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El vino, a diferencia de otro tipo de bebidas, es un consumo inteligente que implica un conocimiento que todo el mundo quiere saber cuando tienen una copa en la mano en situaciones cotidianas como una comida de empresa, una cita o una cena familiar.
Existen multitud de cursos de catas de vinos para adentrarse en este mundo, pero si lo que buscas es un primer paso para tener unos conocimientos básicos y poder iniciarte en la degustación, te ofrecemos diez términos que sintetizan los puntos básicos en cualquier cata de vinos.
Tan solo necesitas conocer estos 10 términos para entender el vino y disfrutarlo más:
Al hablar de vinos afrutados, nos referimos a aquellos que destacan por sus claras notas de fruta en nariz y boca. Esto no significa necesariamente que sean dulces; es más bien una referencia a la presencia de aromas y sabores que nos recuerdan a diversas frutas. Desde un blanco con notas de manzana verde y cítricos hasta un tinto que evoca ciruelas y bayas, el carácter afrutado es una cualidad apreciada que aporta frescura y viveza al vino.
El aroma de un vino, también conocido como buqué cuando se refiere a ejemplares más evolucionados, es la combinación de olores que podemos percibir antes de dar el primer sorbo. Esta complejidad aromática es lo que a menudo nos transporta a recuerdos o lugares específicos, enriqueciendo la experiencia de degustación con una dimensión emocional y sensorial única.
Un vino se describe como fresco cuando posee una acidez agradable que estimula el paladar sin ser excesiva. Esta cualidad es esencial para la sensación de ligereza y vivacidad, especialmente en vinos blancos y rosados, pero también puede encontrarse en tintos equilibrados. La frescura contribuye al carácter refrescante del vino y a su capacidad para maridar con una amplia variedad de alimentos.
La sequedad de un vino se refiere a su bajo contenido de azúcar residual, es decir, aquel azúcar que no se ha fermentado en alcohol. Los vinos secos son aquellos que, al probarlos, no dejan una sensación dulce en la boca. La mayoría de los vinos se elaboran con un objetivo de sequedad, buscando un equilibrio que permita apreciar tanto su acidez como su paleta aromática.
Los taninos son compuestos presentes principalmente en vinos tintos, procedentes de las pieles de las uvas, las semillas y, en ocasiones, de la madera de las barricas. Un vino tánico se caracteriza por esa sensación de sequedad y ligero amargor en la boca, un rasgo que contribuye a su estructura y complejidad. Con el tiempo, los taninos se suavizan, lo que explica por qué algunos vinos tintos se benefician de un período de guarda.
El cuerpo de un vino hace referencia a su peso o consistencia en boca, algo que puede variar de ligero a pleno. Esta percepción está influenciada por varios factores, como el contenido alcohólico, la concentración de azúcares y los taninos. Entender el cuerpo del vino es fundamental para apreciar su textura y cómo se siente al paladar.
Este término se utiliza para describir la potencia de los aromas y sabores de un vino. Un vino con alta intensidad aromática puede ser fácilmente percibido y reconocido desde el momento en que se acerca la nariz a la copa, mientras que en boca, la intensidad se relaciona con la profundidad y persistencia de sus sabores.
Se dice que un vino es suave cuando su paso por boca es agradable, sin aristas ni asperezas. Esta característica está relacionada con la armonía entre sus componentes, como la acidez, el alcohol y, en el caso de los tintos, los taninos. Los vinos suaves son especialmente apreciados por su facilidad de bebida.
La influencia de la madera en el vino se nota cuando este ha sido fermentado o envejecido en barricas de roble. Los sabores terciarios como el tostado, el ahumado, la vainilla o el coco son indicativos de su paso por barrica, aportando complejidad y una nueva dimensión de sabor al vino.
El final de un vino hace referencia a la impresión que deja después de haberlo bebido, tanto en términos de sabor como de duración. Un final largo y persistente es a menudo señal de un vino de alta calidad, capaz de dejar una última impresión memorable en el paladar.
Estos términos son apenas la punta del iceberg en el estudio de la degustación de vinos, pero conocerlos te dará una base sólida para explorar y disfrutar de la vasta y fascinante diversidad que este mundo tiene para ofrecer. Con cada cata, encontrarás nuevas oportunidades para aplicar y expandir tu vocabulario, afinando tus sentidos y tu capacidad para describir con precisión las experiencias que cada botella desvela.
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