Manuel Rivera
Viernes 21 de Enero de 2022
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Sin duda alguna, la cultura de la tapa es una de las tradiciones más apreciadas por los españoles y por todos sus visitantes. Quien no puede resistirse ante una tortilla española, un buen jamón, unas patatas bravas o quizá un rico cerdo, eso sí, acompañados de un buen vino. Pues bien, en las mejores calles de España podemos irnos de tapeo con nuestros amigos.
La tapa es una de las comidas típicas más características no solo de la gastronomía española, sino también, de su cultura y su forma de socializarse. Ir de “tapeo” o a “tapear” definen una manera de comer en España, que consiste en probar diferentes cosas dentro de un menú.
Nada más adecuado para disfrutar de un momento especial con nuestros amigos o familiares que las tapas. Estas son pequeños pasabocas que pueden ser fríos, calientes, en cazuela, en tostada o en forma de pincho. La ocasión perfecta para disfrutar de una gran variedad de sabores.
También es una tradición española ir de tapeo por las calles. Por esto en algunas de sus ciudades estas calles son muy famosas por la variedad y exquisitez de sus tapas. Veamos las más populares por cada Comunidad Autónoma:
Aquí encontramos un total de 60 bares y restaurantes que reúnen en esta indiscutible meca del tapeo lo mejor de la propuesta gastronómica de La Rioja (vinos incluidos, claro). Cada dos metros hay uno y eso, sin contar con los locales que se encuentran en las cercanas calles Albornoz, San Agustín y Travesía de Laurel. Todos tienen un pincho estrella, bautizados con nombres de lo más divertidos: cojonudos, quejas, preñaos…
La cultura del tapeo es sagrada en toda Andalucía. Por norma general, los bocados están incluidos con las consumiciones y no suelen superar los dos euros y medio. Entre las calles más aclamadas (y concurridas) sobresale esta en Granada, donde a su vez destaca el Bar Los Diamantes, especializado desde hace 75 años en pescaíto frito.
Aunque antiguamente se la conocía como Plaza de las Tiendas, por el gran número de negocios que concentra, podría perfectamente llamarse la Plaza de los Bares. La Taberna Los Cazurros, con una decoración típica leonesa, es famosa por la abundancia y calidad de sus opciones, algunas de ellas con los embutidos de la tierra como protagonistas.
Destaca en La Coruña por sus múltiples barecitos y, también, por las actividades de ocio que promueven allí los propios hosteleros. La ruta continúa por la denominada «zona de los vinos», también llamada Barrio de la Pescadería. .
Se posicionó hace ya tiempo como una de las principales arterias culinarias de la capital. Aquí se mezclan bares de tapas con comedores más o menos formales, sumando en total más de 70 establecimientos… eso sí, cada uno con un concepto bien diferenciado.
Hasta hace no mucho no se hablaba demasiado de esta amplia y bonita zona con fachadas modernistas. Pero las cosas han cambiado… porque en los últimos años aquí han abierto más de 45 locales. Y los hay de todos los colores: para desayunar o tomar el brunch, como La Granja Petitbó; para alargar el aperitivo a base de vermús en Chicha y Limoná, etcétera.
El barrio de Ruzafa ha sabido reinventarse, eso es así. Entre galerías, estudios de diseñadores y tiendas de autor, todavía queda mucho sitio para bares, restaurantes y cafés con encanto. Como El Almacén, donde se pueden degustar tapas 100% handmade, como el pulpo a la brasa con romesco de achiote o el preñao (pan al vapor) relleno de morcilla.
La última en incorporarse -o mejor dicho, reincorporarse- al mapa culinario del centro histórico de Cáceres es la calle Pizarro. Y es que desde hace un par de años está recuperando toda su actividad… y, de hecho, ya cuenta con una veintena de bares. Moverse de uno a otro probando distintas tapas es un planazo.
Es la mejor opción si lo que se pretende es tapear y, después, salir de fiesta. Universitarias, bulliciosas y alegres, sus «tascas» cuentan con todo lo que imprescindible para sumergirse en una de esas noches en las que se sabe cómo se empieza… pero no cómo se acaba.
San Nicolás (hay vida más allá de la Estafeta…) acoge la ruta del tapeo -mejor dicho, del pintxo- de los pamploneses. Hay fritos de huevo, croquetas de hongos, chistorra… bocados maridados, obviamente, con su típico zurito. El Marrano y Casa Otano son solo dos de sus emblemas. Y nunca decepcionan.
Se transforma al caer la tarde en uno de los epicentros del picoteo santanderino. Alrededor de la plaza, próxima al Paseo de Pereda, gravitan un montón de bares, terrazas y pubs… y por eso siempre se llena de gente. Bueno, por eso y porque es escenario habitual de propuestas callejeras del Ayuntamiento (conciertos, actuaciones…).
La concentración de sidrerías en Gascona supera, sin lugar a dudas, a la de cualquier otro lugar del mundo (por eso da la sensación de que allí todos los días son festivos). Y lo suyo es dejarse caer por la zona para cenar de culines y productos de la tierra: entre todos sus establecimientos despuntan Tierra Astur Gascona, con sus potentes tortos de maíz con picadillo de jabalí, y Tierra Astur Parrilla, con sus pescados y carnes de ternera asturiana.
Aunque no agrupa tantos locales como sus anteriores compañeras, Santa Fe es de visita obligatoria. En El Trébol hay que probar sí o sí la mítica bomba, patata rellena de carne cubierta de alioli y salsa de tomate. Y en Cuchara de Palo, las carcamusas (hechas a fuego lento).
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