Un vino para recuperar el viñedo de los abuelos

Toda historia tiene un comienzo... y esta es la de Marcos y su emotivo proyecto inspirado en su abuelo que trabajó en su pequeña bodega de los años cuarenta

Carlos Aguila Muñoz

Miércoles 21 de Agosto de 2019

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Marcos Clemente, un viticultor y bodeguero hecho a sí mismo

En una de mis últimas catas probé un vino de la DO Cebreros, Clemente Peral 2017, una Garnacha de San Juan de la Nava, el vino de Marcos Clemente. Y creerme que es un vino con mucha historia y que debemos conocer.

En la provincia de Ávila, en la ribera del río Alberche, entre la sierra de Gredos y la sierra de la Paramera, se encuentra San Juan de la Nava. Un pequeño municipio de unos quinientos habitantes con tradición ganadera y agrícola. Famoso por su aguardiente y su vino de pitarra. La garnacha es la variedad que hay plantada tanto en el propio municipio, como en los de alrededor.

Después de toda la vida haciendo vino, llevándolo en la sangre junto a la pasión por trabajar y cuidar las viñas de la forma más natural posible, sin pesticidas, y con es-fuerzo y tiempo, Marcos pudo empezar a afrontar el proyecto de reformar esta pequeña bodega para hacer de ella su forma de vida y poder elaborar su propio vino, en parte también como homenaje a lo que sus abuelos hicieron y le inculcaron.

¿CUÁNDO DESCUBRISTE EL MUNDO DEL VINO?

Mi primer recuerdo del vino es en el lagar de la bodega de mis abuelos, pisando las uvas mientras daba saltos y cayéndome de culo. Me miraban mi madre y mis tías y se echaban a reír, así que me dio vergüenza seguir, y quise salir de ahí. 

Pero la historia va más atrás en el tiempo. Mis bisabuelos plantaron viñedos en San Juan de la Nava, y dos de esos viñedos, uno por parte de mi abuela: la viña de la Joyuela, y otro por parte de mi abuelo: la viña de la Fuentebarriza, han llegado hasta mí. 

Un pequeño rincón de hacer pan, mi abuelo lo transformó en bodega, metiendo las primeras tinajas de barro, y adecuando la zona del fondo, entre las tinajas, para transformarla en un lagar para pisar la uva. Yo he conocido a mi abuelo haciendo vino y aguardiente. A los dos cuidando la viña, y como el nieto mayor que fui, hice con ellos todas las tareas de campo: vendimiar, que enseguida fue cargar cajas, dado que era el más grande de la familia, recoger el sarmiento, arar con los borricos, sacar las malas hierbas, incluso ayudando a sulfatar... Elaborando vino o aguardiente pasé menos tiempo, eran tareas de mi abuelo, pero el día de pisar la uva, que era después de vendimiar, el día de trasegar el vino o de correrlo sí solía estar.

El vino como pasión fue con mi abuelo ya muy mayor. Cuando de repente en química aprendes la fermentación, destilación, decantación... Me di cuenta de que no es solo un proceso rutinario anual: que hay que ir al pueblo a realizarlo como trabajo familiar y ya está.

Y cuando la curiosidad pudo más ya a mi abuelo le costaba hacer vino y vendíamos casi toda la uva. Al menos la parte del cuidado de la viña la aprendí bien, ya que la de elaboración de vino la vi tarde.

Cuando mi abuelo fallece, mi familia decide arrendar las viñas para quitarse el trabajo, ya que nadie se quiere hacer cargo de ellas, por lo que la bodega Garnacha Alto Alberche (7 Navas), de Navaluenga, se hace cargo de ellas.

Yo intento hacerme cargo de la viña pequeña, la viña de la Joyuela, pero no cuaja, así que intento aguantar las ganas, y me dedico a tener paciencia.

El arriendo fue por diez años, así que me preocupé de otras cosas, sin quitar el ojo de las viñas. Mis estudios son de relaciones laborales, y es de lo que trabajo, así que lo tengo que hacer por otros medios: empezando a ver bodegas, viendo a gente de la zona, visitando otras zonas, y montando un club de catas con los amigos.

Así que el proceso de descubrir el mundo del vino, o fascinarme por el mundo del vino, que supuestamente ya lo conocía, nace en el momento que mi abuelo fallece hace quince años, hasta hace unos cuatro años que empecé a trabajar con el proyecto de la Denominación de Origen Protegida Cebreros.

¿CÓMO 'APRENDISTE' DE VINOS?

La decisión de aprender de vinos la tomé cuando mi abuelo falleció, y vi con claridad que quería seguir haciendo vino. No estaba seguro que fuera para vivir de ello, pero sí para mantener los viñedos.

