El consumo mundial de vino cae un 12% y hunde a las bodegas de Burdeos en la que podría ser su peor crisis de la historia

Las ventas y la producción mundial alcanzan mínimos históricos mientras los jóvenes optan por otras bebidas y hábitos más saludables

Jueves 20 de Noviembre de 2025

Compártelo

Leído › 1109 veces

Global Wine Consumption Drops 12% Since 2019 as Bordeaux Faces Lowest Production in 60 Years

Las bodegas de Burdeos atraviesan un periodo complicado debido a varios factores que afectan tanto a la producción como a la venta de vino. En la región, conocida por su tradición vitivinícola y por atraer a millones de visitantes cada año, los productores se enfrentan a una caída en el consumo mundial de vino y a problemas derivados de las tensiones comerciales internacionales.

Según datos de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), las ventas y la producción mundial de vino han alcanzado sus niveles más bajos en más de seis décadas. Desde 2019, el consumo global ha descendido alrededor de un 12%. En Estados Unidos, principal mercado para los vinos de Burdeos, la reducción ha sido aún mayor. Solo el 54% de los adultos estadounidenses consume alcohol, el porcentaje más bajo en 90 años, según una encuesta reciente. En Francia, el consumo también ha bajado un 4,9% desde el año 2000 y se prevé que siga disminuyendo en los próximos diez años.

Uno de los motivos principales es el cambio en los hábitos de consumo entre las generaciones más jóvenes. La llamada Generación Z consume menos alcohol que las anteriores y muestra preferencia por bebidas como cócteles, seltzers y vinos procedentes de otras regiones del mundo. Además, muchos jóvenes priorizan la salud y atienden a advertencias sobre los riesgos del consumo incluso moderado. Por otro lado, la población envejece y las personas mayores tienden a reducir su ingesta de alcohol.

Las bodegas han intentado adaptarse lanzando al mercado vinos sin alcohol e incluso abriendo bares especializados en este tipo de productos en la ciudad de Burdeos. Sin embargo, estos esfuerzos no compensan la caída generalizada en las ventas.

A estos cambios en el consumo se suman las dificultades derivadas del comercio internacional. Tras la invasión rusa de Ucrania en 2022, la Unión Europea prohibió la venta en Rusia de vinos con un precio superior a 300 euros por botella. Las exportaciones europeas a ese país han caído hasta mínimos históricos y Francia representa aproximadamente la mitad de esas ventas.

En paralelo, las relaciones comerciales con Estados Unidos se han complicado tras la imposición de aranceles del 15% a productos europeos, incluido el vino. Esta medida ha encarecido los vinos franceses en el mercado estadounidense y ha reducido su competitividad frente a otros países productores. El valor del dólar frente al euro también ha bajado un 12%, lo que agrava aún más la situación para los exportadores franceses.

El impacto es especialmente fuerte en Burdeos, donde predominan pequeñas bodegas familiares que no cuentan con los recursos ni la flexibilidad de grandes empresas para adaptarse rápidamente. Muchas familias llevan generaciones dedicándose al cultivo de la vid y ahora deben plantearse si pueden mantener su actividad o si necesitan reducirla drásticamente.

Laurent Dubois, propietario del Château Les Bertrands en Reignac, explica que su familia lleva cultivando viñas desde 1692 y nunca había vivido una situación similar. Ante esta coyuntura, planea arrancar una quinta parte de sus viñedos durante los próximos dos años y reducir su producción anual en un 25%. También estudia diversificar sus cultivos con olivos y árboles frutales o frutos secos.

El gobierno francés busca fondos europeos para compensar a las bodegas que reduzcan su superficie cultivada. La Confederación Nacional de Productores Vitivinícolas (CNIV) propone eliminar unas 100.000 hectáreas de viñedo en todo el país para ajustar la oferta a la demanda actual. Además, se plantea reformar el sistema de denominaciones para facilitar una mejor comercialización conjunta.

Mientras tanto, algunos productores intentan abrirse paso en nuevos mercados asiáticos como Tailandia, Camboya o Singapur, donde las ventas muestran cierto dinamismo. Otros reconsideran sus envíos tradicionales a lugares como Nueva York debido al descenso del interés entre consumidores jóvenes.

La situación obliga a muchas bodegas a replantear su modelo empresarial tras siglos manteniendo una misma tradición familiar. La incertidumbre sobre el futuro es alta y no existen soluciones inmediatas para revertir esta tendencia negativa que afecta tanto al sector vitivinícola francés como al internacional.

¿Te gustó el artículo? Compártelo

Leído › 1109 veces

Tendencias

Más Tendencias