¿Es más saludable una comida si la acompañamos con vino?

El vino es una bebida cuyo consumo moderado puede aportar efectos beneficiosos para la salud, siempre que el consumidor sea una persona adulta y sana

Miércoles 22 de Abril de 2015

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Sé lo que estás pensando: que vamos a decir en Vinetur. Sin embargo, no nos cansaremos de explicar los efectos en el organismo del vino.

El vino es un alimento, reconocido por el Ministerio de Agricultura y Alimentación español (MAGRAMA), y como tal posee efectos nutricionales y beneficiosos, siempre que sea consumido de manera habitual.

No es nada nuevo el hecho de que el vino puede tener efectos beneficiosos en el organismo. Se ha observado una relación directa entre el consumo de vino de forma habitual y una menor mortalidad por enfermedades cardiovasculares.

Este efecto puede deberse al alcohol (etanol), ya que su consumo moderado y regular puede aumentar los niveles de HDL (o colesterol "bueno") y, de esta forma, reducir la formación de trombos y de placas de ateroma.

También está asociado con la disminución de ciertas enfermedades relacionadas con el envejecimiento, el alzhéimer y algunos déficits cognitivos.

El vino contiene sustancias antioxidantes tales como los polifenoles (en especial el "milagroso" resveratrol), cuya concentración es mayor en vinos tintos que en blancos, debido a que su fermentación se hace en contacto con los hollejos, que es donde se encuentra la mayor parte de los polifenoles.

En consecuencia, cada vez parece más claro que el efecto beneficioso del vino sobre la salud no se debe a ningún compente por sí sólo sino que puede deberse, en gran parte, a la acción conjunta de varios, esencialmente del alcohol y los polifenoles.

Es conveniente recordar que en los países con tradición vinícola se suelen seguir dietas más saludables, como por ejemplo, la dieta mediterránea.

De todos modos, la relación entre consumo de vino y salud no justifica un aumento indiscriminado del consumo de bebidas alcohólicas.

Es importante insistir en el hecho de que el vino puede ser una bebida agradable e inofensiva siempre y cuando se consuma con moderación.

Por otro lado, tampoco está de más recordar los efectos negativos que provoca un consumo excesivo de alcohol: deterioro del sistema nervioso, problemas cardiovasculares, mayor incidencia de ciertos tipos de cáncer, etc., por no hablar de los problemas psicológicos y sociales.

Hoy en día se acepta como consumo moderado la ingesta de una o dos copas de vino al día en adultos sanos. Pero esta cantidad debe ir acompañada de cierta regularidad, (durante las comidas, por ejemplo) ya que no es lo mismo tomar un poco de vino todos los días, que beber durante el fin de semana todo lo que no se ha tomado de lunes a viernes.

En este sentido, el vino acompañando las comidas es el mejor de los digestivos, se trata seguramente de una de las cualidades del vino que más han sido reconocidas a lo largo de los tiempos.

Se sabe en este sentido, que el vino tiene un efecto protector contra el riesgo de úlcera gastroduodenal, gracias a la inhibición en la formación de histamina.

El estudio de Peterson de 1986 demostró que el vino estimulaba la secreción gástrica del estómago, confiriéndole así una capacidas real como aperitivo.

Por tanto se puede considerar que el vino tomado antes de las comidas estimula las secreciones gástricas y, particularmente, aquellas que tienen a su cargo la digestión de las proteinas.

De igual forma se ha demostrado que ciertas sustancias contenidas en el vino estimulan la secreción biliar, acelerando la digestión de grasas en el intestino delgado.

En 1992 ya se demostró que el vino tomado en pequeñas dosis mejora la sensibilidad de la hormona pancreática, y por tanto de la insulina, provocando la bajada de la glucemia. Esto significa que en dosis bajas y tomadas cotidianamente, el vino mejora la sensibilidad de los tejidos a la insulina, lo que contribuye a aliviar la diabetes.

En una investigación, publicada en la web de “British Medical Journal” en 2010, un equipo en el Hospital Universitario de Zurich descubrió que beber vino en una comida pesada reduce el tiempo de la sensación de malestar producida en el estomago (gases y sensación de hinchazón).

Otro estudio del mismo año demostró que los bebedores de vino realizan una mejor digestión y tienen menos probabilidades de aumentar de peso. Se trata de un experimento a largo plazo llevado a cabo en el Departamento de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Navarra, sobre hábitos alimentarios.

En el año 2012 un estudio portugués demostró asimismo que los polifenoles del vino tinto desencadenan la liberación de óxido nítrico benigno y mejora las digestiones ayudando al estómago a convertir sustancias químicas, potencialmente dañinas, en moléculas menos peligrosas antes de que se distribuyan por el cuerpo.

A toda esta lista de beneficios, se suma la mejora y disminución de los movimientos del intestino, lo que contribuye a aumentar el tiempo de digestión. Pero además, el vino tiene un efecto antiespamódico muy claro, con un efecto antidiarréico. Así, el vino ofrece en caso de diarrea bacteriana una esterilización del foco infeccioso, disminuyendo las pérdidas de los líquidos intestinales.

Por último, mencionar el estudio reciente realizado por investigadores israelíes que descubrieron que el vino ayuda al estómago a eliminar sustancias potencialmente dañinas que se encuentran en las carnes rojas, ayudando a la digestión y a reducir el riesgo de diabetes de tipo 2, la aterosclerosis y el cáncer de colon.

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