El vino de Jerez: El favorito de Shakespeare

El Jerez, un tesoro andaluz que conquistó a Shakespeare

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El vino de Jerez ha gozado de un gran reconocimiento a lo largo de su historia por la calidad y singularidad que lo caracteriza. Producido en el Marco de Jerez al sur de Andalucía, su proceso de elaboración es realmente único, con una crianza que puede ser biológica, bajo el velo de flor, u oxidativa en botas de roble, que le otorga un sabor inconfundible y una amplia gama de estilos de Jerez, como el Fino, Amontillado, Palo Cortado, Oloroso o Pedro Ximénez, cada uno con características únicas en sabor y aroma.

Entre sus admiradores más destacados se encuentra el célebre William Shakespeare, cuya relación y preferencia por este vino es notable en varios aspectos, especialmente a través de las menciones literarias que hace de él en sus obras, así como su popularidad dentro del contexto histórico de su tiempo.

Shakespeare (1564-1616) fue un dramaturgo, poeta y actor inglés, reconocido como uno de los escritores más destacados de la literatura en lengua inglesa, cuya obra ha dejado una huella profunda en la cultura literaria universal. Autor de tragedias, comedias y sonetos emblemáticos, sus personajes y tramas han sido interpretados y adaptados en innumerables ocasiones, manteniendo su relevancia a lo largo de los siglos.

Durante la época isabelina, el vino de Jerez ya había alcanzado una notable reputación en toda Europa, siendo especialmente valorado en Inglaterra, donde el Jerez era un producto muy apreciado entre la nobleza y círculos de intelectuales. Además, las relaciones comerciales con España facilitaban en gran medida la importación de este vino, cuya fama y consumo estaban en auge.

En literatura, Shakespeare demuestra una aguda observación de la sociedad del momento, detallando su vida y costumbres. Las múltiples referencias que hace al vino de Jerez reflejan la influencia cultural y social que tuvo en la sociedad inglesa del siglo XVI y principios del XVII. Y es que la inclusión de este vino en sus obras no solo añade autenticidad a los personajes y sus diálogos, sino que también muestra la interconexión entre la literatura y la vida cotidiana de la época. Esta práctica también revela el cosmopolitismo de la Inglaterra isabelina y su apertura a productos y costumbres extranjeras, evidenciando cómo el comercio y la cultura se entrelazaban en un período de florecimiento artístico y literario.

Entre las menciones literarias más destacadas se encuentra el discurso de Sir John Falstaff en "Enrique IV, Parte 2", donde el personaje, de carácter hedonista y excesivo, elogia las virtudes del vino de Jerez, describiéndolo como una bebida que agudiza la mente y el ingenio, con efectos beneficiosos sobre el espíritu, elevando el ánimo y fomentando la elocuencia. La frase mítica de Falstaff: "Si yo tuviera mil hijos, el primer principio humano que les enseñaría sería el de abstenerse de bebidas finas y entregarse al Jerez", resalta su aprecio por este vino.

Los amantes del vino y los entusiastas de la literatura pueden brindar con una copa de Jerez, saboreando la misma bebida que inspiró a uno de los más grandes escritores de todos los tiempos. Así, el legado de Shakespeare y su aprecio por el Jerez continúan vivos, entrelazando la rica cultura vinícola con la eterna grandeza del teatro y la literatura.

La conexión entre Shakespeare y el vino de Jerez demuestra cómo la literatura puede reflejar y perpetuar aspectos culturales y sociales de su época. Las referencias al Jerez en sus obras no solo enriquecen el texto literario, sino que también ofrecen una ventana a las costumbres y el mundo de la Inglaterra isabelina. Esta intersección entre el vino y la literatura subraya la capacidad de ambos para trascender el tiempo, manteniendo viva una tradición que sigue siendo apreciada y disfrutada en todo el mundo hoy en día.

Un artículo de Inmaculada Peña
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