Empecé visitando bodegas, liando a los amigos para ir a la Rioja, y ver allí a los más mediáticos. Y poco a poco cambié a las bodegas más pequeñas, que se podían parecer más a lo que yo podía hacer en mi pueblo. Visité la zona del Txakolí, la Ribera del Duero, el Bierzo, Jerez, Rueda, Valdeorras, la Ribera Sacra, Porto, Navarra, Vinos de Madrid, o Méntrida, entre otras. Y mis amigos siempre me dicen que soy un pesado, que pregunto mucho, y que me aguantan de milagro.

Pero al final, en las bodegas pequeñas sobretodo, descubro como gente llena de pasión me cuenta lo que hace y cómo lo hace con un entusiasmo contagioso cuando les preguntas. En Cigales me pasé una tarde entera con un paisano en una cueva (allí se elabora el vino en cuevas) para escucharle contarme como hace el vino, como cuida la viña, el porqué de plantar varios tipos de uvas en la viña, o el más importante: la diferencia entre clarete y rosado. Toda una masterclass que no te darían en ningún curso universitario.

Y como todo me parece poco, me fui con mi mujer a Burdeos, luego a Borgoña, para volver por el Ródano, y maravillarme con el trabajo de los franceses.

Pero el punto clave de mi aprendizaje fue hace cuatro años, cuando arrendé una viña en el pueblo, y me serví principalmente de Rubén Díaz, de Cebreros, que me enseñó "todo". Y digo "todo" porque además ser un maravilloso elaborador, es generoso con su tiempo, su conocimiento y sus medios.

Y no contento con eso, montamos un "club de catas" los amigos, con sumilleres, para poder tener la excusa de aprender y buscar vinos a los que normalmente no tenemos acceso, poder comparar y disfrutar. Incluso es una forma de aprender a conocer defectos, además de virtudes.

Además de eso, montones de cursos y jornadas en las que he participado, alguna como ponente incluso.

¿RECUERDAS EL PRIMER VINO QUE TE EMOCIONÓ Y CUANDO SUPISTEIS QUE SERÍA TU FORMA DE VIDA?

Recuerdo un día probando un 7Navas Finca Faustina 2008, elaborado con la viña de la Fuentebarriza, por la bodega a la que teníamos arrendada la viña, y que puso ese nombre por mi abuela, fue no solo un bonito homenaje a mi abuela, también un gran vino que nos sorprendió a todos, dejando claro que la zona, y en particular la viña, valían mucho la pena.

Pero el día que tuve claro que viviría de esto fue bebiendo un vino de Rubén Díaz: La Escalera. Una maravilla. Una garnacha que me entusiasmó por el mimo con que estaba elaborada y la calidad de la uva.

¿QUÉ RELACIÓN VES ENTRE EL VINO Y LA FAMILIA?

En mi caso es una relación intrínseca. Sin mis bisabuelos no habría viñas, sin mis abuelos tampoco bodega. Para mí las viñas es acordarme de mi abuelo con los borricos arando, y es estar allí ahora con mis hijos.


“El vino es una forma familiar de vida. Es una forma de enseñar ecología, química o biología a mis hijos. El vino es amor y es compañía. El vino se disfruta con los amigos, que son al fin y al cabo, parte esencial de la familia”


Durante la elaboración del vino puedo disfrutar más de la soledad, pero es en las viñas donde siento la herencia que nos ha quedado. Si hay un sentimiento en San Juan de la Nava es el de orgullo del trabajo del nuestros antecesores. Y es difícil que nadie venda un viñedo porque sienten lo que otros trabajaron en ellos antes.

Si hay un día especial es el de la vendimia. Ver a mi madre y mis tías, a mis primos, a todo el mundo allí. A mi padre y mis tíos cargando cajas, a mis tíos abuelos yendo más rápido y vendimiando mejor que los demás (lo que es la experiencia).

El vino es una forma familiar de vida. Es una forma de enseñar ecología, química o biología a mis hijos. El vino es amor y es compañía. El vino se disfruta con los amigos, que son al fin y al cabo, parte esencial de la familia, como mi mujer y mis hijos. Siempre que hay una ocasión familiar se abre un gran vino: en nuestro aniversario de bodas, en cumpleaños, en Navidad... En definitiva, en reuniones de familia y amigos.

¿CÓMO ESTÁ EL MUNDO DEL VINO EN ÁVILA?

