Marcel Deiss lidera la coplantación en Alsacia e inspira a Geoffroy en Champagne a recuperar viñedos mixtos históricos

La práctica ancestral de plantar y vendimiar variedades juntas revive en Europa. Vinos más auténticos y resilientes expresan el terroir colectivo por encima de la individualidad varietal

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Sábado 06 de Septiembre de 2025

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La coplantación, entendida como la implantación mixta de variedades de vid en una misma parcela que se vendimian y fermentan juntas, fue durante siglos la norma en la viticultura europea. Nació en tiempos en los que la identificación varietal era inexistente y los viticultores buscaban equilibrar riesgos y garantizar cosechas estables. Plantar uvas con diferentes ciclos de maduración y diferentes niveles de acidez ofrecía un seguro natural frente a inclemencias, plagas y variabilidad climática garantizando así la fiabilidad y una calidad constante. Con el avance de la viticultura moderna y la especialización varietal, esta práctica quedó relegada, aunque nunca desapareció por completo. La filoxera, que devastó Europa en el siglo XIX, dio lugar a un nuevo interés por los viñedos de campo mezclado, considerados más resistentes y equilibrados. Hoy la coplantación vive un renacer impulsado por la búsqueda de autenticidad, diversidad genética y resiliencia frente al cambio climático.

El ejemplo más célebre se encuentra en Alsacia con Marcel Deiss, que cultiva Riesling, Gewurztraminer, Pinot Gris, Sylvaner y otras variedades en las mismas parcelas, priorizando la expresión del terroir sobre el protagonismo de un solo varietal.

La "Palabra" de Deiss se ha difundido en Europa, hasta en Francia. En Champagne, la práctica tiene un trasfondo histórico: en los siglos XVIII y XIX era habitual plantar diversas variedades en la misma viña para garantizar volumen y equilibrio, antes de que la viticultura moderna impusiera plantaciones monovarietales más fáciles de gestionar. Hoy algunos productores de champán retoman ese legado. Laherte Frères lo demuestra con su vino "Les 7", elaborado a partir de siete variedades históricas co-plantadas, mientras que la maison Geoffroy reivindica la tradición con "Les Houtrants", un champán procedente de una sola parcela donde conviven Pinot Noir, Pinot Meunier, Chardonnay, Arbanne y Petit Meslier vendimiados juntos.

En España, la coplantación formó parte del paisaje histórico antes de que la modernización y las clasificaciones DO priorizaran varietales concretos; muchas viñas del siglo XIX y principios del XX eran mezclas naturales de Tempranillo, Garnacha, Graciano y también blancas como Viura o Palomino, lo que aseguraba vinos más estables en años difíciles. Hoy sobreviven parcelas emblemáticas las de la bodega Viñas del Cénit en Zamora que apuesta por el valor de cepas centenarias en campo mezclado con tintas y blancas y las de la Bodega El Capricho que albergan cepas centenarias mixtas de palomino y Mencía, Garnacha Tintorera, Prieto Picudo, Verdejo, Godello, entre otras variedades antiguas aún sin identificar.

El paralelismo histórico se extiende a otros países europeos: en el valle del Duero portugués abundan parcelas con hasta veinte cepas distintas que producen vinos de enorme complejidad; mientras que en Viena el Gemischter Satz es hoy una DAC que reivindica la tradición de mezclar variedades en un mismo viñedo y que ha conseguido en 2008, la clasificación de "Presidio" por parte de la organización italiana Slow Food.

Más allá de la diversidad geográfica, la coplantación comparte un mismo principio: expresar el carácter del lugar por encima de la variedad. La fermentación conjunta crea vinos armónicos, donde acidez, estructura y aromas se entrelazan desde el viñedo mismo. Esta práctica, que combina raíces históricas con desafíos agronómicos actuales, se perfila hoy como una de las formas más puras de interpretar el terroir.

Sin lugar a duda el renacimiento de la coplantación en Europa se debe a la labor de Jean-Michel Deiss en Alsacia y entre los protagonistas más relevantes destaca la bodega René Geoffroy en Champagne.

El liderazgo de Marcel Deiss

Domaine Marcel Deiss, con sede en Bergheim, se erige como un faro de innovación y tradición. Con raíces familiares que se remontan a 1744 y fundado oficialmente en 1947, el domaine ha formado parte durante mucho tiempo de la historia de Alsacia. Pero fue Jean-Michel Deiss, nieto del fundador, quien lo transformó en una de las bodegas más filosóficas y audaces de Francia. Al heredar el viñedo Grand Cru Schoenenbourg, Jean-Michel se encontró con el antiguo método de la coplantación —la plantación de múltiples variedades de uva en una sola parcela—. Inspirado por la complejidad y el equilibrio de los vinos resultantes, decidió revivir este método en todo el domaine, incluso en viñedos Grand Cru y Premier Cru. El lema de Jean-Michel Deiss es muy claro y directo: la variedad de uva no tiene identidad propia y en cambio es el terroir de cada parcela el que posee una identidad propia que se traslada a la planta y luego al vino. Esto fue revolucionario en una región dominada por las AOC que requieren el etiquetado varietal, pero en 2005, gracias a sus esfuerzos, la normativa cambió y permitió elaborar vinos Grand Cru sin la obligación de indicar la variedad de uva.

