Martes 08 de Julio de 2025
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La tecnología de separación centrífuga está cambiando la forma en que las bodegas elaboran vino en España y en otros países con tradición vitivinícola. Este sistema, que ya se utiliza en Francia, Italia, Estados Unidos y Nueva Zelanda, permite clarificar mostos, tratar lías y estabilizar vinos terminados de manera más eficiente y sostenible. Las bodegas que han incorporado decantadores y separadores centrífugos han conseguido reducir el uso de agua y energía, acortar los tiempos de producción y mejorar la calidad microbiológica del vino.
En Nueva Zelanda, varias bodegas han informado de una reducción superior al 50 % en el consumo de agua y energía tras implantar esta tecnología. En Estados Unidos, se ha documentado una mejora operativa y una mayor recuperación de vino limpio, lo que ayuda a mantener la estabilidad del producto final. Estas experiencias muestran que la centrifugación no solo es una innovación técnica, sino también una respuesta a las demandas actuales de calidad, sostenibilidad y rentabilidad.
En España, la Bodega Virgen de la Vega, situada en Haro (Rioja Alta), ha sido pionera en la adopción de este sistema. Daniel Frías, director técnico de la cooperativa y enólogo con más de dos décadas de experiencia, lideró el cambio desde las prensas tradicionales hacia un sistema integral Pieralisi. La bodega utiliza ahora la separación centrífuga para procesar uvas blancas y tintas, tratar lías y clarificar vinos terminados. Según Frías, el objetivo era pasar a un proceso continuo con equipos más versátiles que las prensas convencionales. Los resultados han sido claros: reducción de tiempos, mayor flexibilidad, menos procesos intermedios y conservación del perfil aromático incluso en mostos sensibles a la oxidación.
La separación centrífuga ofrece varias ventajas técnicas y operativas. Permite trabajar sin interrupciones durante todo el día, eliminando los cuellos de botella del prensado por lotes. Se adapta a diferentes volúmenes y fases del proceso: desde la uva hasta el vino terminado. Realiza prensado y clarificado al mismo tiempo, logrando el grado de limpieza necesario sin dañar pieles ni romper pepitas. Esto favorece la fermentación y mantiene el perfil sensorial del vino.
Otra ventaja es la optimización energética y operativa. El sistema reduce los tiempos de proceso, el consumo de agua y energía, así como la necesidad de infraestructuras adicionales. Al eliminar coadyuvantes como las tierras de diatomeas y reducir los pasos de filtración, disminuyen tanto los costes como los residuos generados. Además, minimiza el contacto con uvas en mal estado, lo que ayuda a evitar defectos en el vino final. Los equipos con sistemas CIP permiten una limpieza automatizada que garantiza la calidad microbiológica.
La empresa Pieralisi tiene experiencia en introducir este tipo de tecnologías en sectores tradicionales. En los años sesenta desarrolló el primer decantador para extracción continua de aceite de oliva y desde entonces ha aplicado su tecnología a otros ámbitos como el reciclaje o la industria láctea. Rodrigo Jaén, director general de Pieralisi en España, anima a las bodegas a incorporar innovación tecnológica para lograr procesos más eficientes y sostenibles sin perder la identidad propia del vino.
El sector vitivinícola se encuentra ante nuevos problemas productivos, regulatorios y climáticos. La adopción de tecnologías como la separación centrífuga permite a las bodegas avanzar hacia un modelo más eficiente y respetuoso con el medio ambiente sin renunciar al carácter propio que define cada denominación de origen.
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