Turismo en la encrucijada: de depredador a restaurador

El gran dilema actual: transformar una industria extractiva en una fuerza regeneradora que impulse el futuro sostenible

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Martes 30 de Septiembre de 2025

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Durante décadas, el turismo ha sido celebrado como motor de desarrollo económico, generador de empleo y herramienta de intercambio cultural. Pero hay una verdad incómoda que no podemos seguir escondiendo: la industria también ejerce una enorme presión ambiental. Desde el consumo intensivo de agua y energía hasta la emisión de gases de efecto invernadero, pasando por la degradación de ecosistemas sensibles, el turismo se ha beneficiado de la naturaleza sin asumir del todo su fragilidad.

Hoy, sin embargo, el sector enfrenta una encrucijada histórica. Puede continuar por el camino conocido, replicando un modelo extractivo que erosiona los territorios y compromete su propio futuro, o puede abrazar una oportunidad inédita: convertirse en agente regenerador de la naturaleza.

Hablar de turismo regenerativo no es retórica verde. Significa pasar de la compensación tardía a la creación activa de valor para los ecosistemas y las comunidades locales. Implica entender que un destino turístico no sobrevive si su biodiversidad se extingue, si sus fuentes de agua se agotan o si sus comunidades quedan relegadas a meros espectadores de un negocio que los margina.

El desafío es claro: conservar, restaurar y convivir con la naturaleza ya no puede ser un anexo cosmético en los planes de marketing, sino el corazón mismo de la estrategia. No se trata solo de instalar paneles solares o reciclar plásticos, sino de rediseñar toda la lógica de la experiencia turística. Cada alojamiento, cada viñedo, cada sendero de montaña puede y debe convertirse en un nodo de regeneración.

¿Estamos preparados para dar ese salto? Los viajeros del siglo XXI ya lo exigen. Buscan experiencias auténticas, responsables, con propósito. Los fondos de inversión y los programas internacionales canalizan sus recursos hacia proyectos verdes, resilientes e inclusivos. La competitividad del turismo ya no se medirá únicamente en cantidad de visitantes, sino en su capacidad de sanar el territorio que habita.

Si el turismo quiere seguir contando su historia en las próximas décadas, debe cambiar de narrativa. Pasar de ser parte del problema a ser parte de la solución planetaria. El tiempo de los diagnósticos ya pasó. Es la hora de la acción.

El desafío es, entonces: que cada actor del sector —empresas, destinos, comunidades y viajeros— asuma su rol en esta transición hacia un turismo regenerativo, responsable y resiliente. No hay futuro turístico posible en un planeta degradado. Y la buena noticia es que aún estamos a tiempo de escribir un final distinto.

Opinión: www.bywine.com.ar/insitur

Un artículo de Danielasquez
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