3 medidas que todo viticultor debería conocer en la poda de la vid

Tres pasos imprescindibles para una poda que protege tu viñedo

Úrsula Marcos

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La poda de la vid es una práctica esencial en el cultivo de la vid y desempeña un papel determinante en la calidad y cantidad de la producción de uvas. Aunque puede parecer un procedimiento sencillo a simple vista, la realidad es que requiere conocimientos específicos, experiencia y un enfoque técnico que varía según la variedad de vid, las condiciones climáticas, el tipo de suelo y los objetivos del viñedo. Dentro de este complejo proceso, hay aspectos fundamentales que, a menudo, son subestimados o tratados de manera superficial, pero que resultan críticos para la salud futura de las plantas. Entre ellos destacan tres medidas preventivas que, aunque básicas, tienen una importancia esencial para evitar enfermedades.

El primer punto a considerar es evitar realizar la poda bajo condiciones meteorológicas adversas. Este aspecto, a menudo pasado por alto, es esencial porque factores como la humedad alta, la lluvia o las bajas temperaturas pueden facilitar la entrada de patógenos en las heridas que se generan al cortar las ramas. Las enfermedades de la madera, como la esca, el yesquero o la eutypiosis, son algunas de las más comunes y severas que afectan a la vid, y encuentran en estas condiciones un entorno propicio para desarrollarse. Realizar la poda en días secos, con temperaturas moderadas y condiciones meteorológicas estables, es una medida que contribuye a minimizar estos riesgos y a garantizar una mejor cicatrización de los cortes.

El segundo aspecto relevante es la desinfección de las herramientas de poda entre planta y planta. Las tijeras, sierras y demás utensilios empleados en el proceso pueden convertirse en vectores de transmisión de enfermedades si no se mantienen adecuadamente higienizados. Esto es especialmente peligroso en viñedos donde ya se han detectado enfermedades, ya que los patógenos pueden trasladarse fácilmente de una vid infectada a otra completamente sana. Utilizar soluciones desinfectantes adecuadas, como compuestos a base de alcohol, hipoclorito de sodio o productos específicos diseñados para uso agrícola, garantiza que los utensilios estén limpios antes de cada uso, reduciendo de manera importante el riesgo de propagación de enfermedades.

El tercer punto, y no menos importante, es el tratamiento adecuado de las heridas de poda. Estas heridas son puntos vulnerables en la estructura de la planta, ya que pueden servir como puertas de entrada para hongos y bacterias. Si no se tratan de manera adecuada, las consecuencias pueden ser devastadoras para la planta, afectando su capacidad de crecimiento, su productividad y, en casos extremos, comprometiendo su supervivencia. Para mitigar estos riesgos, es recomendable aplicar selladores cicatrizantes o productos específicos que formen una barrera protectora sobre los cortes. Este tipo de tratamientos es especialmente relevante en las partes más gruesas de la planta, donde las heridas son más grandes y requieren más tiempo para cicatrizar.

Aunque estas tres medidas preventivas pueden parecer simples, su importancia radica en el impacto a largo plazo que tienen sobre la salud de la vid. Ignorar estas prácticas puede derivar en la aparición de enfermedades que no solo comprometen la planta individual, sino que también pueden propagarse al resto del viñedo, generando pérdidas económicas y comprometiendo la sostenibilidad del cultivo.

Es importante subrayar que la poda de la vid es mucho más que cortar ramas o dar forma a la planta. Es un proceso que requiere una planificación cuidadosa, un conocimiento profundo de las necesidades de cada variedad y una ejecución precisa para garantizar el equilibrio entre el vigor de la planta y su capacidad productiva. Sin embargo, estas tres medidas, a pesar de su aparente sencillez, representan pilares fundamentales que no deben descuidarse, ya que son la primera línea de defensa contra problemas que podrían comprometer años de trabajo. Su correcta implementación contribuye no solo a la salud inmediata de la vid, sino también a la longevidad y sostenibilidad de los viñedos.

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