La facturación del vino argentino cae a la mitad en quince años y el consumo baja un 3% en 2024

El sector enfrenta márgenes mínimos, precios estancados y ventas en mínimos históricos pese a las promociones constantes

Martes 21 de Octubre de 2025

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La facturación del vino argentino cae a la mitad en quince años y el consumo baja un 3% en 2024

El sector vitivinícola argentino atraviesa un momento complicado. El consumo de vino en el país ha caído de forma sostenida durante los últimos dos años, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV). En 2024, los despachos al mercado interno bajaron cerca de un 3% respecto al año anterior y la tendencia se mantuvo durante 2025. Esta situación se da en un escenario de recesión económica, con una caída generalizada del consumo masivo.

La consultora Scentia informó que en 2024 el consumo masivo descendió un 7,3%. Las bebidas alcohólicas sufrieron una baja interanual del 19,6%, mientras que las bebidas sin alcohol también registraron descensos importantes. El vino no logró mantener sus precios al ritmo de la inflación, a diferencia de otros productos como harinas o lácteos. Esto se debe en parte a la estructura del canal de ventas. Mientras productos como la leche o la harina se venden en supermercados bajo contratos estables, el vino circula por canales más diversos, como autoservicios y vinotecas.

En estos canales, las promociones y el pago al contado generan una presión a la baja sobre los precios. Los márgenes varían mucho según el tipo de comercio y pueden llegar hasta el 100% en tiendas especializadas. Esta situación ha provocado una fuerte competencia por los precios en el mercado doméstico. Algunas marcas han optado por vender por debajo de sus márgenes habituales para no perder presencia, mientras otras han visto cómo su rentabilidad se reduce.

Bodegas de Argentina señala que la facturación total del sector es hoy casi la mitad de lo que era en 2010. Los ingresos actuales son los más bajos en quince años. El aumento de los costes internos, especialmente en dólares, junto con un consumo local deprimido y precios internacionales estancados, ha llevado a muchas bodegas medianas a operar con márgenes mínimos o incluso negativos.

La comparación con otras bebidas ayuda a entender la situación. En 2024, el sector cervecero también sufrió una caída importante en volumen, pero las grandes marcas pudieron mantener sus precios gracias a estrategias como los “packs económicos”. El vino, con menor inversión publicitaria y mayor fragmentación entre productores, tuvo que bajar precios para seguir presente en las estanterías. Esto afectó aún más su rentabilidad.

En el segmento medio-bajo del mercado —botellas entre 3.000 y 6.000 pesos— la competencia es intensa. Supermercados y autoservicios ofrecen descuentos constantes, mientras que las vinotecas intentan mantener precios mediante asesoramiento personalizado o ventas directas. Esta dinámica genera diferencias de precio superiores al 40% para un mismo producto según el canal donde se venda.

Cada vez más marcas recurren tanto a canales formales como informales para colocar sus productos. La dispersión de precios ha alterado la lógica habitual del mercado: algunas marcas mantienen su precio público fijo y pierden terreno frente a otras que sí ajustan sus tarifas. A pesar de estas diferencias, las ventas siguen siendo bajas.

La recesión afecta a todos los productos básicos. En 2024, el consumo de lácteos fue el más bajo en veinte años y la harina también cayó por la menor demanda de pan y pasta fresca. Sin embargo, el vino enfrenta además un problema cultural: las nuevas generaciones lo asocian más a celebraciones puntuales que al consumo diario. Por eso, aunque los precios se mantengan bajos, el volumen vendido no repunta.

Las bodegas acumulan stocks elevados porque las ventas no crecen. A diferencia de otros productos, el vino no puede aumentar su precio sin perder consumidores. El sector se encuentra así entre el aumento del coste de producción y el límite que puede pagar el mercado.

Ante este panorama, algunas bodegas apuestan por lanzar nuevos productos antes de fin de año para intentar captar consumidores. Entre las novedades figuran Temple Bar, un whisky irlandés presentado por Bianchi; Rousara Malbec 2024 de Escorihuela Gascón; Criolla Chica 2024 de Callia; y Marantiqua, una colección de varietales neuquinos lanzada por Peñaflor.

El futuro inmediato del vino argentino depende tanto de la evolución económica como de su capacidad para reconectar con los consumidores habituales y atraer nuevos públicos. Por ahora, productores y distribuidores coinciden en que la situación es difícil y no prevén cambios rápidos en los próximos meses.

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