Úrsula Marcos
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¿Sabías que el tipo de suelo en el que crecen las vides influye en el sabor, el aroma y la calidad del vino que se produce? Los suelos del vino son un factor clave para el desarrollo de las características de las uvas, y por eso los viticultores los cuidan con esmero y los clasifican según sus propiedades.
El suelo es uno de los factores más importantes que influyen en la calidad del vino. Es el hogar de las vides y es responsable de proporcionarles los nutrientes y el agua necesarios para crecer. Sin embargo, no todos los suelos son iguales, y cada uno tiene su propio conjunto de características que pueden afectar significativamente el sabor, la textura y el aroma del vino.
En general, los suelos de calidad para la producción de vino son aquellos que son bien drenados, profundos y ricos en nutrientes. Estos suelos permiten que las raíces de la vid se extiendan y se adhieran firmemente al suelo, lo que las ayuda a absorber los nutrientes y el agua que necesitan. Además, un suelo bien drenado permite que las raíces respiren adecuadamente, lo que promueve un crecimiento saludable de la vid.
Los suelos se pueden clasificar según su textura, su composición, su acidez, su drenaje y su capacidad de retener el agua y los nutrientes. Cada uno de estos aspectos afecta de una forma u otra al comportamiento de la vid y al resultado final del vino.
Por ejemplo, los suelos arenosos son sinónimo de finura y vinos ligeros, suaves, aromáticos, con baja acidez y poco grado, pues en ellos la maduración es más rápida. Los suelos arcillosos, en cambio, dan lugar a vinos más potentes, estructurados, tánicos y con mayor grado, pues retienen más el agua y los nutrientes. Los suelos calizos, por su parte, aportan elegancia, frescura y mineralidad a los vinos, pues son suelos alcalinos que equilibran la acidez de las uvas. Veamos alguno de ellos con más detalle:
Los suelos calcáreos o calizos son suelos que tienen una alta proporción de sales calcáreas, especialmente carbonato de calcio. Estos suelos suelen tener un origen marino, con restos de conchas, corales y otros sedimentos. Los suelos calcáreos influyen en el desarrollo de la vid, reduciendo su vigor y favoreciendo el equilibrio natural entre el crecimiento vegetativo y la producción de uva. Los vinos procedentes de suelos calcáreos suelen ser secos, con personalidad y mineralidad, con buen contenido alcohólico y baja acidez. Algunas zonas donde se producen vinos en suelos calcáreos son Borgoña, Champagne, Jerez, Rueda y Mendoza.
Los suelos arcillosos son suelos que tienen una alta proporción de arcilla, un tipo de mineral fino y plástico. Estos suelos suelen retener bien el agua y los nutrientes, lo que favorece el desarrollo de la vid. Los vinos procedentes de suelos arcillosos suelen ser vinos con estructura, cuerpo, color y taninos, con aromas intensos y elegantes. Algunas zonas donde se producen vinos en suelos arcillosos son Douro, Ribera del Duero, Rioja, Pomerol y Burdeos. Algunas variedades de uva que se adaptan bien a los suelos arcillosos son syrah, tempranillo, merlot y cabernet sauvignon.
Los suelos pedregosos son suelos que tienen una alta proporción de piedras o gravas, que pueden ser de origen aluvial o granítico. Estos suelos suelen tener una buena permeabilidad y drenaje, lo que evita el exceso de humedad y favorece el estrés hídrico de la vid. Los vinos procedentes de suelos pedregosos suelen ser vinos con aromas limpios y francos, con buena graduación alcohólica y frutosidad, con matices minerales y cálidos. Algunas zonas donde se producen vinos en suelos pedregosos son Rueda, Ribera del Duero, Navarra, Toro, Priorat, Jumilla y Bierzo. Algunas variedades de uva que se adaptan bien a los suelos pedregosos son verdejo, garnacha, tinta de toro y mencía.
