Vilma
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Todo el mundo sabe lo que es un tapón de vino, pero no todos saben cómo se hace el corcho de las botellas. Los conocidos popularmente como corchos no son un asunto baladí en el mundo de la enología, sino una parte fundamental en la conservación del vino.
En los últimos tiempos han aparecido en el mercado algunos competidores de los tapones de corcho, como los sintéticos, los de plástico o los de cristal, pero la práctica totalidad de los expertos en vinos son tajantes: ninguno es tan bueno para preservar las propiedades organolépticas del vino como los tapones de corcho.
La longitud de los corchos de botella depende de la edad de los vinos. Los más cortos (menos de 4 centímetros) son utilizados en los vinos más jóvenes, mientras que los más largos (pueden superar los 5,5 centímetros) son utilizados para los más añejos.
Las razones por las que el corcho es tan beneficioso utilizado como tapón de vino son numerosas:
El corcho ha sido utilizado para diferentes funciones desde la Antigüedad, aunque en la actualidad su uso más conocido es el de tapón de vino. Entre sus principales ventajas destaca el hecho de ser un producto natural.
Todos los tapones de corcho para botellas proceden del alcornoque Quercus suber, árbol que tiene su hábitat en la zona mediterránea.
Las principales características del corcho son su levedad, impermeabilidad, adherencia, compresibilidad y elasticidad.
La fabricación de tapones de corcho para botellas de vino empieza en los propios alcornocales y concluye cuando se les pone el sello de las bodegas que van a representar. Estas son las fases del proceso:
La saca es el primer paso, y consiste en quitar a los alcornoques su corteza. Esto se realiza cada 9 años, el tiempo necesario para que los árboles puedan regenerarla.
Las planchas de corteza se quitan a mano, habitualmente de arriba a abajo (en el caso de los alcornoques de gran tamaño puede hacerse en ambas direcciones).
Una vez se tienen las planchas, los conocidos como juntadores realizan la primera selección para elegir las que se destinarán a la fabricación de corcho de botella y las que irán a la elaboración de otros objetos (las más finas o pequeñas).
Las planchas que se envían a las corcheras son apiladas durante medio año para que vayan perdiendo su savia y su humedad.
Una vez transcurridos 6 meses son sometidas a cocción para que pierdan densidad y ganen espesor, de modo que adquieran elasticidad. Posteriormente se dejan secar, son apiladas nuevamente en fardos más pequeños y vueltas a cocer.
Las planchas se aplanan y adquieren una mayor resistencia tras pasar entre dos y tres semanas de reposo. Es en ese momento cuando se efectúa la sección o corte de las planchas según sea el tamaño de los corchos de botella que se vayan a fabricar.
A lo largo del proceso las corcheras realizan minuciosos controles de calidad en función de su suavidad, elasticidad, grosor y densidad.
Una vez que las planchas estén cortadas, los cilindros se perforan atendiendo a la longitud y el grosor de los tapones de corcho demandados. Los corchos son seleccionados por un equipo humano según sus calidades.
En la recta final del proceso los tapones de corcho son sometidos a un intensivo lavado, desinfectado y secado. Por último, son marcados con el sello de la bodega que corresponda y embalados.
Ahora que sabemos cómo se hace el corcho de las botellas es importante recordar que siempre debe estar en contacto con el vino mientras este se encuentre embotellado, por lo que hay que guardar las botellas en una posición horizontal.
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