Cata vertical de los vinos de Pagos de Brigante (IXP Betanzos)

De las barcas a las bodegas, la tradición vitivinícola de Betanzos

Escrito por

Martes 22 de Julio de 2025

Compártelo

Leído › 1522 veces

Quizá sean mis raíces coruñesas las que me inciten a ello, pero me interesa escribir muchísimo sobre lo que se cuece en la IXP Betanzos. Cada vez que voy por la zona intento dedicarle tiempo a visitar algunos de los proyectos que están rompiéndose el alma por recuperar un legado viticultural muy potente, donde me gusta mucho lo que hacen gente como José Beade de Ribeiras do Armea o Ricardo Rilo de Bodegas Rilo.

Por eso, hace dos años, cuando oí hablar del ambicioso trabajo que Luís Sande está llevando a cabo no pude hacer más que ponerme en contacto con él para ir a visitarle. Luís fundó Pagos de Brigante allá por el 2020 con la ilusión de ser un actor activo más en la recuperación del patrimonio viticultural de la comarca. Montó su bodega al más puro estilo de un 'garagista' a los piés del Río Mandeo, en pleno corazón de Betanzos, con la idea de poder volver, algún día, a retomar las vendimias en barca como se hacían antaño.

Estamos en una zona histórtica a la que dan forma los ríos Mendo y Mandeo. Como en toda región importante (y Betanzos cuenta con días de gloria ya pasados de los que os hablaré pronto) son los ríos los que le dan su identidad. Aunque quizá sea algo que sorprenda hoy en día, tradicionalmente la uva venía en barcas, porque los viñedos estaban en las riberas de ambos ríos. Ríos que están comunicados con el mar y que, por tanto, tienen mareas que llegan hasta los viñedos (con crecidas y bajadas de hasta 4m).

Riberas donde hay laderas que conforman un terroir único, no sólo por amparar una riqueza varietal única a la zona, sino por el perfil de sus suelos que no es ese suelo granítico tan característico al resto de Galicia. Aquí, bajo una capa superficial y drenante de naturaleza franco-limosa, la roca madre la forman esquistos descompuestos, conocidos como esquistos de Órdenes, ya que dan vida a una veta que llega hasta la población que le da nombre. También tenemos un importante componente de cuarzo limoso.

Luís es un gran embajador de la zona, cosa que no tardé en aprender nada más conocerle. Allí, en la bodega, me contó que establecieron el proyecto con una idea muy ambiciosa que consiste en recuperar un viñedo medieval que está en Paderne, muy cerquita de los Caneiros, en un pago que se llama 'A Picha' (en gallego significa 'fuente de la que mana agua') y es la zona más cualitativa del antiguo vino de Betanzos. Están al pié del río y podrían ir en barcas hasta Coruña si quisiesen.

En esta foto se puede observar el enorme trabajiño que están poniendo detrás de la recuperación de este bancal (de unas dos hectáreas), el cual no sólo han tenido que limpiar, sino que les toca ir replantando a los pocos para poder, en unos años, sacar de ahí su primera cosecha. Minifundio puro, porque para recuperar esta montería tradicional han tenido que comprar 100 fincas de unos 200 propietarios, lo que les llevó 3 años.

Mientras tanto, no les queda más remedio que alquilar otras parcelas. Como fueron los últimos en llegar a la zona, trabajan con las fincas tradicionales que los demás no quisieron en su momento. Cuando los visité a principios del 2023, trabajaban con 5 hectáreas divididas en 30 fincas muy dispersas las unas de las otras. Aunque hoy ya no trabajan con tantas parcelas alquiladas, me parece interesante poder mencionarlo porque, las añadas que he catado llegan hasta el 2023 por lo que reflejan todo lo que he visto en su día.

