinos requieren aireación. Los tintos jóvenes y tánicos suelen beneficiarse más de este proceso, mientras que los vinos más delicados o envejecidos necesitan menos aireación. Es importante recordar que los vinos de mayor edad deben ser tratados con cuidado para evitar la sobreexposición al aire, que podría comprometer sus delicadas cualidades.

Por tanto, la última copa de una botella de vino puede ser la mejor debido a un equilibrio cuidadosamente gestionado entre la conservación y la oxigenación. A través de prácticas como la decantación y el uso de aireadores, los amantes del vino pueden optimizar su experiencia, disfrutando de las sutilezas y la complejidad que cada botella tiene para ofrecer.

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