Jueves 13 de Noviembre de 2025
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Los viñedos de Estados Unidos atraviesan una situación complicada. Este año, miles de hectáreas de uva para vino han quedado sin vender y muchas han sido abandonadas o arrancadas. El motivo principal es el exceso de vino en el mercado y en las bodegas, lo que ha llevado a la cancelación de contratos por parte de las bodegas y a la acumulación de uvas sin salida comercial.
El sector del vino en Estados Unidos, valorado en 325.000 millones de dólares, se enfrenta a varios factores que han provocado este exceso de oferta. Entre ellos figuran la disminución del consumo de alcohol, cambios en los hábitos de los consumidores, el aumento de la inflación que encarece los precios, la presión de grupos contrarios al alcohol, los aranceles y la llegada de nuevas bebidas como tés alcohólicos o productos con THC.
En California, que produce el 87% del vino estadounidense, la situación es especialmente grave. Stuart Spencer, director ejecutivo de la Lodi Wine Grape Commission, explica que nunca se había visto un mercado tan complicado para los viticultores. Karissa Kruse, presidenta de Sonoma County Winegrowers, calcula que alrededor del 30% de las uvas en esa zona no se han vendido este año. En Napa Valley también hay uvas sin comprador y algunas bodegas han rescindido contratos.
El problema no se limita a California. En Oregón, Gina Bianco, directora ejecutiva del Oregon Wine Board, confirma que algunos productores han perdido sus contratos y están considerando arrancar parte de sus viñedos o buscar variedades más resistentes al clima y enfermedades. Greg Jones, presidente del mismo organismo, señala que los viticultores están reduciendo costes y replanteando el diseño de los viñedos para adaptarse mejor al entorno.
En Washington, Kristina Kelly, directora ejecutiva de la Washington State Wine Commission, indica que muchos productores no han encontrado comprador para parte de su cosecha pese a haber tenido una buena temporada agrícola. Para hacer frente a esta situación, están diversificando cultivos y buscando nuevos canales de venta. Han lanzado una iniciativa nacional para promover el consumo por copa en restaurantes y bares.
Texas también sufre el exceso de oferta. Kirk W. Williams, profesor en Texas Tech University, estima que entre el 25% y el 30% de las uvas del Texas High Plains no se han vendido este año. Algunas variedades alcanzan hasta un 60% sin salida comercial. Algunos productores han optado por elaborar vino propio para venderlo directamente; otros han abandonado sus viñedos o los han puesto a la venta.
En Nueva York, un productor anónimo calcula que entre el 20% y el 30% de las uvas no se han vendido este año. Los grandes compradores ya tienen suficiente vino almacenado y muchos pequeños productores dejan caer las uvas al suelo para que sirvan como abono.
Virginia ha visto cómo los precios por tonelada se mantienen estables o bajan desde hace tres años mientras aumentan los costes de gestión del viñedo. Matthew Brown, director de Virginia Wine Coalition, informa que casi la mitad de los productores ha tenido problemas para vender sus uvas en algún momento durante los últimos cinco años. Para adaptarse a la demanda real, han reducido más de 500 hectáreas entre 2022 y 2024 y unas 30 bodegas han cerrado en dos años.
En Ohio, Donniella Winchell, directora ejecutiva de Ohio Wines, señala que cerca del 20% del fruto sigue sin vender en zonas como Lake Erie o Grand River Valley. Están organizando talleres para impulsar la venta a granel tanto de zumo como de vino.
En Carolina del Norte, Nicole Chesney explica que la mezcla varietal local y el peso del enoturismo ayudan a amortiguar el impacto negativo. Sin embargo, algunos productores están cambiando variedades menos resistentes por híbridos más adaptados al entorno actual.
California ha arrancado más de 15.000 hectáreas entre octubre del año pasado y agosto pasado según datos recogidos por Natalie Collins, presidenta de la California Association of Winegrape Growers. El objetivo es ajustar la superficie plantada a la demanda real del mercado. Muchos agricultores aprovechan para dejar descansar la tierra o investigar nuevas variedades más atractivas para los consumidores o más resistentes al cambio climático.
Algunos productores logran vender sus uvas en el mercado a granel; parte del vino resultante acaba en marcas blancas para supermercados o restaurantes. Otros optan por cambiar a cultivos alternativos como almendros o nogales.
En Napa Valley se ha conseguido una ayuda federal para ofrecer formación financiera y legal a los viticultores con el fin de fortalecer sus negocios ante esta situación.
Según Jeff Bitter, presidente de Allied Grape Growers en California, al menos un 20% de la producción no se ha cosechado ni procesado este año. La industria busca ajustar la producción a la demanda real e innovar para atraer nuevos consumidores. Sin embargo, adaptar un viñedo lleva tiempo: desde que se planta hasta que produce uva apta para vinificación pueden pasar entre tres y siete años.
El sector vivió más de dos décadas seguidas de crecimiento desde mediados de los noventa hasta 2018; después las ventas comenzaron a estabilizarse e incluso descendieron un 9% al cierre del año pasado.
Algunos expertos creen que podría estar cerca el equilibrio entre oferta y demanda si se mantiene la reducción actual en las cosechas. Jon Moramarco, socio editor del informe Gomberg Fredrikson Report y socio gestor en BW166, estima que el mercado estadounidense puede absorber unos 3,2 millones de toneladas anuales solo en California. Si las cifras actuales rondan los 2,5 millones previstas para este año según Glenn Proctor (Ciatti Company), podría producirse ese ajuste pronto.
La evolución futura dependerá también de si surgen productos capaces de atraer a nuevos segmentos como la generación Z o si cambian las tendencias actuales entre los consumidores estadounidenses. Por ahora muchos viticultores siguen buscando soluciones mientras esperan una recuperación del mercado.
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