Hoy la finca gestiona aproximadamente 45 hectáreas repartidas en nueve pueblos, con una amplia diversidad de suelos, desde granito hasta margas y arenisca. La viticultura es decididamente biodinámica (certificada desde 1998), con plantaciones de alta densidad, bajos rendimientos y todo el trabajo en viñedo realizado manualmente. En bodega, la fermentación es espontánea con levaduras autóctonas, la crianza suele tener lugar en grandes fudres neutros. Además, la vinificación se adapta en función del terruño, lo que abre más posibilidades para ajustarse a las nuevas condiciones climáticas. En algunos casos se recurre a barricas pequeñas y también se han introducido maceraciones más largas, realizadas en ánforas o directamente en depósitos.

La gama de vinos cubre 13 variedades y está organizada en distintas categorías/AOC:

  • Vinos de Alsacia, entre ellos el "Coplantación" procedentes de parcelas coplantadas que expresan las características únicas del suelo y del lugar,
  • Village (procedentes de distintas parcelas de un pueblo o mejor dicho de un "lieu-dit"),
  • Single vineyards
  • Grand Cru.

A pesar de elaborar vinos con 13 variedades, Jean-Michel Deiss ha reintroducido el cultivo de más de 100 variedades autóctonas; por ejemplo de toda la familia de los Pinots, es decir Gris, Noir, Blanc, Beurot y Auxerrois. Hoy, el hijo de Jean-Michel, Mathieu, aporta una sensibilidad más moderna al domaine, preservando su filosofía esencial mientras refina el estilo. Domaine Marcel Deiss sigue desafiando supuestos y elevando la conversación en torno al terroir, combinando la sabiduría ancestral con una visión contemporánea.

La bodega produce aproximadamente 200.000 botellas al año y destina hoy el 60% de su producción a la exportación, con Japón como primer mercado, seguido por Estados Unidos, Canadá y, en creciente importancia, Europa.

Entre los vinos destacan los siguientes.

Village

  • Riquewihr y Berckem: el primero combina Pinot Gris y Riesling y es un vino seco; el segundo procede de 13 variedades y es semidulce (moelleux), aunque en boca se percibe más bien como un semiseco.

Single vineyards

Los vinos de lieux-dits reflejan suelos pedregosos o arcillosos con precisión y elegancia.

  • Engelgarten (El Jardín de los Ángeles) y Rotenberg (La Colina Roja): ambos proceden de la misma co-plantación de Riesling, Pinot Gris, Pinot Beurot, Muscat y Pinot Noir. El primero nace en un suelo de gravas, mezcla de granito y areniscas; el segundo en un suelo de caliza jurásica

  • Gruenspiel (El Juego de los Verdes) y Grasberg (La Colina Donde Crece la Hierba): ambos elaborados con Riesling, Pinot Gris y Gewurztraminer. El primero procede de suelos de sedimentos torrenciales de arenisca, granito y ocasionalmente gneis, y se vinifica con maceración de hollejos, lo que le aporta un color anaranjado. El segundo proviene de viñas asentadas sobre caliza jurásica.

  • Gruenspiel Rouge (El Juego de los Verdes) y Burlenberg (La Colina Quemada): el primero procede de Pinot Noir cultivado en suelos de sedimentos torrenciales de arenisca, granito y, a veces, gneis; el segundo se obtiene de Pinot Noir y de los demás Pinots plantados en suelos de caliza oolítica silicificada de crinoides, horneada por el vulcanismo.

Grand Cru

Los Grand Crus ofrecen profundidad y potencial de guarda.

  • Grand Cru Schlossberg y Grand Cru Mambourg: el primero procede mayoritariamente de Riesling co-plantado con otras variedades en suelos de gneis y granito; el segundo de todos los Pinots (Gris, Noir, Meunier, Blanc, Beurot) cultivados en suelos de caliza oligocena cuaternaria.

  • Grand Cru Altenberg de Bergheim y Grand Cru Schoenenbourg: ambos proceden de 13 variedades co-plantadas. El primero sobre depósitos calcáreos jurásicos, margas liasicas y arenisca rosa; el segundo sobre margas y yeso.

