Jueves 31 de Julio de 2025
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La transformación del INV en un ente dependiente de la Secretaría de Agricultura, bajo la premisa de "racionalización del gasto público", ha generado controversia en el sector vitivinícola. Este análisis explora las fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas que surgen de esta medida, evaluando su impacto en la producción, exportación y reputación del vino argentino en el mercado global.
El 8 de julio de 2025, el Gobierno Nacional de Argentina promulgó el Decreto 462/2025, transformando el histórico Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) en un ente dependiente de la Secretaría de Agricultura. La medida, que suprime la condición de organismo descentralizado y autárquico del INV, es presentada oficialmente bajo la lógica de la "racionalización del gasto público" —pero ha encendido fuertes debates dentro y fuera del sector vitivinícola nacional.
Hemos analizado el FODA de esta decisión (Fortalezas, Oportunidades, Debilidades y Amenazas) para comprender el impacto de esta reestructuración en el entramado productivo y exportador del vino argentino.
Posibilidad de modernizar procesos administrativos internos: La reestructuración ofrece la oportunidad de simplificar y modernizar los procesos administrativos internos del INV, con un enfoque en la reducción de la burocracia y la eliminación de trámites redundantes. Esto podría agilizar las operaciones y reducir los costos operativos.
Mayor eficiencia fiscal: Al centralizar funciones en el Ministerio de Economía y eliminar estructuras superpuestas, se busca una mayor eficiencia fiscal. Esto permitiría liberar recursos que podrían ser redirigidos a otras áreas prioritarias del sector vitivinícola.
Delegación de funciones técnicas: Se abre la puerta a delegar funciones técnicas específicas a entidades provinciales o privadas, a través de convenios de cooperación. Esto agilizaría ciertas gestiones y aprovechar la experiencia y los recursos de otros actores del sector.
Rediseñar el modelo de fiscalización con tecnologías innovadoras: La reestructuración representa una oportunidad para rediseñar el modelo de fiscalización mediante el uso de tecnologías innovadoras, como blockchain o sistemas de trazabilidad inteligente. Estas herramientas permiten establecer controles más precisos, transparentes y eficientes, lo que contribuye a fortalecer la confianza de los consumidores y socios comerciales.
Formación de alianzas público-privadas: Se propone impulsar la creación de alianzas público-privadas que agilicen y fortalezcan los procesos de certificación y control, alineándolos con estándares internacionales. Esta colaboración estratégica permitirá combinar la experiencia y los recursos de ambos sectores, con el objetivo de mejorar la calidad y la competitividad del vino argentino en los mercados globales.
Impulsar una agenda federal más participativa: La reestructuración brinda la oportunidad de promover una agenda federal más participativa, que integre activamente a las provincias vitivinícolas en los procesos de toma de decisiones tanto regulatorias como operativas. Esto permitirá una mayor representatividad territorial y una mejor adecuación de las políticas a las realidades y necesidades específicas de cada región.
Pérdida de independencia institucional y técnica: El Instituto Nacional de Vitivinicultura deja de ser un órgano de control autónomo, quedando supeditado a lineamientos político-administrativos centrales. Esto podría comprometer su capacidad para tomar decisiones imparciales y basadas en criterios técnicos, afectando la credibilidad y la confianza en el organismo.
Reducción sustantiva en el alcance de la fiscalización: La supervisión pasa a focalizarse únicamente en el producto terminado, abandonando controles en etapas claves como cosecha, elaboración, transporte y fraccionamiento. Esto podría aumentar el riesgo de fraude y adulteración, afectando la calidad y la reputación del vino argentino.
Riesgo de desarticulación técnica: La ausencia de un marco regulatorio homogéneo a nivel nacional, con potencial dispersión de criterios y metodologías, podría generar dificultades para garantizar la calidad, trazabilidad y certificación de origen que exigen los principales mercados internacionales para productos premium.
Dificultades para garantizar la calidad, trazabilidad y certificación de origen: La reducción del alcance de la fiscalización y la posible desarticulación técnica podrían dificultar la capacidad del INV para garantizar la calidad, trazabilidad y certificación de origen que exigen los principales mercados internacionales para productos premium, afectando la competitividad del vino argentino en el mercado global.
Pérdida de confianza de socios comerciales internacionales: La reestructuración podría generar desconfianza entre los socios comerciales internacionales (Unión Europea, Estados Unidos, Canadá, mercados asiáticos), quienes demandan valoración oficial y certificación estricta sobre el vino nacional, perjudicando las exportaciones y la reputación del vino argentino en el mercado global.
Surgimiento de barreras no arancelarias en destino: Ante la ausencia de un organismo de control independiente y reconocido, podrían surgir barreras no arancelarias en destino, dificultando el acceso del vino argentino a los mercados internacionales.
Deterioro del reconocimiento internacional: La reestructuración podría debilitar el reconocimiento internacional del INV, especialmente frente a organismos como la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), lo que implicaría una menor participación de Argentina en foros internacionales y dificultaría la adopción e implementación de estándares globales en la industria vitivinícola.
Mayor riesgo de fraude, competencia desleal y caída de prestigio: La reducción del alcance de la fiscalización y la posible pérdida de independencia del INV podrían aumentar el riesgo de fraude, competencia desleal y caída de prestigio en ferias especializadas y canales premium, donde la reputación institucional es un valor diferencial.
La disolución de la autonomía del INV constituye un punto de inflexión para la industria vitivinícola argentina. Si bien podría abrir una ventana para revisar y modernizar los esquemas de control, también supone riesgos significativos para la calidad, la seguridad comercial y la imagen del vino argentino en el competitivo escenario internacional.
La solidez y prestigio institucional del INV han sido, históricamente, garantías fundamentales para posicionar a la Argentina entre los principales exportadores mundiales. Su debilitamiento podría acarrear consecuencias contraproducentes en un contexto en el cual la trazabilidad, la sustentabilidad y la certificación de origen se vuelven demandas ineludibles de compradores globales.
Frente a este escenario, resulta indispensable que el sector público, las provincias y la iniciativa privada articulen de manera urgente estrategias conjuntas que permitan consolidar alianzas público-privadas. El objetivo es evitar retrocesos institucionales que puedan comprometer la competitividad y el prestigio internacional del vino argentino.
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