Luis Expósito García
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Evolutivamente, tener un sentido del gusto muy desarrollado ya no es tan importante como lo era antaño. En la vida moderna, nos encontramos muy poca comida que pueda ser tóxica o venenosa. En la actualidad, quizás sea discutible que las hamburguesas de queso con doble de beicon sean tóxicas, pero no de la misma forma.
Aún así, lo que consumimos define algunos aspectos de nuestra vida y el vino no podía ser una excepción.
Tener un paladar bien entrenado requiere práctica. A continuación enumeramos una serie de recomendaciones para entrenarlo y mejorarlo al máximo:
1. Utilizar el olfato
La próxima vez que vayas a comer o beber algo, huélelo por segunda vez, o conscientemente, antes de ingerirlo. Empieza a separar mentalmente los sabores (salado, ácido, dulce, amargo) de los aromas(el mundo de los olores es más complicado). Almacenar aromas reales es la mejor manera de construir tu biblioteca de sabores para luego aplicarlos al vino.
2. Reduce la velocidad y relájate
Cuando comas o bebas vino, tómate un poco más de tiempo, reduce la velocidad y presta atención. El sentido del gusto se sitúa en tu boca, así que cuanto más tiempo esté el vino dando vueltas en ella, más podrás saborearlo. Deja más tiempo también entre sorbo y sorbo, ya que los vinos, en especial los buenos, cambian desde el primero hasta el último sorbo, e incluso después de ingerirlo.
3. Practica la visualización
Cierra los ojos e intenta olvidarte de que estás sosteniendo una copa de vino. ¿Que hueles? Una copa de vino puede convertirse en tu cabeza en una cereza. La realidad se conforma por la representación mental que hacemos de nuestros sentidos. Permítete interpretar y jugar de la forma que quieras.
4. Aceptar las rarezas
Cuando hayas realizado los tres hábitos anteriormente mencionados, empezarás a probar sabores inusuales o raros. El vino siempre activará nuestros receptores de lo ácido y amargo en un sólo sorbo, ya que es principalmente ácido y en cierto modo astringente, sobre todo los tintos. Algunas personas encuentran estos sabores desagradables, pero presta atención a su intensidad y podrás darte cuenta como aparecen algunas frutas en tu mente. Cuando empiezas a reconocer la pluralidad de armonías entre dulce, ácido, amargo y los nuevos aromas en cada sorbo, empezarás a comprender el concepto del equilibrio en el vino.
5.Catar el vino comparando
Nuestro cerebro tendrá más dificultades al identificar sutiles matices entre vinos en el vacío. Cuando cates vinos comparando, te concentrarás rápidamente en sus diferencias o similitudes. La cata comparativa creará tu repositorio mental de indicadores clave para cada variedad. Es muy difícil decir que un vino es "afrutado" por sí sólo, pero al compararlo con otra variedad tendrás una perspectiva que te ayudará a diferenciar las particularidades de los dos vinos.
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