Javier Campo
Viernes 13 de Diciembre de 2019
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Solo hay que leer nuestro artículo sobre Pesci y De Niro en la última obra cinematográfica de Martin Scorsese "El Irlandés" para constatar que esta cuestión ha suscitado un especial interés en nuestros lectores winelovers. Ya en el propio artículo nos dan una pista diciendo que es una antigua tradición italiana.
Lo cierto es que después de mucho investigar, no queda demasiado claro el origen, aunque las teorías son varias. Una de ellas proviene de los antiguos griegos que como todos sabemos ya rebajaban el vino con agua y, en las mañanas, lo mojaban en pan para evitar la sensación de embriaguez y a la vez llenar el estómago.
Si seguimos en la antigüedad, en la cultura judía mojar el pan en caldo o vino y ofrecerlo a los huéspedes era señal de respeto y de humildad. De hecho, una de las tradiciones cristianas más arraigadas como es la Sagrada Comunión no es más que una "versión" de esta antigua tradición con la que aun convivimos y que no es más que comer y beber "el cuerpo y la sangre de Cristo". Dice la Biblia que Jesús dio a Judas un trozo de pan mojado para señalarle. Aunque esto no paso de judíos a cristianos, sino que, en el medio, los romanos tuvieron mucho que ver y como en tantas cosas, adoptaban costumbres de las tierras que iban conquistando como era el caso.
Torrijas de vino con azúcar
Durante la celebración de la Semana Santa y la Navidad (en algunos sitios del norte de España) se elaboran torrijas de vino que no es más que una rebanada de pan duro mojado en vino y con azúcar, melaza o miel y después frita. El aporte calórico era y es notable. De hecho, la expresión "este va torrija" proviene de que "va empapado en vino" o lo que vulgarmente conocemos como muy borracho.
Épocas de hambruna en las que tan solo el pan duro llenaba algunas bocas, remojarlo en agua, y en vino quien tuviese, es otra explicación totalmente atemporal y que engloba situaciones de guerra o pobreza extrema, ayer y hoy.
Fotograma de "Marcelino Pan y Vino"
En Cataluña, una antigua tradición de las antiguas masías era con las rebanadas de pan de hogaza duras, se preparaba la merienda de los niños, remojando el pan con el vino del porrón y añadiendo azúcar. Con esto se conseguía hacer el primer bollicao (bollivino): blandito y dulce. Pero que, además, dejaba a los niños bastante tranquilos. Y si seguimos con niños, no podemos olvidar a Marcelino, que en 1955 llenó las pantallas con una historia en la cual el protagonista era el pan y el vino.
Sir Isaac Newton era un chico de buena familia y se formó nada menos que en el Trinity College de Cambridge. Ha pasado a la historia por su talento físico, matemático y astronómico. Pero también podría haber pasado por su capacidad innovadora en materia gastronómica. No solo encontró en las manzanas la inspiración para el estudio de sus leyes físicas, sino que además fue el primer británico que se atrevió a mojar pan. Cuando, acabando el siglo XVII, escribía su trascendental obra "Principios matemáticos de filosofía natural", descubrió que una dieta de pan bien empapado en vino aligeraba su mente y su cuerpo y le disponía mejor para la creación. A ella se sometió durante un largo tiempo.
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