El vino en la era digital

La automatización y la IA cambian todas las etapas de la producción vinícola

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Lunes 24 de Marzo de 2025

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Jonathan publicó el día 19/03/2025 en estas páginas digitales su interesante colaboración "La IA en el mundo del vino". La cuestión es relevante; la más relevante en lo concerniente a su comercio, y en términos generales, más decisiva que el cambio climático o el de los hábitos de consumo de los milenials. Es esta cuestión pues una muy seria, de la que depende el futuro inmediato de muchos productores y distribuidoras, si no de todo el sector, y que requiere unas capacidades apresuradas de adaptación, aprendizaje, e innovación, como nunca habían sido exigidas antes en los 8.000 años de historia del vino.

Pero, desdramaticemos primero, y permitámonos antes un poco distensión porque también su parte lúdica es lo que hace del vino algo espectacular. Jonathan propone un entretenido formato cine-fórum y comparte su devoción por la película Blade Runner. Bueno... bien... aunque no es exactamente la mejor elección antes de este debate, vale para hacer mención de algo capital en la grandeza del vino: nuestra vida está sumergida en espiritualidad y misterio. Esto es así aunque nuestro intelecto se imponga en lo contrario. El arte, el amor, nuestras hijas, la belleza, la música... y el buen vino, nos hacen conscientes de ello. Por eso, lo relevante de esta película a nuestros efectos, no sería lo que antes de "morir" dice el replicante que ha visto, sino la última frase en la cinta: "¿quién vive realmente?". La IA no. A nuestros efectos, el diálogo del replicante acerca de lo que ha visto suena un poco como si a alguien le preguntan si cree en Dios, y contesta "por supuesto, profundamente, yo he visto a Lucas Vázquez meter un gol de cabeza en el minuto 93". Esta cuestión, queda mejor explicada en la primera secuencia de la siguiente versión de este filme hecha 40 años después, cuando al replicante de nueva generación le evidencian su "no vida" por no saber lo que es un milagro. Nosotros lo tenemos delante; es el milagro del vino

La IA no tiene que ser empática con nosotros. Así como tampoco tienen que serlo los martillos, las ruedas, o los libros. Tampoco las hormigas solicitan empatía a las abejas, en todo caso se la reclamarían a los humanos para que no las pisoteemos. A este paso, la IA será más inteligente que nuestro intelecto para 2050 (si no lo es ya en algún despacho). Esto quiere decir, llanamente, que el ser humano se encontrará, de sopetón, por primera vez en sus 2 millones de años de historia, que es el segundo más listo de la clase. Y además, como ya ocurría en el colegio, que el primero cada vez aprenderá más rápido, cada vez será más listo, y cada vez estará más dedicado a sus objetivos. La película Blade Runner está hecha hace cuarenta años y aunque sea de ciencia ficción, los replicantes son más tontos que los humanos porque se fabrican para que hagan los trabajos sucios, los que no quiere hacer nadie; no son IA a efectos de este papel. Hoy, la realidad que encaramos es distinta: los procesos digitales serán más listos que nosotros, será auténtica IA, y... creciendo ("Maniac" Benjamín LABAUT, "Our final invention" James BARRAT)

Hablemos de vino. Distingamos tres agentes en el mundo del vino: el productor, el consumidor, y el intermediario (la bodega, el cliente, y la distribuidora-exportadora)

LA BODEGA

Desde la elección de un terreno hasta el etiquetado de la botella, todas y cada una de las operaciones podrán ser decididas por IA y ejecutadas por máquinas. Para llegar a tales decisiones, la IA dispondrá de todos los datos técnicos imaginables, que serán obtenidos de forma automática y procesados en nanosegundos. La IA se encargará igualmente de la gestión de la labor de las máquinas. Así que todos los trabajos profesionales en bodega se transformarán o desaparecerán; menos el del propietario (CODIPRAL "El Bodeguero" 03/04/2023). Igual ocurre ya no sólo con los conductores de metro o los bibliotecarios, sino también con los ingenieros, los médicos, o los abogados (pronto repercutirá también a los jueces). Tendremos simplemente que saber de otras cosas: de informática, de canales digitales, de gestión de infinita información del big-data... (en los bancos de inversión los más brillantes y mejor pagados no son ya los posgraduados en finanzas, lo son los informáticos y matemáticos familiarizados con programas y algoritmos). Por ejemplo, menciona el artículo al enólogo; será un especialista en el análisis, el calibrado, y el coupage automático. O al sumiller, que tendrá que ser experto también en implementar algoritmos con sus gustos para analizar mecánicamente los vinos, y en la gestión de infinitas valoraciones propias y ajenas

