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Francia, con su rica historia vitivinícola, ha dado lugar a regiones que elaboran vinos de reconocido prestigio mundial. Con permiso de Champagne, Burdeos y Borgoña destacan como dos de las más emblemáticas. Pese a las numerosas diferencias que presentan, ambas regiones tienen una indiscutible influencia en el mundo del vino. A continuación, desgranaremos sus peculiaridades.
Burdeos, con más de 120.000 hectáreas de extensión, se encuentra junto al océano atlántico, en el sur de Francia, cerca de la frontera con España. Su topografía plana y clima templado le permite producir alrededor de 600 millones de litros de vino anualmente. Sin embargo, se estima que solo el 5% de esta producción corresponde a vinos de alta calidad.
En contraposición, Borgoña es una región más pequeña, emplazada al norte, cerca de Suiza. Su clima frío y ubicación en laderas pronunciadas reducen su producción, pero su posición entre mesetas favorece la elaboración de vinos de superior calidad.
Mientras en Borgoña la economía se presenta más equilibrada entre productores, con una diferencia menor en sus ingresos y un mayor éxito comercial, en Burdeos existen amplias desigualdades. Los productores bordaleses que dominan el mercado disfrutan de amplios beneficios, pero otros luchan por sobrevivir, cubriendo apenas los costes. Borgoña, por su parte, tiene un precio medio del litro de vino con DOP un 25% superior al de Burdeos.
Borgoña debe su desarrollo a la influencia de la Iglesia y la aristocracia. La identidad regional es fuerte y se refleja en su vino. En cambio, Burdeos, gracias a su posición geográfica, aprovechó el océano para expandirse hacia mercados del norte europeo, primando el carácter comercial. Es interesante observar cómo en Borgoña un "cru" se refiere a una parcela de tierra con historia, mientras que en Burdeos es una clasificación de vinos más orientada al éxito comercial.
Los productores de Burdeos se han caracterizado históricamente por ser "alquimistas" del vino, mezclando variedades de diferentes parcelas para obtener un producto comercialmente atractivo. En Borgoña, en cambio, se busca la pureza, elaborando vinos con una única uva, ya sea Pinot Noir o Chardonnay, procedente de una parcela específica. Esta búsqueda de autenticidad es clave en la identidad borgoñona.
En Borgoña, el enfoque está en identificar las mejores parcelas para destacarlas en sus etiquetas. La densidad de plantación es alta, pero los rendimientos son bajos. En Burdeos, las técnicas han evolucionado, adaptando prácticas similares a las borgoñonas, pero siempre con un enfoque en mejorar la calidad de la uva.
Burdeos ha vivido momentos en los que sus vinos han sido considerados como los más exclusivos y costosos. No obstante, la región es tan extensa que muchos productores enfrentan dificultades. Borgoña, a pesar de su enfoque en la innovación y calidad, ha comenzado a abrirse a la inversión extranjera y a estrategias de comercialización más agresivas.
A pesar de las marcadas diferencias, en tiempos recientes Burdeos ha adoptado técnicas borgoñonas en su vinificación, mientras que Borgoña ha buscado lograr un mayor éxito comercial.
Para concluir, tanto Burdeos como Borgoña ofrecen una amplia variedad de vinos para todos los gustos y bolsillos. No es necesario elegir un bando; lo mejor es sumergirse en la experiencia y disfrutar de lo que ambas regiones tienen para ofrecer.
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