El sector del vino afronta en 2026 una caída histórica de producción y polarización de precios según el informe Veintemillas

La crisis climática, los aranceles y la demanda de sostenibilidad impulsan cambios en variedades, packaging y mercados internacionales

Miércoles 17 de Diciembre de 2025

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El sector del vino afronta en 2026 una caída histórica de producción y polarización de precios según el informe Veintemillas

El estudio Veintemillas ha presentado este martes, 16 de diciembre, su Informe Anual de Tendencias 2026, un documento que analiza los principales cambios previstos en el sector del vino, la alimentación y la gastronomía para el próximo año. El informe, que se publica desde 2019 y cuenta con más de 80 páginas, se ha consolidado como una herramienta de consulta para profesionales y empresas del sector. El documento está disponible para su descarga gratuita y recoge 31 tendencias que afectan tanto a productores como a distribuidores, restaurantes y agencias de comunicación.

El informe señala que el sector vitivinícola afronta una situación compleja por la combinación de factores climáticos, económicos y geopolíticos. La crisis climática ha provocado una reducción histórica en la producción de uva, lo que obliga a las bodegas a replantear sus estrategias. Además, la volatilidad internacional y las políticas arancelarias están forzando a muchas empresas a diversificar mercados y reforzar las cadenas de suministro regionales.

Entre las tendencias principales para 2026 figura la regionalización de las operaciones. Las bodegas están priorizando la compra de uva local y relocalizando parte de sus inventarios para reducir riesgos asociados al transporte y los aranceles. Este movimiento también responde a una demanda del consumidor, que valora cada vez más el origen local del producto. Ejemplos como Catena Zapata en Argentina o Jackson Family Wines en Estados Unidos muestran cómo algunas empresas ya han adaptado sus cultivos a regiones menos expuestas al calor extremo.

El informe también advierte sobre el impacto de los aranceles, especialmente en el mercado estadounidense. Las bodegas con una alta dependencia del mercado norteamericano están buscando alternativas en Asia o América Latina y ajustando precios para mantener su competitividad. Empresas como Torres Familia en España o Penfolds en Australia han diversificado sus exportaciones tras sufrir restricciones comerciales.

La escasez de uva y la polarización de precios es otro fenómeno relevante. Los costes de la materia prima aumentan y las bodegas deben priorizar variedades resistentes al estrés hídrico. Se observa una tendencia hacia vinos premium con mayor margen y productos de gran volumen a bajo precio, mientras que la gama media tiende a reducirse o desaparecer.

La sostenibilidad ambiental se refleja en el etiquetado climático. Cada vez más bodegas informan sobre su huella de carbono, uso del agua o certificaciones ambientales en sus etiquetas. Grandes empresas invierten en proyectos para reducir emisiones, mientras que las pequeñas buscan financiación a través del segmento premium para adaptarse a estas exigencias. El informe advierte sobre el riesgo reputacional si no se cumplen los compromisos anunciados.

En cuanto al packaging, la crisis del vidrio ha impulsado formatos alternativos como el Bag-in-Box o los envases reutilizables. Estos formatos permiten reducir costes logísticos y adaptarse a nuevos hábitos de consumo, aunque requieren un esfuerzo adicional para comunicar calidad en presentaciones no tradicionales.

La venta directa al consumidor (DTC) y los modelos de suscripción ganan peso como respuesta a la incertidumbre exportadora y la reducción de volúmenes. Las bodegas apuestan por clubes de vino, tiendas online propias y cajas por suscripción para recuperar margen y fidelizar clientes. Sin embargo, deben afrontar obstáculos logísticos y normativos asociados a la venta transfronteriza.

La tecnología aplicada al viñedo es otra tendencia clave. El uso de sensores, Inteligencia Artificial y Big Data permite optimizar riegos, detectar enfermedades tempranas y mejorar la previsión de cosechas. Aunque requiere una inversión inicial elevada, se espera que estas soluciones sean cada vez más accesibles para cooperativas y bodegas medianas.

El cambio varietal es una estrategia adoptada por muchos viticultores ante el aumento de temperaturas y la escasez hídrica. Se están plantando variedades autóctonas más resistentes o portainjertos tolerantes a la sequía. Este cambio puede modificar el perfil sensorial tradicional de algunas regiones e implica debates normativos entre innovación y protección del patrimonio varietal.

La mecanización se presenta como respuesta obligada ante la falta de mano de obra cualificada y las ventanas cortas para vendimiar debido al clima. Se prevé un aumento del uso combinado de vendimia manual y mecánica, así como el crecimiento de empresas especializadas en servicios mecanizados.

El informe también subraya la importancia del enoturismo como fuente alternativa de ingresos para las bodegas. Estas instalaciones funcionan cada vez más como plataformas que combinan producción con eventos, hostelería o experiencias formativas. La diferenciación será clave ante el riesgo de saturación en destinos tradicionales.

Por último, se observa un aumento en la demanda de vinos desalcoholizados o con bajo contenido alcohólico, impulsada por consumidores preocupados por su salud. Bodegas españolas como Matarromera o Vintae han lanzado gamas específicas sin alcohol para responder a este nuevo nicho.

El Informe Anual Veintemillas concluye que el sector vitivinícola deberá adaptarse rápidamente a estos cambios si quiere mantener su competitividad durante 2026. Las tendencias recogidas reflejan tanto los problemas actuales como las oportunidades que surgen ante un escenario cambiante marcado por factores climáticos, económicos y sociales.

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