Jasnières y Fiefs Vendéens: dos regiones vinícolas francesas que tienes que visitar antes de que se hagan famosas

Entre colinas y brisas atlánticas, el Loira oculta dos joyas del vino francés

Ana Gómez

Viernes 07 de Noviembre de 2025

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Cuando pensamos en los vinos del Valle del Loira, vienen a la mente nombres como Sancerre o Vouvray. Sin embargo, alejados del bullicio turístico y escondidos entre paisajes tranquilos, existen dos regiones vitivinícolas que merecen un lugar en cualquier itinerario enogastronómico: Jasnières y Fiefs Vendéens. Estos pequeños viñedos del Loira Atlántico no solo sorprenden por la calidad de sus vinos, sino por la experiencia sensorial que ofrecen a quienes se aventuran a descubrirlos.

Jasnières: una joya en miniatura con alma de gigante

Enclavado en el norte del Loira, en la provincia de Sarthe, el viñedo de Jasnières es el más pequeño de toda la región vitícola del Loira. Con apenas 127 hectáreas repartidas entre los municipios de Lhomme y Ruillé-sur-Loir, este enclave produce exclusivamente vinos blancos a partir de la variedad chenin blanc, una uva que ha sabido conquistar a los amantes del vino por su versatilidad y capacidad de expresar el terroir.

La historia de Jasnières se remonta a 1937, año en que obtuvo su AOC (Appellation d'Origine Contrôlée), un reconocimiento a la calidad de sus vinos. Pero su fama viene de mucho antes: ya en tiempos de Enrique IV, los blancos de esta zona eran codiciados en la corte. Hoy, los vinos de Jasnières mantienen esa tradición de excelencia, combinando frescura, notas minerales y una sorprendente capacidad de guarda. En copa, suelen ser blancos secos con una estructura firme y una acidez vibrante, que maridan de maravilla con embutidos, aves o quesos de cabra de la región.

Un paisaje de postal y bodegas con historia

Más allá del vino, Jasnières es una invitación a la contemplación. Las colinas suaves del valle del Loir, con sus suelos arcillosos y silíceos sobre toba calcárea, ofrecen un escenario perfecto para el cultivo del chenin blanc. El viñedo se beneficia de una orientación sur que favorece la maduración lenta y equilibrada de las uvas. Visitar Jasnières no es solo una degustación, sino una inmersión. Productores como Domaine Lelais reciben a los viajeros en sus bodegas excavadas directamente en la piedra toba, creando ambientes frescos y mágicos para catar los vinos justo donde nacen. La autenticidad del entorno, sumada a la calidez de los viticultores, convierte cada visita en una experiencia sensorial que va más allá del gusto.

En bici entre viñas y pueblos con alma

Para quienes disfrutan del turismo activo, Jasnières ofrece una ruta ciclista de 16 kilómetros que serpentea entre viñedos, pueblos pintorescos y talleres de artesanos. Es una forma ideal de absorber el ritmo del lugar, conectar con la tierra y, por supuesto, hacer una parada para degustar un buen blanco de la zona.

Este recorrido permite al visitante descubrir no solo la riqueza vinícola, sino también el patrimonio cultural y humano del valle del Loir. Una escapada perfecta para quienes buscan alejarse de los circuitos masificados y disfrutar de un turismo más íntimo y sostenible.

Fiefs Vendéens: el sabor del Atlántico embotellado

A varios kilómetros al suroeste, ya cerca de las playas de la Vendée, se extienden los viñedos de los Fiefs Vendéens. Aunque es una denominación joven —reconocida oficialmente en 2011—, su historia es antigua y fascinante. Se remonta a la época del cardenal Richelieu, gran promotor de la viticultura en esta zona de clima oceánico y suelos diversos.

La región de los Fiefs Vendéens se divide en cinco subzonas: Brem, Chantonnay, Mareuil, Vix y Pissotte. Cada una tiene su carácter propio, marcado por la geología de sus suelos y su cercanía al mar. En total, el viñedo abarca unas 500 hectáreas, y sus quince viticultores trabajan con al menos seis variedades de uva, lo que permite una oferta de vinos amplia y con mucha personalidad: blancos frescos, rosados vivaces y tintos con estructura.

Un renacer tras la filoxera

Como muchas regiones vinícolas europeas, los Fiefs Vendéens sufrieron la devastación de la filoxera a finales del siglo XIX. Sin embargo, gracias a la tenacidad de los viticultores locales, el viñedo resurgió en 1951 bajo el nombre de “Anciens Fiefs du Cardinal”, y poco a poco fue recuperando su identidad y prestigio hasta alcanzar la categoría de AOC.

Hoy, sus vinos gozan de una reputación creciente, especialmente entre quienes valoran lo auténtico, lo local y lo artesanal. La influencia del Atlántico confiere a los vinos una frescura y una salinidad únicas, que los hacen perfectos para maridar con la cocina marinera de la región.

Maridajes con identidad vendéenne

Una de las mejores formas de conocer los Fiefs Vendéens es a través de su cocina tradicional. El tinto de Mareuil, por ejemplo, se sirve junto al jamón de Vendée y las mogettes, unas alubias blancas muy apreciadas en la zona. El blanco de Brem hace un maridaje perfecto con sardinas frescas de Saint-Gilles, mientras que un rosado de Vix, bien frío, es el acompañamiento ideal para una tarde de verano en la costa.

La Ruta de los Vinos de Vendée permite a los visitantes explorar estas combinaciones a través de visitas guiadas, eventos gastronómicos y catas organizadas directamente por los viticultores.

Vignobles Mourat: turismo enológico entre sostenibilidad y tradición

Uno de los exponentes más destacados de esta región es Vignobles Mourat, una bodega que ha sabido conjugar tradición vinícola con una visión moderna y sostenible del turismo. Aquí, los visitantes pueden elegir entre recorridos en bicicleta o en vehículos eléctricos, siempre acompañados por guías locales que los llevan a descubrir castillos, iglesias románicas y paisajes ribereños inolvidables.

La experiencia se completa con un almuerzo campestre elaborado con productos locales, seguido de una visita a las bodegas donde se desvela el proceso de elaboración de los vinos y se realiza una cata comentada de sus mejores etiquetas.

Tanto Jasnières como Fiefs Vendéens representan una forma distinta de acercarse al vino francés: más cercana y auténtica. Son territorios donde la tradición aún manda, pero donde también hay espacio para la innovación, la sostenibilidad y el turismo responsable.

Ana Gómez
Licenciada en bioquímica, sommelier y MBA en Marketing digital.
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