"Viños da Terra", califica la cosecha como buena

"Viños da Terra", califica la cosecha como buena

Jueves 02 de Octubre de 2008

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Según indican bodegueros como Francisco Crusat o Antonio Saborido, dos personas que lucharon para conseguir la Identificación Geográfica Protegida, al vino barbanzano, como a casi todos los caldos gallegos, este año la salvación le llegó a última hora. No en vano, de no ser por el buen tiempo de septiembre, la cosecha se habría ido al garete. El sol y las temperaturas suaves de los últimos días fueron claves y, al parecer, lograron que los frutos madurasen aunque, eso sí, tanto los bodegueros como un buen número de particulares que hacen la vendimia en la comarca se vieron obligados a retrasarla hasta una semana de la fecha habitual.

A medio camino.

Precisamente, la necesidad de prolongar la maduración de la uva es la que hace que, ya con el otoño en marcha, la vendimia aún esté a medio camino en la comarca. Y que, ayer, bodegueros como Francisco Crusat desembarcasen por primera vez en las viñas para recoger la uva. Este hombre prevé acumular unos 20.000 kilos de fruto. Y es que, este año, compró la cosecha a varios particulares para aumentar la producción del Viño da Terra de Barbanza e Iria. «Se compró más y también tenemos más uva propia, ya que la cosecha del 2007 no había sido nada buena», dice. Si se habla de cantidad, algo peor fueron las cosas para el boirense Antonio Saborido, otro de los hombres empeñados en convertir la viticultura en la comarca en algo más importante que una afición. En su caso, la vendimia llegó a su fin hace unos días, con 1.600 kilogramos de uva blanca en la bodega y 800 de tinta. Reconoce que las cifras son bastante más reducidas que el año anterior, pero se muestra tan satisfecho como Crusat en cuanto a la calidad. «Non tiñamos moito, pero estaba moi bo; unha uva preciosa, con alcohol, ben madura e moi sana», indicó.

Los dos productores citados están en contacto permanente con la persona que completa el trío de viticultores en pro del Viño da Terra do Barbanza e Iria, el sonense José Manuel Vilas. Igualmente, este hombre ya comenzó las labores de la vendimia y, al parecer, la calidad de la uva también se ha colado en sus cepas en esta ocasión. Tanto unos bodegueros como otros tienen claro que el caldo barbanzano «tiene que ir a más». De hecho, ayer eran capaces de ofrecer una lista de locales de restauración de la comarca que ya ofrecen en sus cartas el Viño da Terra de Barbanza e Iria. Igualmente, según explican, no faltan particulares que lo demandan e incluso este año hubo algún pedido para Andalucía.

Futuro prometedor.

Haciendo suya la frase «sin pausa, pero sin prisa», los viticultores indican que el paso de gigante se dio cuando se logró la Identificación Geográfica Protegida y que ahora hay que pasar de hacer pinitos a alcanzar una red de comercialización atractiva que haga que más empresarios apuesten por el vino.

Por el momento, con la segunda cosecha tras la consecución de la identificación en ciernes, no puede decirse que las cosas hayan ido mal en el último año. Y no solo porque en los bares empiecen a lucir los caldos. Basta recordar que a lo largo del ejercicio se organizaron catas, cursos relacionados con la viticultura y que el vino se expuso en enormes escaparates: fue el Viño da Terra de Barbanza el que se sirvió a las miles de personas que acudieron a la Festa do Polvo de Porto do Son.
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