Viernes 26 de Diciembre de 2025
Leído › 4477 veces

Hay marcas que no necesitan presentación, solo una copa bien servida. Codorníu es una de ellas. Con más de 470 años de historia, esta casa española logró algo poco común: atravesar siglos, océanos y generaciones sin perder elegancia, pero sabiendo adaptarse a cada época.
Todo comienza en 1551, en Cataluña, cuando la familia Codorníu ya cultivaba viñas en el Penedès. Siglos después, ese apellido quedaría para siempre ligado al nacimiento del cava, gracias a la elaboración de las primeras botellas por método tradicional. Pero la historia no se quedó en España: cruzó fronteras y encontró nuevas formas de expresión, manteniendo siempre un mismo ADN.

Detrás del apellido hay figuras femeninas clave. Por un lado, Anna Codorníu, última heredera directa del nombre, cuya historia inspira una de las etiquetas más icónicas de la casa. Anna de Codorníu Ice, elaborada en España, propone una versión moderna y descontracturada del cava: se sirve con hielo, es aromática, fresca y pensada para tardes largas, terrazas al sol y encuentros espontáneos.
Del otro lado del Atlántico, el legado continúa con María Codorníu, una línea de espumantes elaborados en Argentina como homenaje a María Anna Codorníu. Una colección que combina tradición europea con identidad local, y que reafirma el vínculo histórico entre España y Argentina a través de la vitivinicultura.
Un dato clave que atraviesa esta historia es el apellido Raventós, íntimamente ligado al origen del cava. Fue Josep Raventós, miembro de la familia Codorníu, quien en el siglo XIX elaboró la primera botella de cava utilizando el método tradicional inspirado en Champagne. Ese saber hacer, transmitido de generación en generación, sigue siendo la base técnica y conceptual de los espumantes Codorníu, tanto en España como en su interpretación argentina.

Dentro de la gama argentina, María Codorníu Brut Nature propone una experiencia más pura y gastronómica. Seco, elegante y sin azúcar añadido, es ideal para quienes disfrutan de los detalles: una mesa bien puesta, buena conversación y platos que piden una copa a la altura.
En cambio, María Codorníu Handcraft Brut invita a un disfrute más relajado. Frutado, equilibrado y versátil, acompaña celebraciones, brindis improvisados o simplemente el placer de abrir una botella sin motivo aparente.
Anna de Codorníu Ice es un cava elaborado en España, dentro de la Denominación de Origen Cava, creado especialmente para servirse con hielo. Inspirado en la figura de Anna Codorníu, combina frescura, perfil aromático y una expresión amable que redefine el consumo tradicional del cava. Pensado para un disfrute descontracturado, acompaña encuentros informales, terrazas y momentos donde la burbuja se adapta al ritmo actual sin perder su origen ni su elegancia.
A esta propuesta se suma Codorníu Zero, un espumante sin alcohol que responde a nuevas formas de consumo. Mantiene frescura, estética y ritual, pensado para almuerzos, encuentros diurnos o momentos donde el brindar importa tanto como la elección.

Un aspecto poco conocido es que Codorníu fue una de las primeras casas en entender al espumante no solo como una bebida asociada a grandes celebraciones, sino como parte del estilo de vida cotidiano. Esa mirada —hoy tan actual— explica por qué sus etiquetas funcionan igual de bien en una mesa formal que en un brindis espontáneo, con hielo, sin alcohol o simplemente sin una ocasión especial. La burbuja, en este caso, no marca el momento: lo acompaña.
Las burbujas de Codorníu no hablan solo de vino: hablan de momentos. De una mesa con manteles claros, copas que tintinean, luz natural entrando por la ventana y una sensación compartida de pausa. De saber elegir qué tomar, cómo y cuándo.
Desde el cava español hasta los espumantes argentinos, Codorníu entiende algo esencial: hoy el lujo no es exceso, es experiencia. Y una buena burbuja, servida en el momento justo, sigue siendo una de las formas más simples y lindas de celebrarlo.
Siempre me gustaron las burbujas que no necesitan un motivo. Las que aparecen en una mesa porque sí, porque el día lo amerita o porque alguien tuvo ganas de brindar. Hay espumantes que se abren para celebrar algo importante y otros que, sin pedir permiso, convierten lo cotidiano en especial. Codorníu pertenece a ese segundo grupo: el de las burbujas que acompañan, que no apuran y que invitan a quedarse un rato más.
Leído › 4477 veces