Reflexiones de una winelover

En este post, y sin que sirva de precedente (¿o sí?), me voy a tomar la licencia de apoderarme de...

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Lunes 29 de Marzo de 2021

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En este post, y sin que sirva de precedente (¿o sí?), me voy a tomar la licencia de apoderarme de las palabras y me dirijo a vosotr@s, de tú a tú, para compartir una reflexión que ronda por mi cabeza tras un año de pandemia.

Es una absoluta salida de guión, soy consciente, pero ¿no es eso lo que hemos estado haciendo tod@s últimamente? ¿Salirnos del guión establecido?

Soy profesional del sector desde hace ya unos cuantos años, pero, por encima de todo, soy amante del vino o winelover, que mola más.

Al igual que vosotr@s, me encanta disfrutar de una buena botella, sobre todo si va acompañada de un planazo y una grata compañía. Se agolpan en mi cabeza, con un poco de morriña, recuerdos muy simpáticos de noches de verano disfrutando de música en directo en el patio de una bodega con un Moscatel de Alejandría entre las manos, un tapeo con tardeo en las tascas con más solera de la ciudad, un fin de semana de escapada enoturística con los amigos y sus sobremesas eternas alrededor de un buen Tempranillo y un quesito de la tierra, las noches (sí, las noches) del Enofest...No sé qué pensáis, pero, para mí, ésta es la definición de cultura del vino.

Sin embargo, como decía, este último año nos ha tocado cambiar el guion por cortesía del coronavirus: se acabaron los planazos y compañía, la justa. Puede parecer algo trivial o superficial vistos los estragos que ha obrado el infame virus, mas no me parece inmoral poner sobre la mesa el formidable esfuerzo que estamos haciendo, ya que no está en nuestro ADN de animales sociales prescindir de la interacción física con los demás. De hecho, la hemos buscado por todos los medios a nuestro alcance y, sin duda alguna, el medio digital nos ha brindado la oportunidad de seguir junt@s, a pesar de la ventisca.

No es lo mismo, ya lo sé. No obstante, todo tiene su parte positiva.

Bodegas, enólog@s, restaurantes, vinotecas o empresas de eventos relacionados con el mundo del vino han ajustado las velas en una explosión de creatividad digital que, como winelover, confieso que me seduce, pues nunca antes habíamos tenido tanta comodidad, sencillez y simplicidad para comprar esa botella de vino de ese pequeño productor del otro lado del país o asistir a esa cata que llevamos tiempo en mente pero que, por tiempo o dinero, nunca hemos hecho.

Y aquí viene la reflexión a modo de conclusión.

A los winelovers, cada un@ con sus particularidades, nos gusta paladear experiencias muy diversas, pero siempre con el vino como eje vertebrador. Tenemos ganas y, como no nos sobra el tiempo, somos digitales, aunque la información es tan extensa y está tan dispersa que, ni, aun así, nos enteramos de todo lo que se cuece.

Es inapelable, en mi opinión, que, cuando volvamos al guion original, el mundo enológico haya afianzado sus pasos hacia una digitalización aún mayor, con sinergias y todos los interlocutores integrados en una red que nos ofrezca una experiencia insuperable, a un solo golpe de smartphone.

Quizás sólo sea la reflexión de alguien que lleva mucho tiempo en pausa, así que os invito a que compartáis libremente vuestros pareceres e inquietudes porque junt@s, sabemos más.

Un artículo de AZ3OENO
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