Su horizonte es hacer vinos ecológicos y biodinámicos, por eso están poco a poco cuidando y regenerando todas las fincas que han alquilado. Aunque empezaron con algunas fincas trabajadas en convencional, desde el 2021 llevan haciendo pruebas para llevar todo a cultivo ecológico, generalizando ese trabajo a todas las parcelas porque están convencidos que el microclima de Betanzos, a pesar de estas tan al Norte, se lo permite ya que llueve menos que en otras zonas de costa. Aquí caen 800 metros por litros cuadrados de lluvia anuales por los 1400 de Cambados, por ejemplo. Cuanta más lluvia, más tratamientos. Al llover menos, pueden limitar los tratamientos químicos. En el año 2024 la cosecha es integralmente eco, no porque estén locos, sino porque simplemente ven que se puede hacer una viticultura regenerativa de calidad (preparados dinamizados, cubiertas vegetales, flor de castaño para eliminar el SO2, etc).

En bodega comenzaron en el 2020 con unas cuatro mil botellas y en el 2023 produjeron unas seis mil y pico. De este 2024 que sacan ahora al mercado van a tener una producción más pequeña, por lo que sólo sacarán un blanco y un tinto.

Es precisamente en el trabajo en bodega donde les pongo mi único 'pero'. Con todo el currazo que pasan en campo, me parece que deberían arriesgar un poquito más en bodega arrancando con fermentaciones espontáneas para poder expresar de manera más pura su Origen (a pesar de que están usando unas levaduras muy neutras). Hablando con su enólogo Guillaume Barrier en la Vinis Terrae de este año, un gran tipo que tiene todo esto muy en cuenta, me contó que cada vez más hace menos desfangados y también quiere llevar todo el trabajo a espontánea. Entiendo que hasta ahora no lo hayan hecho porque, tras la gran inversión que ha supuesto este proyecto, quieran controlar al menos el que no haya desviaciones de ningún tipo a la hora de finiquitar el trabajo.

Le tengo que agradecer a Luís el haberme servido una vertical de sus vinos en la Fenavin de este año, ya que me ha permitido ver como está siendo la evolución de su trabajo y el potencial de guarda de sus vinos. Un trabajo que, en resumidas cuentas, parte de una base sólida en viña que le otorga un potencial enorme para hacer muy buenos vinos si se atreven a tomar algunos 'riesgos' en bodega ya que algunos vinos tienen sus más y sus menos (lo cual es lógico en proyectos con tan poca andadura). Lo mejor del proyecto recae sin duda en el propio Luís, quien se ha convertido en un gran promotor de la IXP Betanzos, una labor muy necesaria para conseguir borrar la mala fama que todavía yace sobre los vinos de la zona por un pasado mal gestionado.

Blancos

Gran Brigante, 2023

Es un blend de las castes blancas con las que trabajan: 60% Godello, 30% Branco Lexítimo y el 10% restante es mayoritariamente Agudelo (que no es otra que la Chenin Blanc) aunque también hay un pouquiño de Palomino. Sale de 7 fincas trabajadas por voluntarios estrictamente en ecológico. El vino se elaboró en depósitos de acero inoxidable dando resultado a un vino terpénico con muy buena aromática (bergamoto, lima, azahar, pimienta blanca). En boca cruje, aunque una textura amplia y cerosa le da cierto empaque y cremosidad.

Val do Ceo, 2023

Mayoritariamente Branco Lexítimo, con un 5% de Godello. Tiene un ligero punto de reducción (casi recuerda al queroseno o caucho que sale en algunas Rieslings) que me gusta cuando abraza al carácter varietal de la Branco Lexítimo (lima, claudia, acacia). Me gusta su untuosidad aunque echo en falta ese punto de filo que le de verticalidad.

Na Beira, 2023

Monovarietal de Godello. Pero, ojo, Godello de costa. Un tercio del vino se elaboró en barrica mientras que, los otros dos tercios, pasaron por acero inoxidable. El vino se cría en lías durante 12 meses, pero sólo se le trabajan el bâtonnage durante los primeros 4 para que engorde un poquito. El vino tiene un ligero perfil tostado que no mata esa identidad floral (azahar) y especiada (pimienta blanca) que arropa al carácter varietal (manzana roja, mirabel, pera). No llega a ser tan amplio como una Godello del interior pero tiene suficiente grasa para aguantar una boca bastante vertical.

