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Existen diversas clases de catas, aunque la mayoría se organiza para animar a los asistentes a comprar algún vino. Los cursos de cata y las actividades enoturísticas organizadas a tal efecto responden básicamente a una finalidad lúdica, y suelen estar dirigidos por una persona que va comentando los vinos a la vez que los participantes los catan.
Si desea saber cómo se catan los vinos con vistas a una posible compra, siga leyendo este artículo.
Las catas son una manera estupenda de probar toda una gama de vinos sin tener la obligación de comprar ninguno. No obstante, si decide comprar una botella, al menos tendrá la seguridad de que será un vino de su gusto, lo cual es mucho más lógico que arriesgarse a comprar un vino que no ha probado en la vida.
Si visita alguna bodega, lo más normal es que le ofrezcan una o dos copas al final del recorrido. Otra posibilidad son las catas que organizan las tiendas de vinos, que pueden tener un tono informal (suelen abrirse un par de botellas para que las degusten los clientes interesados), o bien adquirir un talante más formal y serio (en cuyo caso pueden llevarse a cabo fuera del horario comercial, o ser quizá catas promocionales para dar a conocer algún vino en particular).
Es importante advertir que si nunca ha asistido a una cata o si no está acostumbrado a este tipo de eventos, puede suceder que lo único que consiga es confundirse más, de manera que termine creyendo que le gusta (o disgusta) un vino más de lo que realmente es cierto.
Si está pensando realizar una compra de varias cajas, puede pedir en la tienda que le dejen catar ese vino antes de formalizarla, aunque en muchos establecimientos -como en grandes superficies- esto no es posible, en algunas tiendas especializadas pueden acceder a una petición como esta cuando se trate de un pedido grande o de un vino que no sea muy barato.
En todo caso, una buena alternativa para decidir si le gusta de verdad un vino es comprar una botella y catarla con toda tranquilidad en su casa.
1. Comprar vino en catas informales
Es muy frecuente que una tienda de vinos tenga una o dos botellas abiertas para que los clientes las caten, ya sea para animarles a que prueben algo nuevo o bien para promocionar la venta de algún vino en concreto.
No se corte a la hora de hacer preguntas, ya que el personal estará encantado de proporcionarle cualquier información que necesite sobre el vino en cuestión (variedad, productor, país, región, elaboración, sabor...).
Verá que no encuentra ningún inconveniente para que usted cate cualquier vino que esté abierto, y como sólo va a degustar pequeñas cantidades, no hay ninguna necesidad de escupirlo. Si ve algún platito con galletitas, coma unas pocas entre uno y otro vino para limpiar el paladar, o bien, si lo prefiere, pida un vaso de agua.
2. Comprar vino en catas formales
Algunas tiendas y distribuidores organizan catas privadas, reservadas sólo a los clientes habituales o a personas que han mostrado interés por adquirir una importante cantidad de vino.
Si asiste a una cata de este tipo, tenga presente que el número de vinos expuestos suele ser considerable, por lo que conviene ser bastante selectivo. Decida antes de empezar qué es lo que desea probar, y limítese a catar una docena de vinos como máximo.
Quizá esté interesado en degustar sólo blancos, o busque vinos de una misma variedad de uva. Una cata selectiva puede ser un modo excelente de ampliar sus conocimientos en materia vinícola.
Aproveche la ocasión para aprender de los otros catadores, es normal que los asistentes hagan comentarios sobre los vinos a medida que los catan, de modo que, si no tiene todavía la confianza suficiente para decir lo que piensa, adquiera una actitud receptiva e intente escuchar lo que dicen los demás catadores.
En este tipo de catas habrá personas encargadas de servir el vino, lo que permite al vendedor controlar la cantidad de vino que se consume. De usted dependerá si traga o escupe el vino, será raro que no haya escupideras, y muchas serán seguramente las personas que las utilicen. Si decide tragar las muestras, convendrá entonces que limite el número de vinos que vaya a catar, pues de no hacerlo le resultaría cada vez más difícil conseguir catarlos de forma objetiva y acertada.
Támbién suele haber agua mineral y platitos con galletas o palitos de pan para que el público pueda refrescar su paladar entre un vino y otro.
Alguna que otra vez puede encontrarse también algún otro alimento a modo de aperitivo, pero la verdad es que cualquier sabor fuerte puede llegar a desvirtuar su percepción, por lo que será mejor evitarlo cuando necesite obtener una impresión veraz y nítida.
3. Catar y comprar vinos en la propia bodega
Es muy normal que, después de visitar una bodega, el productor le ofrezca algún que otro vino para que lo cate. Lo más seguro es que sea sólo una pequeña selección, que rara vez incluirá los vinos más caros de la casa.
Si existen ya otras botellas abiertas puede pedir que le sirvan un poco, y de ese modo catarlas también, pero, a menos que piense realizar un pedido medianamente importante, no pida un vino que no esté abierto.
Lo más normal es que haya escupideras, pero si no las hay, lo que se suele hacer es pedir una.
4. Catar y comprar vino en salones y ferias vinícolas
Muchos productores llevan sus vinos a ferias y salones de todo el mundo, lo que les permite no sólo vender sus vinos, sino también dar a conocer al público vinos que no están disponibles normalmente en el mercado.
Hablar con los bodegueros puede ser una forma inmejorable de conocer las técnicas vinícolas que emplean, a la vez que le permitirá adquirir algún que otro vino a precio de auténtica ganga.
Intente informarse por la prensa o en los medios especializados de dónde y cuándo está programado alguno de estos salones: será su gran oportunidad para catar cientos de vinos.
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