Lunes 07 de Abril de 2025
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Un estudio reciente revela que más del 70% de los españoles no entiende correctamente las etiquetas nutricionales de los productos alimentarios. Aunque el 67% afirma leerlas con frecuencia, la mayoría reconoce que no sabe interpretarlas. Esta situación genera confusión y favorece decisiones de compra basadas en el diseño del envase o en mensajes publicitarios, más que en la información real del producto.
El informe, elaborado por el equipo de nutricionistas de FITstore.es, se presentó el 8 de abril de 2025. Según sus datos, muchas personas acuden al supermercado con la intención de mejorar su alimentación, pero terminan comprando productos que parecen saludables y no lo son. El uso de términos como “light”, “alto en proteínas” o “rico en fibra” puede inducir a error si no se analiza con detalle la composición del alimento.
Luis Cañada, responsable de estudios nutricionales de FITstore.es, explica que el problema principal es la falta de formación. “No sabemos interpretar una etiqueta. Confiamos en lo que vemos en el frontal del envase y eso rara vez refleja la calidad real del producto”, señala. Añade que la parte trasera del envase contiene la información clave, pero pocos consumidores se detienen a leerla con atención.
Uno de los elementos más importantes es la lista de ingredientes. Está ordenada por cantidad, de mayor a menor. Si los primeros ingredientes son azúcares, harinas refinadas o grasas hidrogenadas, es probable que el producto no sea saludable. Además, muchos ingredientes pueden aparecer bajo nombres poco conocidos como jarabe de glucosa-fructosa o concentrado de frutas.
Otro aspecto relevante es el tamaño real de la ración. Muchos consumidores comparan productos usando los valores por 100 gramos, pero esa medida no siempre coincide con lo que realmente se consume. Según los expertos, es más útil fijarse en la cantidad por porción y cómo encaja dentro del conjunto de la dieta diaria.
El valor calórico también puede inducir a error. Un alimento bajo en calorías no siempre es saludable si carece de nutrientes esenciales o contiene ingredientes artificiales. Cañada advierte que centrarse solo en las calorías es quedarse en la superficie y no tener en cuenta otros factores importantes como el tipo y calidad de los nutrientes.
La moda actual por los productos altos en proteínas ha llevado a muchas marcas a lanzar versiones enriquecidas. Sin embargo, algunos alimentos inflan sus cifras con aminoácidos añadidos que no aportan beneficios reales si no van acompañados de ejercicio físico y una dieta equilibrada.
En cuanto a los productos etiquetados como “light”, Cañada aclara que esta denominación solo indica una reducción respecto al producto original, pero no especifica si se trata de menos calorías, grasa o azúcar. Esto puede generar una falsa sensación de seguridad y llevar al consumidor a comer más cantidad sin darse cuenta.
El estudio también analiza cómo influye el diseño del envase en las decisiones de compra. Colores llamativos, palabras como “natural” o “sin” y fotografías atractivas activan una respuesta emocional inmediata. Ocho de cada diez consumidores reconocen dejarse llevar por estos elementos visuales antes que por la información nutricional.
Cañada insiste en que es necesario educar al consumidor para que aprenda a identificar lo que realmente está comprando. “La industria sabe cómo piensas. Tú debes saber cómo compras”, afirma. Recomienda revisar siempre la parte trasera del envase y prestar atención tanto a los ingredientes como al tamaño real de las raciones.
El informe concluye que mejorar la comprensión del etiquetado nutricional es un paso necesario para fomentar hábitos alimentarios más saludables. También recuerda que una buena alimentación debe ir acompañada de ejercicio físico regular para obtener resultados duraderos en la salud personal.
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