Brandy de Jerez: ¿Qué lo hace diferente?

El Brandy de Jerez es una joya de la destilación española, con un carácter único definido por su envejecimiento en botas de roble envinadas con vinos de Jerez. Su proceso de crianza bajo el sistema de Soleras y Criaderas, así como su vínculo con el Marco de Jerez le otorgan aromas, sabores y una complejidad inigualable, diferenciándolo de otros brandys del mundo.

En este artículo exploramos esta diferenciación, qué factores lo hacen único, desde su proceso de destilación y las materias primas empleadas, así como su clasificación según su tiempo de envejecimiento.

El Brandy de Jerez se elabora a partir de la destilación de vino blanco, tradicionalmente de baja graduación alcohólica (10-12% vol.) y contenido en azúcares residuales, así como una alta acidez. Un vino elaborado principalmente con la variedad Airén, aunque algunas casas bodegueras de Jerez, usan exclusivamente para su Brandy la uva de variedad Palomino.

Para llevar a cabo el proceso de destilación, se emplean alambiques de cobre tipo alquitaras, los cuales son esenciales para garantizar la pureza y calidad del destilado. Existen dos tipos principales de destilación que pueden realizarse, según el método Charentais o la destilación mediante columnas de rectificación. Así mismo, los diferentes tipos de destilados utilizados en su elaboración tienen características y propósitos específicos. Las holandas (65-70% vol.) son destilados con una alta carga aromática, esenciales para la producción de brandies de calidad. Los aguardientes (70-86% vol.) presentan una menor expresión organoléptica y son más comunes en la producción de brandies industriales, donde se busca eficiencia sobre carácter. Por último, están los destilados neutros (>86% vol.) con una presencia limitada en el Brandy de Jerez, debido a su menor aporte de aromas y sabores.

Su crianza, exclusivamente oxidativa, tiene lugar en el tradicional Sistema de Soleras y Criaderas. Un método exclusivo de la Denominación de Origen Brandy de Jerez, que lo diferencia de otros brandies y destilados nacionales e internacionales. Este sistema permite una evolución y homogeneización progresiva del brandy. Consiste en un conjunto de botas de roble americano apiladas en distintos niveles: la Solera, situada en la base, contiene el brandy más viejo y es de donde se extrae para el embotellado; las Criaderas, dispuestas en niveles superiores, almacenan destilados más jóvenes que, mediante trasiegos periódicos, van adquiriendo el carácter de los más añejos.

En cuanto a su clasificación o tipos, el Brandy de Jerez se divide en tres categorías según su tiempo de envejecimiento, por el Reglamento del Consejo Regulador. El Brandy de Jerez Solera es el más joven, con un envejecimiento mínimo de seis meses, presentando un color ámbar claro, cuerpo ligero y delicadas notas de madera. Le sigue el Brandy de Jerez Solera Reserva, con al menos un año de maduración, que desarrolla un tono más oscuro, mayor redondez y aromas de vainilla, frutos secos y caramelo. En la categoría superior se encuentra el Brandy de Jerez Solera Gran Reserva, con un envejecimiento mínimo de tres años, aunque en muchos casos supera los diez. Su perfil destaca por una notable complejidad aromática con notas de cacao, especias, torrefactos y pasas, además de una textura sedosa y persistente.

Cada categoría, desde el Solera hasta el Gran Reserva, posee su propio carácter distintivo, permitiendo que este destilado se disfrute de múltiples maneras. Ya sea solo, apreciando su elegancia y suavidad; con hielo, para resaltar su frescura y redondez; o en cócteles sofisticados, donde aporta complejidad y equilibrio, el Brandy de Jerez es un verdadero tesoro. Su historia, arraigada en siglos de maestría artesanal, invita a quienes lo prueban a sumergirse en un mundo de sabor y refinamiento que merece ser descubierto y apreciado.