Naciendo en realidad. Siempre se ha conocido la comarca de Cebreros como zona de vinos, pero se vino abajo con los años y quedó para graneles. Es una garnacha muy fina que se ha elaborado muy bruscamente. Aunque hay que agradecer a las cooperativas que las mantuvieran vivas, si no es por ellas, habrían arrancado todas las cepas de la zona.

Tuve la suerte de participar como secretario de la Asociación Vinos de Cebreros, gracias a mi experiencia en gestión y derecho tributario, y me siento muy orgulloso de haber participado en la consecución desde el principio de la Denominación de Origen Protegida Vinos de Calidad de Cebreros. Es todo un hito para zona, y ayudará a proteger la zona y a que se valore la uva y el trabajo de los viticultores. Trabajé muy duro para conseguir que la DOP Cebreros saliera adelante y que la marca de calidad asegurase al consumidor una trazabilidad real del albillo real y la garnacha de nuestra zona, y eso es mucho más de lo que la gente aún cree que se ha conseguido. Será algo que hasta dentro de diez años no notemos en realidad, pero ya se ve que han venido elaboradores a interesarse por la zona: desde Rubén Díaz, Hoyanko o 7 Navas, que son algunos de los pioneros, hasta los que se están asentando, como Soto Manrique, Rico Nuevo o 10 Delirios. Desde Madrid se puede ayudar con el tirón de Comando G, pero las fronteras administrativas son las que son. Hay otros fuera de la DOP Cebreros como Raúl Calle, Alfredo Maestro o Fabio Bartolomei que están haciendo vinos increíbles y que están ayudando también a poner Ávila en el mapa del mundo del vino. Aunque como más se conoce es como Gredos, nuestra sierra más importante, y en cuya cara norte me encuentro yo.

Ahora queda que los consumidores se acostumbren a pedir vino de nuestra zona y descubran nuestras Garnachas y Albillos reales, pero esa es otra batalla aún por empezar.

¿NOS FALTA CULTURA DEL VINO Y DE VITICULTURA?

De vino yo veo que hay, pero aún muy ajustada a los cánones madereros del Tempranillo de Ribera del Duero y Rioja, o al excesivo frío de un Verdejo de Rueda mal servido. La gente por fin empieza a salir y a probar cosas distintas. En mi grupo sí es verdad que disfrutamos de probar cosas nuevas, pero es curioso cómo la gente que empieza sólo conoce el Tempranillo. Lo bueno es que Godello y Mencía ya no suenan raras, y que Garnacha ya no es solo Aragón y Cataluña.


“De viticultura nos falta toda la cultura”


Pero de viticultura nos falta toda la cultura. Es frustrante oír a gente (incluso de mi familia) como todo argumento de calidad es que "hay reservas en Rioja por menos seis euros", cuando "reserva" ni siquiera es marca de calidad, es solo un tiempo de crianza en barrica, y eso ya ni siquiera se lleva como tal, sino que en las DO s más nuevas o más recientemente adaptadas se indican los meses de crianza y la madera, porque cada enólogo decide cuantos meses debe tener su vino para ser óptimo, no tienes que tener unos mínimos. Nos falta conocer el trabajo de viñedo, de cuidados, de tratamientos, su dureza, sus desvelos... El vino nace en la cepa, y la gente no sabe cómo llega el racimo de uvas a la bodega, ni siquiera por qué un año puede ser mejor que otro, o por qué si hay una sequía leve le puede favorecer al viñedo, o por qué echar sulfato de cobre aún permite a un vino ser ecológico, o por qué  dejar zarzas o plantas olorosas en los bordes de una viña para evitar plagas, o plantar leguminosas puede favorecer la calidad de la uva. Esa es una de las cosas que más pregunto cuando voy a una bodega: cómo cuidan sus viñas. A mí me ayuda a valorar un vino, e incluso estoy dispuesto a pagar más por él si el trabajo que hacen vale la pena.

No creo que todos debamos ser técnicos en plantaciones vitícolas, pero sí tener un mínimo de interés y valorar ese trabajo, que se traduce en un producto maravilloso.

¿QUÉ HA SIGNIFICADO PARA TI RECUPERAR EL LEGADO FAMILIAR?

Ha sido un reto emocional. He querido hacerlo desde que falleció mi abuelo. Y hasta que no acabaron los contratos de arrendamiento no ha podido ser. Para mí ha sido más un fin que un medio para hacer vino. Sentir que el trabajo de mis abuelos no ha caído en saco roto significa muchísimo, pero más aún es la posibilidad de que si mis hijos quieren, pueden tener un futuro en San Juan de la Nava.

