Miércoles 04 de Diciembre de 2013
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Analizamos dónde la viticultura es llevada al extremo
Los amantes del vino consideramos a la viticultura como un arte, donde la ciencia y el mimo del cultivo de la vid dan lugar a unas uvas que se convierten en unos vinos excepcionales.
Si ya es duro de por sí el cuidado de la vid, hay lugares y situaciones donde es realmente toda una hazaña. Hoy vamos a repasar esos territorios y momentos donde los viticultores se han ganado el calificativo de héroes.
El vino del desierto
Un desierto no se antoja el lugar más propicio para la plantación de viñedos, pero varios ejemplos por todo el mundo nos están demostrando que si algo se quiere, se puede.
Uno de estos ejemplos es Arizona. En la localidad de Sonoita, un pequeño pueblo de unos 800 habitantes, se concentra una plantación 11 viñedos que están siendo el gran atractivo turístico del lugar.
Esta área, todavía desconocida, está marcada por lo agreste del paisaje y una altitud que suaviza sus temperaturas, más frescas que en las vecinas ciudades de Tucson y Arizona. Aun así, muchos visitantes que llegan hasta la frontera sur del país se sorprenden de que haya viñedos en pleno desierto de Arizona, donde de las temperaturas superan los 38ºC durante el verano.
Otro ejemplo significativo es el del desierto del Néguev en Israel, donde los viticultores han traspasado una nueva frontera para aprovechar los beneficios que aporta la dureza del clima a la uva, una experiencia maravillosa y emocionante.
Y es que la dureza del clima de la región da a la uva una calidad excepcional que no se puede encontrar en otros lugares. La sequedad extrema y la irrigación por goteo, se traduce en un mejor control del agua y no hay necesidad de pesticidas porque los insectos no prosperan en el clima árido. La drástica diferencia entre las temperaturas diurnas y nocturnas equilibra la acidez. La recolección de la uva se hace de noche para evitar el calor del día.
El vino de montaña
Mención especial se merecen los viticultores que desafían el vértigo para ejercer su profesión en terrazas o bancales, escalones trabajados por el hombre durante siglos para conseguir dominar la naturaleza y poder cultivar donde el sentido común dictaminaba que no se podía. Un espacio que como es comprensible, impide cualquier mecanización.
En España tenemos un ejemplo de ello en el Priorat, Canarias, Asturias y Ribeira Sacra, el mismo caso que habíamos podido ver en otras partes del mundo, como Vietnam o China. Aquí, todo el trabajo lo hacen las manos, los brazos y las espaldas de los viticultores y bodegueros; al tiempo que moverse entre las cepas es un ejercicio de acrobacia.
Son muy pocos los litros que pueden producirse anualmente de esta manera, en zonas complicadas, sin poder usar máquinas, solo a base del trabajo humano cargado y trabajando a través de las laderas. Un trabajo donde se palpa la dureza y que ha colocado a esta variedad de vino entre los más cotizados del mundo.
El vino ecológico
La elaboración del vino ecológico no está exento de problemas y dificultades, las cuales pueden hacer perder una añada entera, de ahí el sacrificio y atención extra que los viticultores tienen que tener en las viñas.
La característica principal de la uva cultivada ecológicamente es la ausencia de residuos y el óptimo estado sanitario. Si además se añade un cultivo que busca bajos rendimientos, no sólo se prima la calidad, sino que se hace más sostenible el cultivo ecológico al ser las cepas más resistentes frente a posibles plagas. La normativa que rige el cultivo biológico excluye todo tipo de tratamientos con productos químico-sintéticos (herbicidas, pesticidas y abonos). Todo ello para obtener un alimento más natural, saludable y de gran calidad.
Por ello, suele usarse materia orgánica reciclada de los residuos de la bodega compostados y los sarmientos de las cepas triturados, que mantienen el equilibrio del suelo. Cada otoño se siembra hierbas entre las hileras de las viñas, que aportan un equilibrio de nitrógeno, carbono y celulosa. Estas hierbas se cortan en primavera y, pasados unos quince días, se incorporan a las tierras como abono verde.
En España, ya son más de 160 bodegas las que han abrazado la agricultura ecológica.
El vino de la nieve
Los vinos que son hijos de la nieve, aquellos llamados “Vino de Hielo”, proceden de una vinificación extrema, aquella en la que se lleva el viñedo y las uvas al máximo de sus posibilidades.
Producir Vino de Hielo supone correr un riesgo muy alto para las bodegas, ya que por la época del año que se baraja, el viñedo se expone a todo tipo de enfermedades (mildiu, oidio, botrytis, etc.) y peligros (tormentas, vientos, pájaros, etc.)
El Vino de Hielo proviene de uvas congeladas de manera natural y que son vendimiadas y prensadas antes de que se deshielen. Estas uvas se han mantenido expuestas a los elementos y a una temperatura suficientemente baja, como mínimo -8 ºC, preferiblemente -12 ºC o -16 ºC.
Los vinos de hielo son extraordinarios en riqueza y persistencia aromática gracias a su concentración y a una acidez fuera de lo común.
¿Qué tipo de viticultura te parece más complicada? ¿Conoces otras similares?
Artículo escrito por Adrián Guareño (@guareOW) en http://www.organicwine.co/es/blog/ (@OWB2B)
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