Raúl Mohamed
Martes 01 de Febrero de 2022
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El mundo cambia, evoluciona hacia nuevos procesos y si hay algo que no se detiene es la manera de hacer negocios. Las transformaciones y los nuevos escenarios modifican inclusive las necesidades del público y las respuestas deben abordarse desde nuevas y creativas plataformas. Muchas veces, por no decir la mayoría de las veces, una crisis presenta una oportunidad que exige una plástica transformación de las estructuras consolidadas para dar respuesta.
El nacimiento de start ups y unicornios no es privativo únicamente de cerebros jóvenes y nativos digitales. Este nuevo mundo también se mete dentro de negocios de estructuras tradicionales, muchas veces con siglos de vida y desarrollo. Tal es el caso de las bodegas y las empresas vitivinícolas.
Los procesos del “benchmarking” vienen a dar respuesta y soluciones comerciales en un mundo supercompetitivo para no caer en el olvido.
El benchmarking se define como la herramienta de gestión para medir productos, servicios y procesos contra aquellos de organizaciones conocidas por ser líderes en uno o más aspectos de sus operaciones. La evaluación comparativa proporciona los conocimientos necesarios para comprender cómo se compara la organización en relación a otras organizaciones similares, incluso si están en un negocio diferente o tienen un grupo diferente de clientes.
La evaluación comparativa es un proceso en el que mide el éxito de su empresa frente a otras empresas similares para descubrir si existe una brecha en el rendimiento que pueda cerrarse mejorando su rendimiento. Estudiar otras empresas puede resaltar lo que se necesita para mejorar la eficiencia de la empresa y convertirse en un jugador más importante en su industria. No se trata de un análisis para copiar las estrategias de la competencia, sino para mejorar o elaborar nuevas para la propia.
La evaluación comparativa también puede ayudar a las organizaciones a identificar áreas, sistemas o procesos para aplicar mejoras, ya sean incrementales (continuas) o mejoras dramáticas (reingeniería de procesos comerciales).
El benchmarking se clasifica en cuatro categorías:
La evaluación comparativa técnica la realiza el personal idóneo para determinar las capacidades de los productos o servicios, especialmente en comparación con los productos o servicios de los principales competidores. Por ejemplo, en una escala de uno a cuatro, siendo cuatro el mejor, ¿cómo se clasifican las propiedades de los productos o servicios de la organización? Si no se pueden obtener datos concretos, los esfuerzos de diseño pueden ser insuficientes y los productos o servicios pueden ser inadecuados para ser competitivos.
El benchmarking competitivo compara qué tan bien (o mal) lo está haciendo una organización con respecto a la competencia líder, especialmente con respecto a atributos, funciones o valores de importancia crítica asociados con los productos o servicios de la organización. Por ejemplo, en una escala de uno a cuatro, siendo cuatro el mejor, ¿cómo clasifican los clientes los productos o servicios de su organización en comparación con los de la competencia líder? Si no puede obtener datos concretos, los esfuerzos de marketing pueden estar mal dirigidos y los esfuerzos de diseño pueden estar equivocados.
Se analizan los procesos genéricos que pueden ser de nuestros competidores o no. Por ejemplo, se comparan los procesos de dos industrias diferentes.
Tiene por objeto comparar dos actividades similares que pueden realizarse en empresas de distinto o del mismo rubro. Por ejemplo, analizar los canales de distribución de una hacienda vitivinícola y de una empresa olivícola o cervecera.
Conseguir ventajas sobre la competencia es el deseo de todo bodeguero o responsable de bodega y las nuevas generaciones buscan y toman prestado de otros ámbitos las soluciones creativas que en otro momento podrían haber resultado impensables: Hoy, la crianza del vino, su elaboración y el proceso de comercialización comienza a aplicar las herramientas que ofrece esta nueva metodología, el benchmarking.
Sin embargo, muchas experiencias fallidas hablan de lanzamientos o copias de productos, etiquetas o propuestas, en contra del sentido más puro de la filosofía del benchmarking, la cual se constituye como un sistema de aplicación para ‘adaptarse’ a las nuevas condiciones descubiertas a través de los estudios comparativos y no de ‘adoptar’ sin más ni más de prácticas y experiencias ajenas. El benchmarking obliga a un proceso de análisis y aprendizaje interno y del ambiente en el que se está insertado con el fin de integrarse al proceso actual de la organización, para incrementar la efectividad, eficiencia y adaptabilidad de las prácticas tradicionales.
En medio de la feroz competencia a la que están sometidas las bodegas tanto a nivel regional como internacional, el benchmarking se presenta como una herramienta de gestión, de análisis y de mejora que permiten obtener resultados positivos y exitosos para la obtención de grandes beneficios para la industria vitivinícola.
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