Vilma Delgado
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La cultura del vino, rica en matices y tradiciones, ha evolucionado considerablemente a lo largo de los años. Uno de los aspectos más relevantes en la degustación de vinos es el proceso de decantación, una práctica que, aunque a veces se considera un mero ritual, tiene fundamentos científicos y prácticos que justifican su uso.
La decantación surge como respuesta a la evolución del vino, considerado un ente vivo que se transforma con el paso del tiempo. Este proceso tiene como propósito dos objetivos fundamentales: por un lado, la eliminación de sedimentos en vinos de cierta edad, y por otro, la aireación de aquellos vinos que, por sus características, necesitan "abrirse" para mostrar todo su esplendor.
El vino, durante su almacenamiento, puede desarrollar ciertas características organolépticas como olores poco habituales o aromas de reducción. Estas alteraciones, aunque no son perjudiciales para la salud, sí afectan la experiencia de degustación. La decantación emerge como una solución a estos inconvenientes, mejorando notablemente la calidad organoléptica del vino.
El proceso de decantación no se limita a un simple trasvase del vino de la botella al decantador. Requiere una técnica específica, especialmente en vinos de mayor antigüedad donde una oxigenación inadecuada puede resultar contraproducente. El objetivo es reoxigenar el vino, pero con sumo cuidado para no alterar sus cualidades.
Los estudios actuales han desmentido la creencia de que simplemente destapar una botella permite una adecuada aireación. La realidad es que la oxigenación a través del cuello de la botella es mínima. Por ello, el uso de decantadores se impone como una opción eficaz.
El decantador, generalmente de vidrio, con cuello largo y base ancha, es esencial en este proceso. Existen varios modelos, pero todos persiguen el mismo fin. Para una correcta decantación, se deben seguir ciertos pasos: evaluar el estado del vino, verterlo suavemente en el decantador para maximizar el contacto con el aire y observar la aparición de sedimentos. Este proceso no solo es útil para vinos antiguos, sino también para aquellos con un tiempo de guarda considerable, mejorando su expresión y cualidades.
El jarreado es una técnica menos formal que la decantación, empleada principalmente para oxigenar rápidamente vinos jóvenes. Consiste en verter el vino en una jarra o decantador abierto desde cierta altura, permitiendo que el líquido "rompa" al chocar con el fondo, favoreciendo una aireación más agresiva.
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