Los suelos de pizarra o pizarrosos son suelos que tienen una alta proporción de pizarra, un tipo de roca metamórfica que se descompone en láminas. Estos suelos suelen ser pobres en nutrientes y materia orgánica, pero acumulan calor, lo que favorece la maduración de la uva y el grado alcohólico de los vinos. Los vinos procedentes de suelos de pizarra suelen ser vinos con complejidad, estructura, notas minerales y aromas maduros. Algunas zonas donde se producen vinos en suelos de pizarra son Priorat, Bierzo, Ribeira Sacra y Axarquía. Algunas variedades de uva que se adaptan bien a los suelos de pizarra son garnacha, cariñena, mencía y moscatel.
Los suelos graníticos son suelos que tienen una alta proporción de granito, un tipo de roca ígnea que se forma por el enfriamiento del magma. Estos suelos suelen ser sueltos, arenosos, ácidos y con buena permeabilidad y drenaje. Los vinos procedentes de suelos graníticos suelen ser vinos con aromas minerales, ligeros toques salinos, buena acidez y elegancia. Algunas zonas donde se producen vinos en suelos graníticos son Ribeiro, Rías Baixas, Valdeorras, Gredos y Sierra de Salamanca. Algunas variedades de uva que se adaptan bien a los suelos graníticos son albariño, godello, treixadura, garnacha y rufete.
Los suelos volcánicos son suelos que se originan por la actividad de los volcanes y que tienen unas características especiales que influyen en la calidad y el sabor de los vinos que se producen en ellos. Estos suelos son ricos en minerales, como el hierro, el magnesio y el potasio, que se transmiten a las uvas y les dan unos aromas distintivos. También son muy porosos y permeables, lo que permite un mayor almacenamiento de agua y una mejor adaptación de las viñas a las condiciones climáticas. Algunos de los vinos volcánicos más famosos son los de Canarias, Sicilia, Campania y Etna. Estos vinos suelen tener un toque ahumado y una acidez equilibrada.
Los suelos arenosos del vino son aquellos que tienen un alto contenido de arena, es decir, de partículas de rocas y minerales muy pequeñas, que influyen en las características de los vinos que se producen en ellos. Son suelos que se calientan y enfrían rápidamente, lo que favorece una maduración más rápida de las uvas.Dan lugar a vinos muy aromáticos, finos, ligeros, suaves y con baja acidez.Tienen poca capacidad de retener el agua y los nutrientes, lo que puede provocar estrés hídrico y deficiencias en las viñas.Son menos estructurados en boca, con una carga tánica algo menor, lo que puede afectar a la complejidad y la longevidad de los vinos. Hay muchas regiones vinícolas que tienen suelos arenosos, en España en Condado de Huelva, donde se cultivan uvas de las variedades Zalema y Palomino; Granada, donde se producen vinos de las variedades Moscatel, Tempranillo y Cabernet Sauvignon; Jerez-Xérès-Sherry, donde se elaboran los famosos vinos generosos de las variedades Palomino, Pedro Ximénez y Moscatel; y Málaga, donde se obtienen vinos dulces y secos de las variedades Moscatel y Pedro Ximénez. También en Chile, la zona de Maipo Costa tiene suelos arenosos con influencia marítima.En Australia, la región de McLaren Vale tiene suelos arenosos sobre arcilla roja.
Los suelos francos son una mezcla de arena, limo y arcilla, con poca materia orgánica. Son suelos permeables y pobres, que favorecen el cultivo de la vid. Sin embargo, también pueden hacer que los viñedos sean más vigorosos y que los vinos resultantes tengan poco color y sabor. Para evitar esto, se recomienda una poda rigurosa y un control de la producción. Algunos ejemplos de regiones vinícolas con suelos francos son Burdeos, Borgoña y Rioja.
En conclusión, el suelo es un factor clave en la producción de vino y puede afectar significativamente la calidad y el sabor del vino final. Los suelos bien drenados, ricos en nutrientes y de edad avanzada son los más deseables para la producción de vino de alta calidad. Al elegir el tipo de suelo adecuado para plantar las vides, los productores de vino pueden mejorar la calidad de sus productos y ofrecer a los consumidores vinos únicos.
Como ves, los suelos del vino son un mundo apasionante y diverso, que merece la pena conocer y apreciar. La próxima vez que disfrutes de una copa de vino, piensa en el suelo que lo ha hecho posible y en la historia que te cuenta a través de sus aromas y sabores.
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