Tipos de vino y características principales

Las clasificaciones de los tipos de vino existentes podemos realizarlas según diversos parámetros que, en muchas ocasiones, no son excluyentes unos de otros

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Un posible establecimiento sobre la tipología del vino podría ser atendiendo a su estado, color, envejecimiento, calidad e identidad geográfica, contenido en azúcar y al carácter especial de algunos tipos de vinificaciones.

ESTADO

Atendiendo a su estado, se establece una primera clasificación con dos grandes grupos: vinos tranquilos y vinos espumosos.

En los vinos tranquilos no existe presencia alguna de anhídrido carbónico que altere su apariencia.

Los vinos espumosos engloban a todos aquellos champanes, cavas, vinos de aguja y espumosos en general, en cuya composición forma parte el anhídrido carbónico, tanto de naturaleza endógena como exógena, perceptible durante el ejercicio de la cata tanto visualmente como en la boca.

COLOR

Atendiendo a su color, se diferencian tres claros grupos: los vinos blancos, elaborados a partir de uvas blancas; los rosados y claretes, producidos a partir de variedades tintas o de tintas y blancas conjuntas; y los vinos tintos, elaborados a partir de uvas tintas.

ENVEJECIMIENTO

Atendiendo a su envejecimiento, hay cuatro grupos principales: vino joven, crianza, reserva y gran reserva.

En primer lugar, el vino joven es el que sale al mercado al año siguiente a su vendimia, sin paso evolutivo por barrica de madera alguno. Por el contrario, el vino crianza ha sido sometido a un periodo mínimo de veinticuatro meses de envejecimiento, tanto en barrica como en botella, de los cuales, al menos seis, han de haberse realizado en barrica de madera.

El vino reserva ha de permanecer evolucionando un mínimo de treinta y seis meses, de los cuales al menos doce deben ser en barrica de madera.

Por último, el vino gran reserva cuenta con un periodo de guarda que, como mínimo, supera los sesenta meses, de los cuales al menos veinticuatro han de transcurrir en barrica.

Esta clasificación en función del tiempo de envejecimiento puede variar sensiblemente de un consejo regulador a otro y también en función del color del vino.

CALIDAD

Atendiendo a su calidad, los vinos se clasifican en vinos de mesa, de la tierra, con indicación geográfica, con Denominación de Origen (DO), con Denominación de Origen Calificada (DOCa) y de pago.

Los vinos de mesa son aptos para el consumo, aunque no hay que reseñar en ellos detalles remarcables, permite la utilización de uvas de diferentes localizaciones siempre que se realicen en condiciones referenciadas de calidad, por lo que no figurará distinción geográfica en la botella, excepto la provincial que viene determinada por la correspondiente comunidad autónoma que determina.

Los vinos de la tierra, que proceden de determinadas zonas de España, son vinos con unas características precisas que incluyen una adecuada indicación geográfica y unas cualidades organolépticas concretas e identificables, aunque están velados por una normativa legal mucho más relajada que la del resto de registros vinícolas superiores.

Los vinos con indicación geográfica son el resultado del proceso de elaboración de una zona concreta, que avalan un producto de características específicas y que, en muchos casos, son un paso previo a la formación de un consejo regulador de la denominación de origen.

Los vinos con DO, amparados bajo la protección de este sello, son los procedentes de una zona geográfica concreta y delimitada, elaborados siguiendo parámetros precisos regulados por el consejo regulador de la denominación de origen, estamento que vela por el cumplimiento de sus normas y dictámenes.

Los vinos con DOCa son aquellos que por su sello van un paso más allá en la legislación del vino, con estatutos más estrictos y restrictivos que los que regulan las DO convencionales. En la actualidad hay dos en España: Rioja, que lo es desde el año 1991 y Priorat, que muestra galones desde el año 2009.

La denominación "vinos de pago" supone un reconocimiento superior que puede recibir una zona muy determinada, con unas condiciones vitivinícolas distintivas y que viene provisto de un estricto control integral de calidad, con unos requisitos similares a los establecidos para las DOCa.

AZÚCAR

No todo el azúcar presente en el vino es de carácter residual, sino que, en ocasiones, se busca en concreto una vinificación que asegure la presencia de determinada cantidad de azúcar en el vino. De este modo, atendiendo a su contenido en azúcar, marcado en gramos por litro, los vinos se clasifican en: secos, abocados, semisecos, semidulces y dulces.

Los vinos secos contienen menos de 5 g de azúcar por litro; los abocados tienen un contenido en azúcar de entre 5 y 15 g/l; los semisecos son los que tienen entre 15 y 30 g de azúcar por litro; los semidulces presentan una cantidad de azúcar variable entre 30 y 50 g; y los dulces tienen más de 50 g de azúcar.

ESPECIALES

Atendiendo al carácter especial de algunos tipos de vinificaciones, también se establece una clasificación en este sentido. Así habrá vinos generosos, licorosos y aromatizados.
Los vinos generosos son a los que se les aumenta su grado alcohólico, normalmente con la adición de alcohol, con la intención de conseguir un producto más estable y con cualidades organolépticas diferentes. Los jereces, oportos y madeiras pertenecen a esta categoría.

Los vinos licorosos, generalmente dulces, presentan un contenido alcohólico más elevado con o sin ningún tipo de adición etílica.

Los aromatizados son vinos con diferentes sustancias, generalmente de carácter vegetal (hojas, frutos, raíces, cortezas, etc.) que les aportan ese aroma especial. Un ejemplo de este tipo de vinos es el vermú.

Existen numerosas posibilidades de clasificación, aunque si atendemos al tipo de vinificación específica empleada en la elaboración del vino, quizás la clasificación con más sentido dividiría a los vinos en cuatro grupos concretos: tranquilos, espumosos, generosos y aromatizados.

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