Pero, claro... el gran vino no es sólo el resultado de decisiones técnicas acertadas. También lo es porque encapsula una esencia de humanidad que procede de su elaborador, de la cultura de su región de procedencia, de su historia comercial, etc. Esa es la magia del gran vino; es la mejor forma de conocer un país, un pueblo, una cultura, una historia. Esto también es terroir; las gentes, la historia de ese vino. Ciertamente, en un proceso 100% eficiente y 100% automático dirigido por IA, esta componente humanista del gran vino desaparecería y podríamos enterarnos de que la Listán Negro debe sustituir al Tempranillo como variedad en Ribera del Duero. ¿Qué hacemos? Tener presente que tras muchos siglos de cata, lo que nos gusta cerca del Duero es la Tinta del País, y cerca de donde hubo volcanes la Listán Prieto, tener presente que la IA debe ser solo una herramienta, como las tijeras de podar, y tener presente que la mayor responsabilidad del ser humano es siempre defender su libertad

EL CLIENTE

No hay nada perfecto, pero el cliente final es quien tiene todo el poder de mercado actualmente porque estamos en una situación de casi "mercado perfecto". El cliente es quien manda, quien tiene la sartén por el mango. Esta coyuntura no cambiará hasta que la producción no esté por debajo de la demanda global, y en tiempos convulsos como los presentes que no son propicios para el disfrute del vino y el consumo baja cada año, no ocurrirá. Pero es que además, el desarrollo de la IA y de los canales electrónicos de venta, dispara la hegemonía del cliente final que dispone de forma inmediata en un pantallazo de toda la oferta global disponible, puede comparar costes, comentarios y recomendaciones, y asegurar una transacción desde cualquier mercado con perfecta trazabilidad desde la viña con la tecnología de bloques

LA DISTRIBUIDORA - EXPORTADORA

Brevemente, la circunstancia clave que hace que la tecnología digital y la IA promuevan la extinción del papel clásico del intermediario es que facilitan la relación comercial directa, asegurada, inmediata, entre el productor y el consumidor. Esto no debe sorprendernos, ya hemos dicho que les pasa también a todos los profesionales cualificados o no. El intermediario pues sobra porque solo aumenta los costes. ¿Qué hacer? Parece obvio, el comercializador tiene que encontrar la forma de aportar valor al proceso con mucho cuidado de que ese valor que aporte no sea menor que los costes que le genere, porque si ocurre, le llevará igualmente a la quiebra aunque se adapte. Esto se consigue precisamente innovando y especializándose en IA, comercio electrónico, plataformas, market places sectoriales, canales digitales, tecnología de bloques, etc., a nivel global. Todo aquello a lo que la bodega, y su equipo comercial, tardarán más en llegar porque su vocación es hacer gran vino, no vender

CONCLUYENDO

Dejaremos de existir porque somos una mera contingencia. Mientras existamos, disfrutaremos del gran vino. Es parte ya de lo que somos, nos ayuda a vivir, nos hace más felices, y más libres (que es de lo que se trata). Esto seguirá siendo igual con IA o sin ella. Pero, las bodegas, los profesionales, las distribuidoras, las logísticas, los procesos comerciales y de pago, las asociaciones y consejos reguladores, las estrategias... tienen que adaptarse a la nueva realidad de la IA con urgencia porque sólo quienes lo hagan primero prevalecerán. Y luego claro, está la gran cuestión de fondo, porque si permitimos que la IA sea más inteligente que nosotros, conectada globalmente, nuestra vida será lo que ella quiera que sea; quizá en abstinencia, quizá en reservas, quizá cancelada. Disfrutaremos del gran vino siempre, eso es algo que la IA nunca podrá hacer, porque es mágico y nos acerca a lo trascendente; hoy como cuando durante miles de años ni siquiera entendíamos el secreto divino de la fermentación. Dejaremos de hacerlo cuando seamos tan incapaces como para buscarnos nuestra propia extinción, aunque parece que ahora habrá otro, la IA, que también tendrá opinión en esto. Hay un chiste del tripulante de una nave alienígena que dice a su comandante en el puente de mando "comandante, hemos detectado un planeta en el sistema solar con una forma de vida, nos acercamos pero lo tienen rodeado completamente con satélites cargados con armamento nuclear", el comandante pregunta "¿es una forma de vida inteligente?", y le contesta "pues muy listos no deben ser, señor, porque todos los satélites apuntan para dentro"

Un artículo de CODIPRAL©
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