Hay sensaciones que solo pueden sentirse en la soledad de la viña cuando la trabajo, o cuando abro una barrica y pruebo cómo va el vino durante su elaboración. Es como sentir que eres dueño de tu trabajo, de tus decisiones, de tus emociones, de tus logros y tus errores. Aunque también es la responsabilidad de sentirte a la altura de las expectativas: las propias y las de los demás. Y si hay algo que de verdad me gustaría es ver la cara de mi abuelo viéndome hacer lo que hago. En el pueblo todo el mundo me dice que estaría orgulloso de mí, y puedo decir con orgullo que tengo las viñas más limpias que él, pero también es porque tengo medios técnicos que él no tenía, él echaba muchas más horas que yo, pero no puede competir con la mecánica. Otra diferencia sustancial es que yo he tenido la suerte de tener más mundo y de ver muchas formas de cuidar el viñedo y elaborar vino, él solo conoció la que le enseñaron y afinó, pero sé que estaría contento porque yo haya conseguido ese bagaje que él no pudo tener. También yo quiero que mis hijos vean más mundo y tengan más experiencias que la mía para aprender.

De hecho el vino se llama Clemente Peral en honor a mi abuelo Clemente Peral Hernández.

¿EN EL CROWDFUNDING, EL OBJETIVO ES?

Hice uno el año pasado para poder hacer la obra en la bodega de mis abuelos y hacerla funcional y legal, pero no salió adelante. Al final gracias a la familia y al banco he podido llevarla a cabo y está en proceso, estará lista para antes de la vendimia.

Pero ahora es una oportunidad nueva: hay dos viñedos de más de setenta años que me han ofrecido en el pueblo. Me han visto trabajar, y les gusta lo que hago. Son personas mayores, familiares lejanos, que sus hijos no quieren saber nada, y que quieren que no se pierdan las viñas ni el trabajo de sus padres. Como todo el mundo sabe: la viña de mis padres siempre es la mejor del pueblo, y está en la mejor zona, y así me las han ofrecido. Son dos viñas que podrían completar la cantidad de uva necesaria para poder dar el paso de vivir de ello plenamente, pues recuperarlas además me llevará un par de años. Estoy convencido que cualquier viña, cuidada con cariño, se puede recuperar, y puede dar una uva maravillosa, y la gente empieza a verlo cuando me ve trabajar y prueba lo que hago.

Dado que toda la inversión la estoy realizando en la bodega, no tengo capacidad de hacer frente a la compra, y además temo que si dejo pasar la oportunidad llegue otro que se las compre a los herederos.

El objetivo no es solo comprar esas dos viñas y recuperarlas, es tener un proyecto de vida, vivir de cuidar los viñedos y elaborar vino. Al fin y al cabo, la recompensa por participar en el crowdfunding es vino que elaboraré con esta añada de dos mil diecinueve.

¿DE QUÉ TE SIENTES MÁS ORGULLOSO DE ESTE PROYECTO?

De la voluntad de ayudarme de la gente. De ver que tengo una familia que me apoya, y unos amigos impagables que vienen a ayudarme cuando lo necesito: ya sea en la vendimia, prensando uvas, sacando las tinajas de la bodega, recogiendo sarmiento.

Yo puedo cargar todo el peso del mundo, puedo trabajar todas las horas que hagan falta, pero sin mis amigos, sin gente como Raúl Calle o Rubén Díaz o Chuchi Soto jamás habría podido sacar el proyecto adelante: su ayuda y sus conocimientos han sido esenciales. Sin todos los familiares y amigos que han respondido a la llamada cuando lo he necesitado hubiera sido imposible: Jero, Carlos, Rubén, Mario, Diego, Paqui, Rubén, Irene, Cecilia, Fer, Fernando, David, Miqui, Rodrigo, Cris, Alberto, Diego, y alguno que se me olvida.

PROYECTO DE CROWDFUNDING

Ya van tres vendimias, y este año ha podido poner marcha la obra de la bodega, con la idea de poder tener todos los permisos necesarios. Pero el viñedo es escaso, y la gente casi no lo trabaja. Con la determinación de Marcos de vivir de elaborar vino y trabajar el viñedo de San Juan de la Nava, si pueblo, en Ávila, todo se ve un poco más cerca, pero aún necesita un poco más para sacarlo adelante.

Por este motivo ha puesto en marcha un crowdfunding en el que se puede colaborar a través del siguiente enlace: https://www.verkami.com/24286

No me diréis que no vale la pena ayudar a recuperar esos viñedos!! Pues ya estamos tardando, mil gracias a todos.

Carlos Aguila Muñoz
Winelover y escritor especializado en enoturismo, enología e historia del vino.
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