5 mandamientos para casar vino y huevo y formar un matrimonio que perdure en los paladares

¡Fuera tópicos! Pese a que los más dogmáticos aseguraban en un pasado no tan lejano que el vino no marida...

Vilma Delgado

Jueves 25 de Febrero de 2021

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¡Fuera tópicos! Pese a que los más dogmáticos aseguraban en un pasado no tan lejano que el vino no marida bien con el huevo, queremos demostrarte que estas dos fierecillas no sólo pueden llegar a entenderse, sino que su amor es indestructible.

Eso sí, ten presentes dos premisas imprescindibles: los huevos, a ser posible, que sean huevos camperos (la crianza de gallinas en libertad aporta un sabor especial) y los vinos, extraordinarios (intenta que sean españoles, hay que apoyar a nuestros viticultores).

Te mostramos los cinco mandamientos para lograrlo.

1º No lo intentes con huevos cocidos

Porque existe un motivo irrefutable; el huevo duro o cocido provoca un efecto tánico similar al del cacao. En boca tiene la capacidad de anestesiar o saturar las papilas gustativas, de tal forma que prevalecerá sobre el resto de sabores, anulando todos los matices del vino. En este caso, sí que existe esa temida e insuperable "incompatibilidad de caracteres".

2º Los huevos pochés o escalfados, con un blanco seco

Éxito total. Sí, esos blanquitos (refrescantes y secos) casan estupendamente con las yemas melosas de los huevos poché. Puedes elegir un sauvignon blanc de la DO Rueda; son muy equilibrados, florales y fáciles de beber.

¿Algunas sugerencias culinarias? Huevos poché sobre tosta de salmón ahumado y aguacate, bien con nido de patatas y gulas, o bien acompañando un vittelo tonatto.

3º En cazuelas al horno... descorcha un albariño

Si quieres versatilidad en el maridaje, apuesta por un albariño DO Rías Baixas.

Nuestra recomendación es que añadas a tus huevos a la cazuela ingredientes que actúen como alcahuetes, como mariscos (gambas, cigalas o mejillones picaditos) sobre una base de bechamel, quesos de tetilla gallegos o de la DO Arzúa Ulloa, champiñones o boletus, pisto de verduras...

4º Tortillas y vino tinto. ¿Por qué no?

El mundo de las tortillas es inabarcable y apasionante. ¿Imaginas el maridaje de una buena copa de tinto de la DO Rioja con una tortilla paisana (sí, con sus buenos trozos de choricito picado y verduras frescas)? Ni te contamos lo bien que se llevarían una tortilla rellena de jamón ibérico –no te pases con la temperatura, apenas la suficiente para cuajarla y que se funda el tocino- con un tinto reserva Ribera del Duero...

Y si te gusta el riesgo (controlado), intenta el mismo maridaje con una tortilla abierta de morcilla, gambas y aceite picante. La hemos fichado entre las recetas de Pazo de Vilane.

5º Huevos fritos con un vino joven

¿Con puntilla o sin puntilla? El eterno debate. En lo que no debes tener dudas es en el vino: elige un tinto joven. Por ejemplo, un vino de Toro. Ya sabes que para hacer un huevo frito perfecto debes usar abundante aceite de oliva muy caliente y un huevo campero muuuy fresco.

Mejor pasarse de generosidad: con el tamaño de las copas (el vino se aireará mejor) con el número de huevos -¿qué menos que dos?- y con los "acompañantes": unos buenos chorizos, o una rica zorza, y un pan para mojar de excelente calidad.

Como ves, no hay imposibles en los maridajes de huevo y vino, siempre y cuando sigas nuestras recomendaciones y mantengas la mente (y la boca) bien abierta. ¡Que aproveche!

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