Richard Sanchoyarto
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En la elaboración de los vinos se utilizan distintas variedades de uva. En ocasiones se usa solamente una variedad pero en otras se utilizan dos o más variedades mezcladas, en proporciones variables. También podemos encontrarnos con botellas que en sus etiquetas mencionan el nombre, o nombres, de las variedades con las que se ha elaborado el vino pero en otras ocasiones no sucede así ¿A qué responden estas diferencias?
Para empezar sería conveniente conocer lo que dicta la normativa del vino respecto a este tema. En los países de Europa el marco normativo en materia de vino lo establece la Unión Europea. La actual normativa permite que todos los vinos, tanto los de categoría DOP como los IGP y Vino, puedan identificar el nombre de las variedades de uva con las que están elaborados. Esto implica que desde los vinos más básicos, incluidos los comercializados en brik o bag in box, hasta los vinos más selectos pueden exhibir el nombre de sus variedades en las etiquetas.
Esta identificación de la variedad, en contra de lo que muchos aficionados consideran, no es un requisito legalmente obligatorio sino optativo en el etiquetado del vino. La indicación voluntaria de la variedad de uva en los vinos comercializados en Europa está regulada de tal manera que, si se menciona una variedad en la etiqueta, al menos el 85 % de las uvas utilizadas en el vino deberán pertenecer a esa variedad. Si se mencionan dos o más variedades de uva, entonces el 100 % de las uvas en el vino deben pertenecer a esas variedades, y además deberán indicarse en la etiqueta por orden decreciente de importancia en la mezcla, apareciendo primero la de mayor cantidad.
En Europa denominamos vinos varietales a todos los que están elaborados con al menos un 85% de uvas provenientes de la variedad indicada, mientras que los elaborados con dos o más variedades en mezcla se denominan multivarietales. Fuera de la Unión Europea, en los países que se rigen por la normativa de la Organización Internacional de la Viña y del Vino (OIV) los vinos varietales deben contener al menos un 75% de uvas provenientes de la variedad indicada.
La aplicación de esta normativa implica que cuando compramos un vino varietal con una etiqueta indicando que está elaborado con una uva concreta, Merlot por ejemplo, al menos el 85% del contenido proviene de uvas Merlot. En muchas ocasiones ese vino estará elaborado con un 100% de uvas Merlot pero si el productor lo decide podría incluir un 15% de otra u otras variedades en el vino y aún así venderlo legalmente como varietal de Merlot. Si ese mismo vino llevara un 20% de otra variedad, en vez del 15%, el productor podría etiquetarlo como vino elaborado con Merlot y esa otra variedad, o no indicar ninguna variedad en la etiqueta, pero no podría figurar como varietal de Merlot solamente.
Históricamente, los vinos europeos no llevaban en sus etiquetas el nombre de las variedades de uva con las que estaban elaborados. En los principales países productores de vino los sistemas de designación de los vinos de calidad, herederos del modelo francés, se basaban en la identificación de la región o zona en la que se producían y no en sus uvas. La ausencia en las etiquetas del nombre de las variedades que componían el vino, respondía a este costumbre y a otras dos razones no menos importantes. Por un lado, se suponía que el consumidor ya conocía las uvas características de cada región histórica y por otro, no nos vamos a engañar, en el pasado reciente a la mayoría de los consumidores les daba igual que uvas eran las características de cada zona e incluso con cuales estaba elaborado el vino.
La llegada al mercado del vino de los países del Nuevo Mundo hizo que las etiquetas de algunos de sus productores comenzaran a destacar la variedad de uva implicada en la elaboración. Este hecho se debió principalmente a dos razones, por un lado estos países carecían de regiones de prestigio que consignar en sus etiquetas y por otro la elaboración de vinos varietales facilitaba que los nuevos consumidores pudieran identificar que uva elaboraba los vinos de su preferencia y así poder consumirlos de nuevo. Desde entonces la costumbre de vender vinos que indican la variedad, o variedades, se ha extendido a casi todas las regiones de producción, tanto fuera como dentro de Europa. No obstante aún existen en Europa algunas zonas vitivinícolas de prestigio que recogen expresamente en sus normativas la prohibición de especificar en sus etiquetas la variedad, o variedades, que contiene el vino.
Sería un error, como aficionados, que juzgáramos la calidad de un vino por el hecho de que esté elaborado con una sola variedad de uva o con varias, como también lo sería que consideráramos que un vino que enumera sus variedades en la etiqueta es mejor o peor que otro que no las indica. De hecho es un error que, más allá de nuestros gustos personales, consideremos que un vino en mejor o peor sólo por estar elaborado con una determinada variedad de uva.
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