La apuesta para la coplantacion de Geoffroy en Champagne

La Maison René Geoffroy hunde sus raíces en el siglo XVII, cuando la familia comenzó a cultivar la vid en Cumières, en el Valle del Marne. Pero fue en la década de 1950 cuando Roger Geoffroy, junto a su esposa Julienne, decidió producir y comercializar su Champagne bajo su propio nombre. Su hijo, René, tomó las riendas de la finca y la amplió con su esposa Dedette. Hoy, bajo la dirección de Jean-Baptiste Geoffroy, Karine y su hija Sacha, cuarta generación, la maison explota unas 15 hectáreas repartidas en más de 35 parcelas, mayoritariamente en Premier Cru en Cumières, Hautvillers, Fleury-la-Rivière y Damery. El mosaico de terroirs —arcillas, arenas, calizas y margas— ofrece una diversidad que Geoffroy explota con precisión, siempre bajo un principio de respeto máximo al viñedo.

La maison cultiva principalmente Pinot Noir, Pinot Meunier y Chardonnay, junto a variedades minoritarias históricas como Arbanne, Petit Meslier y Pinot Gris. Esta diversidad vegetal refleja tanto la tradición como la apuesta por una viticultura más resiliente frente al cambio climático.

En bodega, la filosofía es la de intervención mínima: fermentaciones en depósitos de acero inoxidable y en fudres de roble, uso moderado de sulfuroso, fermentación maloláctica generalmente evitada, aunque ocasional y un amplio trabajo con vinos de reserva. La producción anual ronda las 120.000 botellas, organizadas en diferentes gamas que expresan tanto la identidad del viñedo como la creatividad del productor.

Pero quizá la aportación más singular de la casa es la gama Les Houtrants, símbolo de la coplantación en Champagne. En esta parcela histórica, conviven Pinot Noir, Meunier, Chardonnay, Arbanne y Petit Meslier, que se vendimian y fermentan juntos. De aquí nacen champagnes únicos, como Les Houtrants Complantés, un Brut Nature vibrante y mineral, o Les Houtrants Rosé, elaborado con maceración, que combina complejidad y delicadeza. Estos vinos reivindican la práctica ancestral de los viñedos mixtos, demostrando que la diversidad varietal aporta equilibrio natural y autenticidad.

Más allá del champán, Geoffroy también produce Coteaux Champenois, vinos tranquilos que expresan la personalidad de cada parcela. Tintos y blancos elaborados con vinificación precisa, que recuerdan la tradición de la región antes de que la efervescencia se convirtiera en protagonista absoluta.

Su apuesta por la coplantación no es solo un guiño al pasado, sino una declaración de principios que sigue el lema de Jean-Michel Deiss: el vino nace en el viñedo y su verdadera fuerza está en el terroir colectivo, no en la individualidad varietal.

Entre los vinos destacan los siguientes.

  • Expression y Pureté: la primera es Extra Brut y es la cuvée de entrada de la maison. 40% Pinot Noir, 35% Meunier y 25% Chardonnay sobre suelos arcillo-calizos, arenosos y margosos. 50% vendimia 2020 y 50% de reserva perpetua iniciada en la década de 1970. Vinos de reserva criados en tinas de roble y cubas de hormigón. 36 meses en rima sobre lías. La segunda es Brut Nature a partir del mismo ensamblaje que Expression, pero con 5 años en rima sobre lías.

  • Empreinte y Volupté: la primera es Extra Brut y procede al 100% de Pinot Noir de tres lieux-dits en Cumières (Les Chalmonts, Les Barremonts, Les Pêchers), con 6 años en rima sobre lías. La segunda también es Extra Brut, pero procede al 100% de Chardonnay de dos lieux-dits (La Montagne y Les Tourne-Midi), con 7 años en rima sobre lías.

  • Les Tiersaudes y Rosé de Saignée: la primera es Brut Nature, 100% Pinot Meunier del lieu-dit Tiersaudes con viñas plantadas a comienzos de los años setenta, con 5 años en rima sobre lías. La segunda es un rosado Extra Brut procedente al 100% de Pinot Noir con 4 años en rima sobre lías, vinificado con maceración en frío de bayas enteras durante 78 horas y con el mosto de escurrido fermentado de forma espontánea.

  • Cumières Rouge y Ratafia Solera: el primero es AOC Coteaux Champenois de Pinot Noir de dos lieux-dits (Chalmont, Madelonne) y criado en barricas de roble durante 24 meses. La segunda es una ratafia elaborada a partir de champagne base y del mosto prensado de los Rosés de Saignée. Las uvas maceran 60 horas antes del prensado. Se guarda en damajuanas de 54 litros y envejece 2 años en la azotea de la bodega.

https://www.marceldeiss.com/en/

https://www.champagne-geoffroy.com/

Un artículo de Maurizio Limiti
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