Ana Gómez
Viernes 25 de Junio de 2021
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Estudios recientes han revelado que en la Época Medieval, en la Sicilia islámica se producía y exportaba vino.
¿Curioso, verdad? ya que los musulmanes no consumen vino, pero sin embargo se han encontrado ánforas con restos de uva en su interior.
Los hallazgos relacionados con esta época sugieren que el consumo de vino en Sicilia estaba vinculado con la cultura egea-micénica.
La producción, el comercio y el consumo de productos vitivinícolas tuvieron mucho éxito entre los fenicios. Prueba de ello son los numerosos hallazgos de ánforas en Mozia y Lilybaeum (la actual Marsala).
Con los griegos en Sicilia (siglos VIII - III a.C.), la viticultura alcanzó un gran desarrollo, también porque estaba estrechamente relacionada con los rituales, así como con las fiestas dionisíacas. Se dice que el culto a Dionisio se originó aquí.
Con los romanos (siglo III a.C. - siglo VI d.C.), la viticultura y el vino en Sicilia recibieron una gran consideración. A este respecto, basta con mencionar vinos como el mamertinum o el tauromenitanum. En aquella época, los centros vitivinícolas más importantes eran Naxos, Contessa Etellina, Lipari y la llanura del Etne. Con la caída del Imperio Romano la viticultura pasó a otras manos, y se incrementó su comercialización.
Comienza la época de la dominación islámica.
Se ha descubierto que en la "Sicilia islámica" se producía y exportaba vino desde el puerto de Palermo hasta las tierras cristianas, convirtiendo a Sicilia en el centro del comercio del vino del mediterráneo.
Los investigadores de la estructura BioArCh de la Universidad de York, han demostrado que los musulmanes de Sicilia apreciaban el vino, tanto por su valor económico como por su relevancia agrícola. Tanto es así, que crearon un negocio de exportación de vino desde Palermo, antes del siglo IX d.C.
Imagen de las rutas comerciales. Gráfico del estudio.
Las ánforas utilizadas han sido analizadas por las universidades de Roma, York y Catania, entre otras, donde se han podido analizar las trazas orgánicas presentes en ellas. Gracias a estos estudios, se ha descubierto que en la dominación islámica de la Alta Edad Media, se produjo un floreciente comercio del vino Siciliano.
El imperio islámico se expandió por las regiones mediterráneas durante los siglos VII al IX d.C. en regiones del mundo que producían y consumían vino a gran escala. El profesor Martin Carver, del Departamento de Arqueología de la Universidad de York, declaró: "El alcohol no desempeñaba -y sigue sin hacerlo- un papel importante en la vida cultural de la sociedad islámica, por lo que nos interesaba mucho la cuestión de cómo había prosperado esta comunidad medieval en una región dominada por el vino. No sólo prosperaron, sino que construyeron una sólida base económica que les proporcionó un futuro muy prometedor, siendo la industria del vino uno de los elementos centrales de su éxito."
En Sicilia existía un comercio de vino antes de la ocupación islámica, pero parece que era principalmente vino importado, por lo que se consumía más que se producía. Estas nuevas pruebas arqueológicas sugieren que la comunidad islámica aprovechó la oportunidad para dedicarse a la producción y la exportación.
El vino, está prohibido por en el Islam, pero sin embargo durante esta época comercializaban con él. Los hallazgos arqueológicos revelan que los gobernantes árabes de Sicilia fomentaron la producción del vino y su comercio, y que incluso los puertos de exportación estaban bajo el control cristiano.
Los estudiosos no tienen pruebas que sugieran que el vino también era consumido por los miembros de la comunidad islámica; sin embargo, este descubrimiento puede sugerir una nueva interpretación de la historia del Mediterráneo y de una constante, el vino, que no desapareció ni siquiera durante los cambios políticos y religiosos derivados de la islamización entre los siglos IX y XI.
Los análisis químicos realizados en 109 ánforas utilizadas entre los siglos V al XI muestran una continuidad en el transporte del vino en Sicilia, durante el periodo islámico. Los estudios afirman que debido a la relación entre el ácido tartárico (uno de los principales elementos presentes en la uva. Este componente realiza una acción fundamental durante la vinificación) y el ácido málico (uno de los ácidos más abundantes de la naturaleza, presente en multitud de verduras y frutas, entre ellas las uvas) se han podido distinguir los residuos de vino de otros productos fruta con un alto grado de certeza.
Una de las ánforas encontradas en la investigación en Sicilia
Los arqueólogos encontraron que los vinos de Sicilia se habían comercializado con el mismo tipo de ánforas. Un ánfora con unas características especiales, que hacían de estas una "marca distintiva". A raíz de estas observaciones, se ha podido averiguar cuáles eran las rutas comerciales. Se han descubierto ánforas en lugares tan lejanos de Sicilia, como Cerdeña o Pisa. Lo que llevó a demostrar que Sicilia era el foco del comercio del Mediterráneo.
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