Miércoles 19 de Noviembre de 2025
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Un estudio reciente publicado en la revista Journal of Agriculture and Food Research ha analizado los factores que influyen en los costes operativos y los ingresos de los viñedos australianos. El trabajo, realizado por un equipo de investigadores de varias instituciones australianas, se basa en datos recogidos durante una década a través del programa Sustainable Winegrowing Australia (SWA), que promueve prácticas sostenibles entre viticultores y bodegas.
El sector vitivinícola australiano es uno de los pilares de la agricultura del país y tiene un peso importante en la economía nacional. Sin embargo, en los últimos años ha sufrido el impacto de varios problemas, como la reducción del turismo y la mano de obra tras la pandemia de COVID-19, la crisis internacional del transporte marítimo, conflictos armados en Europa, aranceles y el aumento de la inflación. Ante este escenario, el sector busca nuevas formas de mejorar su rentabilidad y sostenibilidad.
El estudio utiliza técnicas avanzadas de análisis de datos, concretamente el algoritmo XGBoost, para identificar las relaciones entre variables que afectan a los costes y los ingresos. Se han analizado más de 6.000 registros procedentes de casi un millar de viñedos repartidos por todo el país. Entre las variables estudiadas figuran el uso de agua, combustible (diésel, gasolina y gas licuado), fertilizantes, pesticidas, tipo de riego, tamaño del viñedo, rendimiento (toneladas producidas), fuente de agua y características regionales como clima o altitud.
Los resultados muestran que los factores más influyentes en los ingresos son el uso de combustible, el rendimiento del viñedo, el tamaño y el consumo de agua. En cuanto a los costes operativos, las variables principales son la superficie cultivada, el uso de combustible y agua, el rendimiento y las operaciones realizadas con tractores (como aplicaciones de fungicidas e insecticidas). La localización geográfica también juega un papel importante: las diferencias entre regiones afectan tanto a la disponibilidad de recursos como a las prácticas agrícolas adoptadas.
El análisis revela que las regiones con mayor relevancia económica suelen ser aquellas con condiciones climáticas favorables o con reconocimiento por la calidad de sus uvas. Por ejemplo, Barossa Valley y Tasmania figuran entre las zonas con mayores ingresos por hectárea. Sin embargo, estas regiones presentan características opuestas: Barossa es cálida y seca, mientras que Tasmania es fresca y húmeda.
La gestión eficiente del agua es uno de los elementos clave para reducir costes y mejorar la productividad. En zonas donde el acceso al agua está regulado o es limitado, como ocurre en algunas regiones ribereñas del río Murray, los productores deben adaptar sus sistemas de riego y buscar fuentes alternativas. El uso intensivo de combustible está relacionado tanto con el tamaño del viñedo como con la infraestructura disponible; en áreas sin acceso a agua presurizada se recurre a bombas alimentadas por electricidad o combustibles fósiles.
El estudio también analiza el impacto de las prácticas sostenibles. Una gran mayoría de los viñedos incluidos en la muestra emplean cubiertas vegetales entre las hileras para reducir enfermedades y malas hierbas, mejorar la retención hídrica del suelo y limitar la erosión. Sin embargo, estas prácticas pueden influir en el rendimiento si no se gestionan adecuadamente.
En cuanto a la rentabilidad global (beneficio), los modelos predictivos muestran menor precisión debido a la complejidad e incertidumbre asociadas a factores externos como enfermedades o cambios bruscos en el mercado. Los autores señalan que sería necesario incorporar más variables relacionadas con la salud del suelo o las variedades plantadas para afinar estos modelos.
El trabajo concluye que una gestión adaptada a las condiciones regionales y al tamaño del viñedo es fundamental para mejorar tanto la rentabilidad como la sostenibilidad. Se recomienda impulsar incentivos específicos para fomentar el uso eficiente de recursos según cada región e incrementar la participación en programas nacionales que permitan recopilar datos fiables sobre prácticas agrícolas.
Los autores sugieren que futuras investigaciones podrían centrarse en desarrollar herramientas digitales que ayuden a los productores a tomar decisiones basadas en datos reales sobre consumo de recursos y operaciones agrícolas. Además, proponen avanzar hacia modelos causales más sofisticados para comprender mejor cómo interactúan todos estos factores en distintos escenarios productivos.
Este estudio aporta información relevante para viticultores, responsables políticos y agentes del sector interesados en optimizar la gestión económica y ambiental de los viñedos australianos ante un entorno cada vez más exigente.
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