Jueves 30 de Octubre de 2025
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La American Association of Wine Economists ha publicado un estudio sobre los efectos de los aranceles del 25% que Estados Unidos impuso al vino europeo entre 2019 y 2021. Estas tarifas formaban parte de la disputa comercial entre Washington y la Unión Europea por el caso Airbus-Boeing. La medida afectó a vinos tranquilos con una graduación igual o inferior al 14%, en botellas de hasta dos litros, procedentes de Francia, Alemania, España y Reino Unido.
El informe, firmado por los economistas Aaron Flaaen, Ali Hortaçsu, Felix Tintelnot, Nicolás Urdaneta y Daniel Yi Xu, analiza datos reales de transacciones para seguir el recorrido del arancel desde el productor europeo hasta el consumidor estadounidense. El sistema de distribución en Estados Unidos funciona en tres niveles: importador, distribuidor y minorista. Por cada dólar gastado en vino europeo, se genera un valor de 4,5 dólares a lo largo de esta cadena. Este mecanismo amplifica el impacto de cualquier impuesto o tarifa.
El estudio compara los vinos sujetos al arancel con otros no afectados, como los espumosos o aquellos con más de un 14% de alcohol. Los resultados muestran que los productores europeos redujeron sus precios un 5,2%, absorbiendo una parte del arancel. Los importadores estadounidenses aumentaron sus precios a los distribuidores en un 5,4%, lo que redujo sus propios márgenes. Finalmente, el precio para el consumidor subió un 6,9%, aunque este aumento tardó cerca de un año en trasladarse completamente al mercado minorista.
En términos prácticos, para una botella que costaba 5 dólares en la frontera, el arancel de 1,19 dólares supuso un incremento final para el consumidor de 1,59 dólares. Según las estimaciones del estudio, los consumidores estadounidenses asumieron al menos el 68% del coste adicional generado por el arancel. Además, mientras los márgenes por botella disminuyeron para los importadores, aumentaron para distribuidores y minoristas.
El informe también señala que muchas bodegas europeas modificaron sus productos para evitar la tarifa. Algunas aumentaron la graduación alcohólica por encima del 14% o lanzaron nuevas etiquetas con ese perfil. Los datos sobre certificaciones de etiquetado muestran un aumento inmediato en estas categorías tras la introducción del arancel y una vuelta a la normalidad después de su suspensión.
El análisis indica que la transmisión del precio a lo largo de la cadena fue lenta: los precios de importación reaccionaron tras tres meses y los precios minoristas tardaron hasta doce meses en ajustarse. Incluso después de suspenderse los aranceles, los precios al consumidor se mantuvieron elevados durante un tiempo.
Los autores subrayan que las estimaciones habituales sobre el traspaso del coste del arancel pueden quedarse cortas porque no consideran todos los márgenes añadidos a lo largo de la cadena. Además, advierten que este tipo de medidas puede contribuir a la inflación incluso después de su retirada y alterar las estadísticas comerciales si las empresas adaptan sus productos para esquivar las tarifas.
En definitiva, según este estudio económico, la mayor parte del coste real de estos aranceles recayó sobre los consumidores estadounidenses aficionados al vino europeo. Los productores europeos solo asumieron una pequeña parte y los importadores vieron reducirse sus beneficios mientras distribuidores y minoristas lograron aumentarlos. El caso muestra cómo una medida pensada para penalizar las exportaciones europeas puede terminar afectando principalmente al consumidor final estadounidense y tener efectos duraderos sobre los precios.
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