No trates de esquivar la lluvia, aprende a bailar bajo ella

Hace unos días Milagros, propietaria con su marido del restaurante El Caldero de Azahar, (Madrid), me inspiró con una frase...

Lunes 24 de Febrero de 2014

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Hace unos días Milagros, propietaria con su marido del restaurante El Caldero de Azahar, (Madrid), me inspiró con una frase algunas ideas sobre las que no dejo de dar vueltas.

Yo no desisto, yo no me rindo, yo no dejo de pelear porque todo esto tendrá su recompensa al final

Este comentario denota dos actitudes importantes en un emprendedor:

1. Decisión, empuje fe en sus propias fuerzas.

2. Convencimiento, fe, en lo que está haciendo.

No podemos actuar sobre la lluvia, pero si podemos aprender a bailar bajo ella. Los problemas no se resuelven solos, lo único que cae del cielo es, precisamente eso, la lluvia.

Los problemas se resuelven poniéndote delante de ellos y trabajando y no hay ninguno que no se pueda resolver, por grande que parezca un problema siempre se puede descomponer en pequeñas partes sean atacables. Los problemas siempre están delante de nosotros, por eso, mirar hacia atrás no resuelve nada. Solo como actuemos hoy y mañana puede ayudarnos.

Lo que debe darnos miedo no son los problemas, es quedarnos sin ganas de resolverlos, que nos puedan el hastío y la indiferencia, la falta de entusiasmo, porque nada grande se consigue sin entusiasmo.

Pero no solo de entusiasmo vive el hombre, algo más nos va a hacer falta, no muchas cosas pero si algunas, por ejemplo:

· Un plan de trabajo. Estrategia.

· El plan no tiene por qué ser súper original, diferente e innovador, si es importante que sea claro. Si nuestra propuesta es clara, el mundo nos responderá con claridad.

· No seamos iguales que los demás, aunque esto no nos obliga a ser muy diferentes, lo que sí es importante es que demos más que los demás. Mejor trato, mejor calidad, más sonrisas, más cariño, más hospitalidad, más cercanía, más confianza… Todo esto lo percibe nuestro entorno a la velocidad del rayo, de la misma manera que cuando tratas mal a un cliente…

· Levántate temprano y trabaja duro, no pienses en cuando llegarán las vacaciones ni el día de descanso.

Dicho esto abandonemos las actitudes serviles y cojamos el timón, abracemos con decisión nuestra capacidad para resolver, para avanzar, para caminar. En esa decisión está la llave de nuestra libertad y, cuando nos asalten dudas y temores, que es lícito, volvamos a repasar el plan y pongámonos en marcha otra vez. Como decía Confucio “No importa lo despacio que vayas siempre y cuando no te detengas”.

Así pues, ¿a qué esperas para cambiar tu destino? Ponte a caminar y no pares hasta que te llegue la hora de jubilarte y cuidar de tus nietos! Entonces podrás proponerte nuevas metas.

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