Bacelouro, 2023 (fermentado en pieles)

Se hace con los racimos de Palomino que tienen co-plantados en las diversas parcelas. Es la uva que hizo criar mala fama a Betanzos. Para darle algo de identidad, la fermentan durante 10 días con pieles de Godello que le dan un rollo de cáscara de mejillón, pirazina e hierba recién cortada al vino. Es fluído y fresco. Bastante curioso si te gustan los vinos blancos con fermentación pelicular. El más corto de sus vinos.

Val do Ceo, 2022

En este año trabajaron la Branco Lexítimo en pureza para esta cuvée. Me pareció un vino muy varietal, de perfil terpénico, donde empezaba a desarrollar ligeros pero atractivos toques de hidrocarburos (Luís achaca esto al perfil del suelo esquistoso, aunque yo he hablado con otros elaboradores que lo achacan a un ligero estrés de las levaduras en años algo más cálidos) y aromas que recuerdan al cereal y a los cítricos (bergamoto, pomelo, yuzu). Glicerina y tensión. De lo mejorcito que han hecho hasta ahora.

Na Beira, 2022

De nuevo esta cuvée paga tributo a la Godello, aunque este año llevaba un poco de Agudelo. Contrasta mucho con el Val do Ceo ya que, si el vino anterior me pareció un trabajo bastante digno, esta cuvée, desafortunadamente para mi, se pasa de oxidativa. Nunca me importaron esos vinos que flirtean con el universo oxi pero, tristemente, se lleva el vino por delante ????

Val do Ceo, 2021 (catado en bodega)

100% Branco Lexítimo donde más de la mitad del vino se pasó 4 meses en barrica. Es más cremoso y no tan tenso como el Garelo (ver más adelante), aunque sin perder la linearidad intrínseca a la variedad. Es un vino bastante redondo, donde resaltan los cítricos, el polen y las flores blancas. Buena sapidez.

Na Beira, 2021

Monovarietal de Godello, trabajado igual que los otros dos (un tercio en barrica, dos en inox). Un vino amplio y fresco, muy en la línea del 2023, aunque con mucha más salinidad y ligeros recuerdos a caucho y goma de borrar (evolutivos).

Garelo, 2021

El 2021 fue un año difícil a causa de las lluvias y de las heladas, por lo que les fue difícil hacer este vino, habiendo recogido la Agudelo, que representa el 10% del blend, poco madura. El 90% restante es Godello trabajada en barrica. Mitad del vino hizo la maloláctica para bajarle la acidez a 7.7. Se nota la frescura de la añada ya que en boca cruje con una tensión bastante afilada que, sin embargo, tiene un buen nivel de glicerina (3 meses con bâtonnage) y la justa profundidad aromática (pienso, caquis, paraguayos, manzana asada, pomelo, cereal) para poder aguantarlo. Eso sí, mejor dejarlo en botellero unos 2/3 añitos más.

Tintos

Ramallo, 2023

Dos tercios del vino es a base de Mencía, completando el blend con Brancellao. Una añada donde perdieron la mitad de la producción. Es un perfil de vino tinto muy amable, etéreo y jovial. Se presenta muy frutal (guindas, moras, frambuesas silvestres), boscoso y anisado, sin destacar demasiados verdores. Muy fácil de beber, de chateo bueno.

Ramallo, 2021 (catado en bodega)

Este año mezclaron Mencía con algo de Garnacha Tintorera. Una añada de perfil ligeramente reductiva que necesita un poco de oxigenación. Es un tinto de costa de manual. Una boca jugosa (te hace salivar), sápida y dinámica, arropado por un tanino todavía áspero. En nariz es todo fruta (ciruela, guinda) y herbales (hinojo, laurel, eucalipto).

Ramallo, 2020 (catado en bodega)

Añada fundacional que se presentaba prematuramente evolutiva.

Un artículo de Miguel Crunia
¿Te gustó el artículo? Compártelo

Leído › 1522 veces