Jueves 30 de Octubre de 2025
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El comercio de bebidas alcohólicas entre Canadá y Estados Unidos ha generado preocupación entre los productores de uva de California. Cada año, Canadá envía a Estados Unidos más de 50 millones de galones de un producto etiquetado como “vino canadiense”, aunque en realidad se elabora principalmente con alcohol de grano y no con uvas. Este producto entra en el país gracias a acuerdos comerciales previos y a una definición legal canadiense de “vino” que difiere de la tradicional en Estados Unidos.
La situación se remonta a 2001, cuando Canadá modificó su definición legal de vino para incluir fermentados a base de azúcar o dextrosa, con un contenido mínimo de uva. Debido a acuerdos comerciales, Estados Unidos está obligado a aceptar esta definición para efectos aduaneros y fiscales. Así, estos productos ingresan bajo la partida arancelaria HTS 2204.29.00 y son tratados como vino tanto en aduanas como en impuestos especiales.
En Estados Unidos, la definición tradicional de vino exige que provenga de frutas, principalmente uvas o cítricos. Sin embargo, la aceptación del criterio canadiense permite que estos productos, que no cumplen con los estándares estadounidenses, sean clasificados como vino. Esto ha provocado que empresas utilicen este “vino canadiense” como base alcohólica para bebidas como vermut, cócteles tipo margarita elaborados con vino y otros productos similares.
El principal atractivo para las empresas es el ahorro fiscal. El impuesto federal sobre el vino es considerablemente menor que el impuesto sobre los licores destilados. Por ejemplo, según datos del analista Jon Moramarco, para un producto con 18% de alcohol por volumen (ABV), el impuesto al vino es de 1,57 dólares por galón, mientras que el impuesto a los licores es de 4,86 dólares por galón. Esto permite a las compañías reducir costes al utilizar “vino canadiense” en lugar de alcoholes destilados tradicionales.
La mayor parte del “vino canadiense” importado llega a estados como Indiana, Ohio o Kentucky, donde se mezcla con otros ingredientes para crear bebidas alcohólicas que pueden venderse en tiendas autorizadas solo para vino y cerveza. Productos conocidos como Fireball Cinnamon Whiskey pueden contener hasta un 49% de este tipo de vino importado.
Para los productores californianos, esto supone una pérdida directa de mercado. Tradicionalmente, el llamado OTS wine (“Other Than Standard”) se elaboraba en California o Florida usando excedentes de uva o naranja. Este producto servía como salida para pequeños agricultores que vendían sus uvas a precios bajos pero aceptables. Ahora, la entrada masiva del producto canadiense ha desplazado esa producción local.
Natalie Collins, presidenta de la Asociación de Productores de Uva para Vino de California (CAWG), señala que no pueden competir con los precios del producto importado desde Canadá, que llega a costar apenas 1,08 dólares por galón. Stuart Spencer, director ejecutivo de la Comisión Lodi Wine Grape, explica que esta situación es resultado no solo del acuerdo internacional sobre prácticas enológicas firmado en 2001 sino también de cambios legales en Estados Unidos en 2004 y 2005 y la amplia definición canadiense recogida en su Excise Act.
El informe Gomberg-Fredrickson indica que hace dos años las importaciones alcanzaron casi 60 millones de galones y el año pasado sumaron 53,5 millones (equivalente a unos 22 millones de cajas). Moramarco calcula que sustituir ese volumen requeriría unas 400.000 toneladas de uva californiana, más del 10% del total anual del estado.
El precio final también refleja la diferencia: el “vino” canadiense más impuestos federales cuesta unos 2,57 dólares por galón; el alcohol neutro derivado del grano asciende a 5,61 dólares por galón; mientras que el vino fortificado californiano oscila entre 4,57 y 5,57 dólares por galón según el coste base.
El Representante Comercial de Estados Unidos (USTR) está revisando actualmente el Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá (USMCA) y ha abierto un periodo para recibir comentarios públicos hasta el próximo lunes, 3 de noviembre. Diversos actores del sector vitivinícola estadounidense están preparando sus aportaciones para llamar la atención sobre este asunto.
Mientras tanto, las bodegas estadounidenses también sufren restricciones provinciales canadienses que limitan la venta directa de vinos estadounidenses en Canadá desde hace varios años debido a disputas comerciales iniciadas durante la presidencia anterior.
Algunos expertos del sector consideran que la solución pasa por modificar las leyes fiscales estadounidenses para evitar ventajas artificiales derivadas del uso del OTS wine importado y lograr una representación más clara sobre el origen y composición real del alcohol utilizado en estas bebidas. Otros opinan que depender del OTS wine como salida para los excedentes agrícolas no resuelve los problemas estructurales del sector vitivinícola estadounidense.
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