Miércoles 08 de Octubre de 2025
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El Consejo de Vinos de Borgoña (BIVB) ha recibido una ayuda de 700.000 euros para impulsar la preservación del patrimonio vitivinícola de la región. Esta financiación se enmarca en dos programas que buscan dar respuesta a las demandas sociales sobre el uso de productos fitosanitarios y a los efectos del cambio climático, además de recuperar la capacidad productiva de los viñedos. El Ministerio de Agricultura francés y FranceAgriMer han respaldado estas iniciativas, que cuentan con la colaboración de comerciantes y bodegas locales.
El primer programa, denominado PARSADA, forma parte de un plan nacional iniciado en 2023 por el Gobierno francés, dotado con 146 millones de euros para cinco años. Su objetivo es apoyar a los sectores agrícolas en la búsqueda de alternativas a los productos fitosanitarios, bajo el principio de “no prohibir sin ofrecer soluciones”. PARSADA se centra en el mildiu y la podredumbre negra, dos enfermedades que afectan especialmente a los viñedos del norte y pueden provocar pérdidas importantes en las cosechas. Este proyecto cuenta con el apoyo conjunto de otras regiones vinícolas francesas como Burdeos, Champaña, Cognac, Alsacia y el Suroeste.
En Borgoña, el programa se apoya en trabajos realizados desde 2016 junto a la organización de viticultores CAVB y una nueva unidad técnica regional. En los últimos seis años, el sector ha incrementado el uso de biocontrol en los tratamientos más de un 200% desde 2019. Según encuestas realizadas con CAVB, cámaras agrarias, Bio Bourgogne-Franche-Comté y cooperativas, en 2024 el 68% de los encuestados contaba con certificación ambiental o de responsabilidad social empresarial, y un 25% tenía certificación ecológica o estaba en proceso de obtenerla.
PARSADA busca ofrecer a los viticultores herramientas para prever riesgos y aplicar medidas preventivas que permitan anticipar la aparición o propagación de estas enfermedades. El Consejo de Vinos dedicará cinco años a estructurar y coordinar una red regional de asesores técnicos especializados en enfermedades fúngicas, procedentes de diferentes entidades como cámaras agrarias, cooperativas, distribuidores y consultores privados. Además, liderará un grupo de trabajo para fomentar innovaciones basadas en la experiencia directa del sector.
El segundo proyecto, CAP-2050, tiene como meta reforzar la capacidad de adaptación de los viñedos borgoñones al cambio climático para el año 2050. Su inicio está previsto para enero de 2026 y tendrá una duración de tres años. El objetivo es diseñar y probar sistemas vitícolas innovadores que permitan a las empresas del sector adaptarse a las condiciones futuras sin perder viabilidad económica.
El Consejo liderará este proyecto junto al INAO (Instituto Nacional de Origen y Calidad), la CAVB y varios comerciantes y bodegas locales. También colaborarán socios técnicos como las cámaras agrarias departamentales, Vinipôle Sud Bourgogne y Bio Bourgogne-Franche-Comté. Se contará con la participación de actores locales como centros educativos y universidades, e integrará sus acciones en una red nacional coordinada por el IFV (Instituto Francés del Viñedo): VITILIENCE.
CAP-2050 se basa en combinar diferentes medidas probadas en un modelo demostrativo para conocer nuevos sistemas productivos. Pequeños cambios aplicados conjuntamente pueden reforzar notablemente la resiliencia del viñedo. Las acciones se aplicarán sobre tres variedades emblemáticas (Chardonnay, Pinot Noir y Aligoté) en todas las subzonas: Mâconnais, Côte Chalonnaise, Côte de Beaune, Côte de Nuits, Hautes Côtes de Beaune y Nuits, Chablis y Grand Auxerrois.
Entre las medidas previstas figuran diversificar el material vegetal mediante variedades resistentes o históricas; proteger frente a riesgos climáticos como heladas o granizo mediante herramientas innovadoras combinadas con prácticas agronómicas; reducir la huella de carbono ajustando densidades de plantación; y gestionar el estrés térmico durante vendimias cada vez más calurosas mediante técnicas como vendimia nocturna o refrigeración rápida.
El Consejo también colaborará con la Cátedra UNESCO “Cultura y Tradiciones del Vino” en la Universidad Bourgogne Europe y con la consultora PArHis para poner en valor cómo comerciantes y bodegas han sabido adaptarse históricamente ante crisis pasadas. Los resultados se mostrarán en una exposición itinerante por pueblos vitícolas interesados.
Los datos recogidos servirán como referencia para que las empresas puedan definir sus propias estrategias ante los cambios previstos. CAP-2050 contará con un centro demostrativo principal (Vinipôle Sud Bourgogne) y una red de bodegas piloto repartidas por toda Borgoña. Durante tres años se organizarán eventos dirigidos a comerciantes y bodegas locales cerca de sus instalaciones. Entre las actividades previstas figuran jornadas informativas en las tres sedes principales del vino borgoñón: las Cités des Climats et vins de Bourgogne.
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